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El Ayuntamiento finalizará en breve (a finales del verano) las obras del Museo de Santander, MAS, con la previsión de abrir sus puertas al público a principios de 2024. Se habrán cumplido entonces más de seis años del incendio que arrasó sus instalaciones.El ... proyecto, que fortalece el uso museístico del edificio, por lo que fue declarado Bien de Interés Cultural, tiene como prioridad su conversión en un equipamiento avanzado y moderno, con vocación de permanencia y capaz de compaginar su actividad futura con dotaciones como el Centro Botín o Faro Santander. En paralelo, el pasado viernes concluía el plazo para la licitación de las obras de la sede asociada del Reina Sofía-Archivo Lafuente que albergará el antiguo inmueble del Banco de España. Ambas intervenciones son clave para la consolidación de Santander como «ciudad de la cultura».
Un eje estratégico, invocado a menudo, no ya como mera dotación de infraestructuras, sino como conjunción del potencial del sector y la ciudad en su reclamo para un turismo cada vez con mayor demanda del ocio y lo cultural. Las fases decisivas que viven ambos activos culturales, tras dejar atrás incertidumbres y ralentizaciones, se han visto acompañadas esta semana del anuncio de colaboración entre el Gobierno que preside María José Sáenz de Buruaga, y el Ayuntamiento con la alcaldesa al frente, la también 'popular' Gema Igual, en la primera reunión que han mantenido tras las elecciones autonómicas y municipales.
El paso más llamativo es la cofinanciación del proyecto del Reina/Archivo Lafuente, cifrada en torno a 5 de los 15 millones de euros del coste total.
El Ejecutivo regional sufragará así un tercio del presupuesto de los trabajos, que concluirán según la estimación a finales de 2025. Ayuntamiento y la nueva dirección del Reina Sofía deberán ahora adecuar el convenio suscrito y permitir que el Gobierno cántabro se implique en la gestión del futuro centro. Además de incorporarse a la financiación de las obras de acondicionamiento de la antigua sede del Banco de España, la colaboración entre administraciones se extenderá en realidad a todo lo que suponga la transformación de Santander como ciudad de la cultura, caso del nuevo Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria y la rehabilitación integral del MAS.
En este caso no se trata de partidas económicas sino de «reactivar la cesión gratuita» al Consistorio de las naves Gráficas Martínez para «proseguir con la hoja de ruta». Este compromiso se hará efectivo a lo largo del año que viene, mientras se espera la rehabilitación final de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, en la que está implicado el Ministerio de Cultura.
Hay que recordar la paradoja que suponía que el proyecto del Reina Sofía, con la total y decidida aprobación y apoyo de la Administración central, no contara para el Ejecutivo regional (PRC-PSOE), que la pasada década decidió desvincularse de una manera unilateral.
Desde ahora, el nuevo Gobierno cántabro pasa a participar en la financiación de las obras y también en el posterior funcionamiento del centro, buscando ambas administraciones de forma conjunta el apoyo del Ejecutivo central, a través del Ministerio de Cultura, en una gestión conjunta de las tres partes.
El objetivo municipal se enunció como una apuesta por el fortalecimiento del tejido local y la colaboración con los creadores y las empresas culturales. El nuevo escenario se postula ya como el idóneo para reactivar fases y planes a la hora de avanzar en lo que la alcaldesa plantea como la configuración de Santander «en la ciudad referencia de España donde el ciudadano pueda hacer una lectura completa de la historia del arte, con especial atención a las vanguardias». De la sede asociada al Reina Sofía-Archivo Lafuente y la ampliación del MAS, a la integración sucesiva de dotaciones culturales desde la prehistoria hasta el arte contemporáneo.
En este contexto, por cuestión meramente física y geográfica, el Barrio La Florida sigue siendo la localización que centraliza los proyectos presentes y de futuro: la apertura y (ahora también ampliación) del Museo de Arte de Santander, la rehabilitación de la Biblioteca de Marcelino Menéndez Pelayo que, junto al Centro de Documentación de la Imagen (CDIS), la Casa Museo del polígrafo, la Fundación Gerardo Diego y la Biblioteca Municipal, sea la mayor concentración de infraestructuras culturales públicas de la ciudad.
