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Llamaban la atención porque estaban plagadas de pequeños agujeros. Una de ellas, incluso, se había caído. Más allá de lo estético, el mal estado de cinco de las columnas que sujetan los arcos del claustro de la Catedral de Santander suponía un peligro para ... el resto de la estructura, que podía verse también afectada si no se actuaba con urgencia. Por eso, la Fundación Santa María de Toraya, dedicada sin ánimo de lucro a la conservación del patrimonio, propuso al Obispado su sustitución, que inició a principios de abril y que terminará tras la Semana Santa. El principal problema de estas piezas es que se reconstruyeron con material de mala calidad tras el incendio de 1941, cuando se utilizó mortero en lugar de piedra. Aunque se está actuando en las que peor conservadas están, desde la Fundación consideran que en los próximos años será necesario intervenir en las demás.
Estas columnas estaban afectadas por un proceso conocido como alveolización, «mediante el que el material se degrada y se crean agujeros que recuerdan al panal de las abejas», explica Lidia Quevedo, de la Fundación Santa María de Toraya. Las cinco nuevas columnas serán de una piedra muy similar al mortero que sustituyen. Como contempla la Ley de Patrimonio, está permitido reponer los elementos de un Bien de Interés Cultural (BIC), como es el caso de la Catedral, si está en mal estado de conservación, pero las nuevas piezas deben ser discernibles de las originales. Es decir, la normativa no permite que las sustitutas sean exactas y se confundan con las originales y debe estar claro que se tratan de una reposición a simple vista. Aun así, el diseño será el mismo, con su fuste y su capitel característicos. De las cinco columnas en las que se está interviniendo, cuatro están en la zona norte -la más visible, por donde se accede al claustro- y la otra está en el oeste.
Aunque el proceso de sustitución es relativamente rápido -requiere dos semanas laborales-, la operación ha requerido una larga tramitación con la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, a la que se solicitó el año pasado permiso para llevar a cabo esta intervención. El proceso en las canteras, para hacer las plantillas y fabricar las nuevas columnas con un fuste y un capitel igual al original, también ha llevado su tiempo, al igual que la preparación de la zona, que se ha tenido que apuntalar para poder retirar las columnas dañadas sin poner en riesgo los arcos. Así que no se pudo empezar a trabajar hasta este mes de abril y, apenas una semana después, la Fundación tuvo que desmontar todo el equipamiento de la obra con motivo de las celebraciones de Semana Santa. Una vez terminen las fiestas, retomará la actuación, que está prácticamente a medias.
Una vez sustituidas las cinco columnas en peor estado, la imagen general del claustro será más armónica, pero Quevedo advierte de que las demás «también requieren sustitución» ya que, aunque por fuera no se aprecia, por dentro también sufren esa alveolización que las agujerea. «El Obispado podrá acceder a subvenciones como el programa del 1,5% Cultural, destinada a este tipo de intervenciones», pone como ejemplo, ya que también se accedió a esta ayuda del Ministerio de Transporte para poner en marcha el Plan Director de la Catedral, en el que colaboró igualmente el Ayuntamiento de Santander.
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