La contaminación crece en la Bahía, en pleno debate sobre la implantación de la zona de bajas emisiones

El estudio señala que la contaminación del aire ha repuntado en Cantabria por efecto del cambio climático y del aumento del tráfico, y, finalizadas las restricciones de la movilidad por la crisis sanitaria del covid, el intenso calor y la falta de lluvias han disparado los episodios de partículas y ozono el año pasado, pese a la contracción económica por la pandemia y la guerra de Ucrania.

El documento analiza los datos recogidos en doce estaciones de medición y las que alcanzaron niveles de ozono más apreciables fueron Guarnizo, en la bahía de Santander, y Los Tojos y Reinosa, en la zona interior.

La contaminación en la Bahía viene motivada por «un intenso tráfico rodado (confluencia de la autovías A-8 y A-67, tráfico de agitación de la comarca del Besaya), la industria siderúrgica y química situada en Santander (GSW), Camargo, El Astillero (Ferroatlántica) y Marina de Cudeyo (Repsol y Columbian Carbon), el tráfico aéreo del aeropuerto (Camargo) y las emisiones del transporte marítimo y el Puerto de Santander».

El informe concluye que en 2022 la calidad del aire en Cantabria ha empeorado respecto a 2020 y 2021, con un aumento significativo de los niveles de ozono y más matizado de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5) y dióxido de nitrógeno (NO2), aunque sin alcanzar estos dos contaminantes las concentraciones habituales en años anteriores a la pandemia.

Si se toman los estándares de la normativa, más laxos que las recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud), no habría población que respiró aire contaminado ni superficie expuesta a niveles de contaminación que dañan la vegetación por encima de los límites legales. Si bien las partículas PM10 (de polvo, cenizas, hollín, metálicas, cemento o polen) excedieron dichos límites legales en la estación del Puerto de Santander.

El estudio achaca la contaminación en el puerto santanderino al «tráfico marítimo, que continúa utilizando combustibles con altos porcentajes de azufre».

Ecologista en Acción recuerda que los Planes de Mejora de la Calidad del Aire son legalmente obligatorios, pero que en muchos casos no existen y en otros son inefectivos «por falta de voluntad política». En este sentido, apunta que el Ayuntamiento de Santander carece de un protocolo frente a episodios de contaminación como los que periódicamente afectan a la ciudad en situaciones meteorológicas estables.

Un día antes de la conocer las conclusiones de este informe, la alcaldesa de Santander, Gema Igual, se pronunció sobre la implantación de la zona de bajas emisiones (ZBE), y dijo que su intención es desplegar un paquete de medidas para evitar que la ciudad «esté contaminada» pero «no llegar a nada drástico» ni prohibir la circulación del coche privado en el centro de la ciudad. «¿Por qué vamos a tener que prohibirlo si Santander no está contaminada?» planteó Igual en una entrevista a EFE recogida por otros medios de comunicación, en la que apuntó que, según los datos que maneja el Ayuntamiento, los niveles de contaminación no son elevados.

«Tenemos que implementar una zona de bajas emisiones a través de muchas medidas, como potenciar el uso de vehículos sostenibles, para crear una ciudad saludable, pero sin asustar a la ciudadanía», reiteró.