Fuera de los grandes proyectos se contempla la recuperación de una dotación hasta ahora varada que afronta una nueva fase tras la reciente licitación: la Fábrica de Creación. Asimismo, cabe sumar la rehabilitación de Centros Cívicos y culturales como Jado y Ateca.
Una demanda imprescindible, que se arrastra desde la configuración del Pan Director, es la dotación de un espacio de arte multidisciplinar totalmente municipal para atender a las necesidades de los diferentes sectores, y que facilitará la creación de nuevos espacios culturales mediante una línea de ayudas para el alquiler de locales donde se desarrolle actividad.
Otra perspectiva que pretende recobrarse es la exigencia al Gobierno central de la cesión del Palacete de Cortiguera como dotación cultural pública para uso ciudadano.
Ayuntamiento y Gobierno afrontan una dinámica nueva, a la hora de gestionar, escenificada en el hecho de ser compañeros de viaje. Entre los retos inmediatos el más urgente y riguroso radica en dotar de nueva vida al Museo de Arte tras un periodo convulso. La definición de áreas y, sobre todo, su integración futura en el resto de infraestructuras culturales, en las que precisamente el arte tendrá el mayor peso y visibilidad.
En el caso de la sede asociada del Reina, el interés por el proyecto quedó certificado en la reciente presencia de empresas de construcción que recabaron detalles ante el inminente proceso de licitación cuyo plazo se cerró el pasado viernes.
Lo que subyace en todos los proyectos citados, con mayor o menor prioridad y dotación, es lograr demostrar que Santander puede convertirse «en una ciudad capaz de aglutinar, en unos cientos de metros, un recorrido completo por la historia del arte, desde el rupestre al contemporáneo, gracias a las dotaciones culturales que ya existen y las que se encuentran en ejecución», según se ha venido reiterando por parte de los diferentes gestores municipales.
Las obras del centro asociado, que permitirán crear espacios para exposiciones y actividades con los mayores grados de libertad posible en un nuevo sistema estructural del edificio, también tienen como perspectiva de finalización el año 2025.
Esa fecha, tras demoras, dificultades y plazos que han respondido a trabajos de muy diferentes dimensiones, es ya una meta coincidente en la mayor parte de los proyectos en los que está inmersa la ciudad: desde Faro Santander, el museo del Paseo de Pereda del Santander; al nuevo Mupac pese a los imprevistos del arranque.
Todos ellos, a lo largo de ese año, prevén la apertura de sus instalaciones.
De la milla al anillo de la cultura. Desde los años noventa comenzó a plantearse para Santander entre sinergias, saltos en el tiempo, confrontaciones y escasa colaboración público privada la generación de una serie de espacios para la cultura. La falta de acuerdos entre administraciones de diverso signo político impidió, aplazó o hizo fracasar la mayoría de las veces la planificación de un proyecto coherente y definido. Uno de los mantras que ha asomado de manera oportunista, durante más de quince años, ha sido el de la ampliación del antiguo Museo de Bella Artes, hoy MAS. En realidad una iniciativa que respondía a la necesidad de dar cabida y proyección a un museo que reflejara la evolución y actualización del arte cántabro. Detrás estaban también las adquisiciones de obras por parte regional y municipal y, por ende, la creación y crecimiento de la Colección Norte sin sede propia. En los acuerdos entre el Ejecutivo y el Ayuntamiento anunciados esta semana vuelve a alumbrarse la posibilidad de una ampliación del Museo, encajada en el proyecto para el Barrio La Florida, paradójicamente cuando aún no se ha producido la apertura de su rehabilitación tras el incendio de 2017. Hay que remontarse a 2007, cuando el Gobierno de Cantabria adquiere unos inmuebles de más de 1.100 metros cuadrados en el centro de la ciudad, entre Cisneros y Gravina, con el objetivo de convertirlos en ese gran centro museístico. El objetivo quedó enquistado, frente a otras prioridades, y nunca se afrontaron nuevos pasos.
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