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El Centro Botín, el edificio diseñado por Renzo Piano frente a la bahía santanderina, registra desde hace meses esporádicas vibraciones en su estructura. El fenómeno, según los testimonios a los que ha tenido acceso este periódico, no responde a un patrón fijo ni sucede ... con igual medida pero se ha detectado con frecuencia en los últimos meses. Desde la Fundación se asegura que las vibraciones, también calificadas como «temblores» por quienes han vivido algunos de los registros, constituyen un hecho normal dadas las características de la edificación. Los responsables de la institución aseguran que los estudios de seguimiento de la infraestructura concluyen que no existe ningún tipo de problema asociado a esa propagación repetitiva.
La singularidad arquitectónica del Centro Botín ha marcado sin duda tanto el proceso de construcción de la dotación cultural como los meses posteriores a su inauguración. El proyecto más importante en la historia de la Fundación santanderina ha estado caracterizado por la personalidad de uno de los arquitectos de referencia de las últimas décadas, Renzo Piano, cuya firma ha contribuido a atraer más visitantes al centro de arte y su diseño, integrado entre la bahía y la ciudad, lo ha convertido en lugar de encuentro. No obstante, surgieron graves problemas durante la construcción -en especial un contratiempo con las fachadas-, que ralentizaron la apertura del equipamiento y, desde su puesta en marcha, se vivió un episodio relacionado con las deficiencias detectadas en las piezas que envuelven el edificio. La denominada 'piel de cerámica' del Centro Botín, quizás la principal seña de identidad diferenciadora del proyecto del arquitecto genovés, ha supuesto un problema para los gestores del edificio levantado durante más de cinco años sobre el muelle de Albareda. Desde hace casi un año una red cubre las fachadas principales. Una malla que, según confirmó la institución santanderina, se mantendrá durante este 2019 una vez que continúan los estudios para encontrar una solución. Para los responsables de la entidad, «el impacto visual de la red provisional es mínimo y tampoco afecta para nada a las actividades del Centro» que cumplirá en junio su segundo cumpleaños.
En el caso de las recientes vibraciones, los testimonios transmitidos a este periódico refieren diversos grados de intensidad y duración. En ocasiones han sido descritos, sin embargo, como temblores. «Se mueven los ordenadores, tiemblan los objetos, se mueve todo durante diez o quince segundos».
La institución santanderina resta importancia al efecto detectado y lo asocia a la identidad de la construcción. «No existe ningún problema y el movimiento se considera dentro de la normalidad al ser un edificio suspendido sobre pilares. Precisamente lo preocupante sería si no se registraran determinados movimientos». El Centro Botín, cuya concepción original del proyecto «contemplaba un solo volumen» en lugar de los dos actuales (Este y Oeste sobre el muelle), registra desde hace meses esas vibraciones o temblores sin periodicidad fija («lo mismo suceden dos veces al mes, que pasan semanas sin notarse», según apuntan quienes lo han percibido).
La Fundación asocia las vibraciones a las características de la construcción y a lo que se denomina de manera técnica «el comportamiento dinámico de las estructuras». En cualquier caso unos movimientos que no tienen vinculación directa, como suele achacarse, con el proceso de asentamiento del edificio y que se encuentran dentro de la normalidad de estas construcciones.
La Fundación comenzó a instalar en la primavera de 2018 una red «provisional» mientras se estudiaba la evolución de las piezas afectadas, según la teoría oficial, debido a factores medioambientales. El mantenimiento del edificio durante los primeros meses se tradujo en una frecuente restitución de piezas de cerámica que presentaban desajustes, o bien se consideraban defectuosas. La delicada «piel» del edificio, el mayor «reto» en la construcción de Piano, fue sometida a una constante labor de mantenimiento, operación destinada a suprimir o eliminar algunas piezas y zonas de la superficie de las fachadas.
La protección actual, que evita la restitución regular y evita el peligro de posibles desprendimientos (que nunca han llegado a registrarse), proseguirá dado que se considera que no afecta «al disfrute del edificio», tanto en su entorno como en las zonas más visitadas del pachinko, a modo de plaza pública central, o el acceso a la azotea, como lugares que continúan siendo focos de atracción masiva.
Durante meses se fueron reponiendo debido a las fisuras detectadas. Tras los diversos estudios, los técnicos comprobaron que esas reacciones defectuosas se debían «a una falta de adaptación a los cambios de temperatura». La peculiaridad de la envolvente, que refleja las tonalidades del entorno, se consideró por el propio Piano como «uno de los elementos más representativos» del edificio.
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