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Bryan Barroso y Adrián Bedia –los dos jóvenes encarcelados por causar la muerte de Bret Elorza, de 19 años, en el accidente de tráfico de la calle Castelar (Santander)– niegan que el trágico suceso viniese precedido de un pique al volante, aunque los testigos sostienen ... todo lo contrario, y así lo recoge el auto judicial en el que se ordena el ingreso en prisión provisional de ambos.
Horas después del accidente, el sábado por la mañana, los dos detenidos comparecieron ante el titular del Juzgado de Instrucción Nº2 de Santander, Miguel Ángel Agüero, en funciones de guardia. Lo primero que quiso dejar claro Bryan Barroso, al que le habían retirado el carné de conducir hasta en dos ocasiones (una de 2017 a 2019 por conducción temeraria y otra de 2021 a 2022), es que en el momento del accidente tenía el permiso en vigor. «Me lo devolvió el Juzgado de lo Penal hace ocho meses después de hacer el curso (de reeducación vial y sensibilización)».
También relató que viajaba «solo» en su coche (un Audi Negro), que venía de casa y que llegaba tarde a un cumpleaños. «Paré en un semáforo y me di cuenta de que venía un coche por la izquierda». Después, a la altura del semáforo del túnel del Centro Botín, dice que vio de nuevo ese vehículo y que le adelantó por el carril bus. «Saliendo a la rotonda de Puertochico lo volví a ver y parecía que me iba a embestir; entonces hice una maniobra para evitar el coche, invadí el carril y colisioné con la moto».
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A partir de ahí, Barroso asegura que ni el ni el conductor del otro vehículo se miraron por la ventanilla. «No nos picamos». Y sobre la velocidad a la que circulaba (en un tramo limitado a 40 km/h), manifestó que «no podía ir a más de 70 km/h (los testigos dicen que iba a gran velocidad). «Al subirme a la mediana intenté frenar, pero el coche no respondió».
Sin embargo, al menos un testigo desmonta este relato. Según contó a dos agentes de la Policía Local, cuando circulaba con su vehículo por la calle Casimiro Sainz, en dirección a la rotonda de Puertochico, se introdujo en ella con intención de dirigirse a la calle Castelar, pero al mirar a su derecha observó que se acercaban a «gran velocidad» dos turismos (los de los detenidos) por el Paseo Pereda, teniendo que detener su marcha para «no colisionar» contra ellos, ya que ambos «no respetaron la señalización del ceda el paso existente para acceder a la rotonda». Entonces dice que accionó el claxon para recriminarles su actitud y continuó la marcha por detrás de ellos por la calle Castelar. Fue entonces cuando este testigo observó como el vehículo negro (el de Barroso) – «que circulaba por el carril izquierdo, a gran velocidad, en paralelo con el coche que circulaba por la derecha, de color rojo–, invadió el carril contrario, colisionando frontalmente contra un ciclomotor que circulaba correctamente por el carril izquierdo de la calle Castelar en dirección a Puertochico». En el vehículo de este testigo viajaba una mujer, que manifestó no haber observado con claridad cómo se había producido el accidente.
Un segundo testigo se dirigió a los agentes para manifestar que se encontraba en la zona sur de la calle Castelar, junto al mar, cuando escuchó un «fuerte rugido» de motor. Al girar la vista hacia el lugar donde procedía el ruido, dice que observó como del vehículo negro «saltaban chispas de sus bajos» y acto seguido vio un «fuerte golpe con el ciclomotor, y su conductor saltando por los aires».
Barroso también declaró que antes del accidente había tomado «tres cervezas» y que no consume drogas, aunque en el test que le realizó la Policía (y sobre el que pidió un contraanálisis de sangre) dio positivo en cocaína, cannabis y metanfetaminas.
El otro encarcelado, Adrián Bedia, viajaba con una mujer en su Golf rojo en el momento del accidente. Según su testimonio, ambos se dirigían a cenar a un restaurante de comida rápida de la S-20 cuando en la recta del semáforo que está en frente del Centro Botín, Bedia vio un Audi (el coche de Barroso) «que venía muy deprisa». «Llegamos a la rotonda del Paseo Pereda y vi que el otro venía muy rápido. Se metió hacia la izquierda y al entrar tan rápido, el contraperalte de la rotonda le giró el coche». Bedia manifestó que la primera vez que vio a Barroso estaba parado en el semáforo. «No sé si se saltó el semáforo, pero salió a fuego». Después, asegura que el otro detenido tomó por los dos carriles la bajada del túnel del Centro Botín y que él iba detrás. «En ningún momento íbamos paralelos. Yo iba por el carril izquierdo, cercano a los coches aparcados, a una velocidad de entre 50 y 60 km/h». A continuación, dice que en la rotonda salió hacia Castelar para ir al Sardinero y que el otro conductor «al subirse al peralte por ir rápido, se le pegó al culo. El otro ya estaba derrapando cuando entré en la rotonda». Este joven reconoció que es «fumador habitual de cannabis y marihuana» y que el último canuto lo había fumado a las 19.30 horas (dos horas y media antes del accidente). «No venía picado con el otro coche», aseveró, antes de afirmar que su acompañante le dijo: «Adrián, no te calientes».
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