![Cien toneladas de piedra de Escobedo para crear un bastión en la catedral](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201905/25/media/cortadas/Imagen%20Cantero07-kqZD--624x385@Diario%20Montanes.jpg)
![Cien toneladas de piedra de Escobedo para crear un bastión en la catedral](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201905/25/media/cortadas/Imagen%20Cantero07-kqZD--624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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El arquitecto Clemente Lomba, autor del proyecto, llevaba desde que acometió la reforma de la vecina plaza de Atarazanas dándole vueltas a la idea. ¿Cómo tendría la catedral su remate en la esquina que mira al edificio de Correos en el medievo? Siempre ... pensó que sería como un bastión, una fórmula que le diera fuerza al conjunto, porque la catedral «siempre quedó elevada sobre la ciudad». Así que, cuando el Ayuntamiento planificó la reforma del acceso a la primera parroquia de Cantabria, el modelo estaba pensadísimo: habría que reforzar esa imagen. Lomba también tuvo claro que habría que emplear materiales que completaran el puzzle con respeto al pasado. Esto es: piedra de Escobedo, trabajada a mano. Se van a usar cien toneladas.
La entrada que se está construyendo hacia el templo hace meses que despierta la curiosidad de los viandantes por la estructura de hormigón que ya se puede ver. El acceso unirá la calle Somorrostro con Los Azogues (en alto) y tendrá dos caras. De un lado (por la calle Juan Plaza) una escalera y, desde Somorrostro -la vía que da a la plaza-, una rampa con escalones. Por la altura del armazón ya construido se genera un espacio que se destinará a exponer elementos de lo que fue Santander en sus inicios. Llevará el nombre de dos insignes historiadores y arqueólogos que se significaron por sus estudios sobre el pasado de Santander: José Luis Casado Soto y Joaquín González Echegaray.
Allí se ubicará la maqueta que el primero hizo de la urbe (que Lomba define como 'joya') y unas acuarelas originales de Casado Soto sobre la evolución de la población que, tras su fallecimiento en 2014, fueron legadas por su esposa (Rosa Coterillo) al Ayuntamiento.
Hace ya unos días que Adrián Blanco, cantero de Cubas, se ha instalado en un punto que Lomba define como «la almendra de Santander, el punto de partida». Ambos profesionales comparten «la gran oportunidad» de estar poniendo su grano de arena a la recuperación de un lugar emblemático de la ciudad. El uno, con sus conocimientos históricos y sus dibujos. El otro -cuarta generación de una saga de canteros artesanos que tiene continuidad en su hijo, que se llama como él-, con sus manos y su oficio.
El arquitecto alude a la suerte de poder intervenir en un rincón con una gran «dimensión poética». La obra, de facto, es una alusión al hecho de que este punto «era una ciudadela», «la raíz geográfica de Santander, donde empezaba y acababa» la urbe. Esto llevó al convencimiento de que había que crear la pieza que se está generando, una especie de plataforma.
Lomba relata que se ha perseguido abordar la construcción con técnicas contemporáneas perfectamente imbricadas con la historia, huyendo de las «ocurrencias, porque a la catedral hay que hablarla con las mismas palabras con que ya está escrita: la forma y los materiales los ha dictado el propio monumento». Esta disciplina se mantendrá en el interior del local. Por ejemplo, en la mitad del suelo se conservarán las grandes losas que han cubierto durante siglos el lugar.
En el tratamiento de la piedra entra de lleno Adrián Blanco, que calcula que necesitará alrededor de cien toneladas de piedra de Escobedo para forrar la estructura y que enseña los grandes bloques para hablar «de la calidad» del proyecto. «Es un trabajo totalmente artesano» y no exento de dificultad porque hay que atender «curvas e inclinaciones al tiempo, lo que lo hace muy complejo y obliga a ajustes muy finos».
Estos días, el cantero de Cubas estaba sentando la base de una esquina en la que se produce un encuentro geométrico de la piedra, lo que requirió una minuciosidad extrema. «Cualquier desviación en el principio hubiera sido muy difícil de corregir a medida que se vaya subiendo en el muro, en el que a la curva que tendrá hay que darle también sensación de solidez. Tardamos en echar la primera fila, que es fundamental y luego es ir haciendo el seguimiento», explica. Bien colocada la pieza que manda en la diagonal, Blanco estima que tiene faena «para entre seis y siete meses».
El cantero, que lleva 50 años de profesión, cuenta que la textura de piedra elegida es idéntica a la existente y que ya quedan pocos en su oficio que lo hagan todo a mano. Dice «llevarse bien» con ese material: «hablo con la piedra cuando trabajo. A veces hasta la pregunto ¿para dónde vas ahora?».
La obra se inició a finales del mes de enero. La infraestructura conectará la calle Los Azogues (en la parte superior) con Somorrostro (junto al edificio de Correos). Ambas son de las primeras vías de Santander y en ambas se proyectó una excavación arqueológica al hacer la reforma que está viva en Los Azogues, donde se está excavando un cementerio medieval. Esta calle desapareció como tal a raíz de la reordenación urbana del centro urbano tras el incendio de 1941 y el desmonte del cerro, dejando aislada la catedral en el alto de esta zona y con toda la ciudad nueva a sus pies.
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