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V. Santiago | d. Martínez | J. C. rojo
SANTANDER.
Jueves, 20 de julio 2017
Carolina Sánchez no lo pudo contar ayer más gráficamente: eran las 8.10 horas cuando empezó a «oír crujidos en paredes y techos. Como cuando ves imágenes de los terremotos». Sólo que estaba ocurriendo en su casa, en la calle del Sol y sin ... temblor de tierras de por medio. Su piso tenía grietas desde principios de junio y ayer se agrandaron a velocidad del rayo. Tanto se alarmó esta propietaria que llamó al 112, explicó lo que pasaba y recibió esta orden: «Coja las llaves, cierre la puerta y salga corriendo».
Todo el número 57 de la calle del Sol quedó desalojado a las 9.00 horas ante el estupor y la indignación de los 22 vecinos afectados directamente y los dos más que tuvieron que salir de una vivienda unifamiliar muy próxima. Nueve horas más tarde (sobre las 18.00 horas), el sentimiento de todos giró a rabia e impotencia porque los crujidos se intensificaron y la fachada del bloque que mira a Casimiro Sainz se desplomó con gran estruendo y provocando una enorme polvareda. Luego, poco antes de las 21.00 horas, operarios de una empresa empezaron a retirar, con ayuda de una grúa y una maza, todas las partes del inmueble que se habían quedado colgando y a desescombrar.
08 10. Llamada al 112 de una vecina que alerta de que el edificio hace mucho ruido y cruje.
09 00. Los bomberos y la Policía Local desalojan a los 22 vecinos del edificio y acordonan la zona.
16 00. Los afectados empiezan a entrar de uno en uno en sus casas a recuperar pertenencias.
18 00. Cae la fachada de Casimiro Sainz. Los desalojados estaban en el Ayuntamiento, convocados por la alcaldesa. Se vuelven todos a la calle del Sol.
19 00. Igual se reúne en el Centro Doctor Madrazo con los vecinos para explicarles los pasos futuros a dar.
20 45. Los bomberos empiezan a derribar toda la parte del edificio que se había quedado colgando.
«De milagro» no hubo daños personales, porque a una mujer (Pilar González, de un tercer piso) y al bombero que la acompañaba a recoger algunas pertenencias el derrumbe casi les pilla dentro. En ese preciso instante, el resto de afectados se encontraba en el Ayuntamiento de Santander, convocados por la alcaldesa Gema Igual, quien les iba a informar del estado de la cuestión. Pero llegó la noticia de la caída de la fachada y regresaron todos al lugar del suceso. Se cortó el paso de vehículos por toda la zona, por lo que el tráfico en el centro de la ciudad se puso imposible (las calles adyacentes se abrieron a los coches a la una del mediodía de este jueves, aunque el túnel se ha mantenido cerrado). El área se llenó de curiosos compitiendo por hacer vídeos y fotos.
«No podemos dar falsas expectativas. No podemos aventurar lo que no sabemos», respondió la alcaldesa Gema Igual a preguntas de los periodistas sobre la posibilidad de que fuera necesario derruir el edificio por completo. Lo dijo justo después del encuentro con los propietarios. Una reunión de más de dos horas en la que las caras de los vecinos daban cuenta de lo que les pasaba por la cabeza. Ya no había llantos, como en los primeros momentos, pero continuaba el nerviosismo. Uñas en la boca, brazos cruzados, una señora que no acertaba a dar el trago a la botella de agua.
Gracias a Dios desalojado hoy mismo!!! #santander pic.twitter.com/IgMa1LAoAn
— Javier Lopez Camin (@JaviCamin) 19 de julio de 2017
«Ha pasado lo que no debía de haber sucedido», opinó Igual, quien destacó que ahora lo más importante es estar con los perjudicados y prometió «total transparencia» en todos los pasos que se den desde el Consistorio. «Ahora lo que toca es poner soluciones independientemente de las responsabilidades». Hoy mismo, Servicios Sociales llamará a cada afectado para comenzar a dar unas primeras ayudas económicas de urgencia.
El edificio que ahora aparece con toda una cara mordida tiene 56 años y, recientemente, se había instalado un ascensor que diera servicio a las 15 viviendas. Pero los propietarios no ponen el foco de «la culpa» en esta obra, que se acometió hace varios meses «sin problema alguno», según explicó uno de los presidentes de la comunidad, Eduardo Hernández, sino en la reforma que venía llevando a cabo en el antiguo local de la coctelería Master un conocido hostelero santanderino que se encuentra allí de alquiler. Así se lo hicieron llegar los vecinos en tres ocasiones distintas, por vía oficial, al Ayuntamiento.
El informe que hizo el jefe de bomberos, arquitecto de carrera, apunta a que el desencadenante, tal y como sostienen los vecinos, puede estar en el acondicionamiento del bajo mencionado. En el escrito que redactó alrededor de las 15.00 horas de ayer, señala al muro de carga de la fachada oeste, como una parte fundamental del edificio, que se ha encontrado «perforado en su base para dar acceso a unos avances bajo el solado del patio».
Eso sí, el documento, elaborado sobre el terreno, también pone el acento en que «no resulta posible establecer de manera clara el origen de las patologías» en las obras que se estaban realizando en el local. Sobre este extremo se pronunció el concejal de Urbanismo, César Díaz, quien también señaló a esa hipótesis, pero poniendo el acento en que es necesario esperar a los futuros informes que encargue el Ayuntamiento al respecto.
Los vecinos, sin embargo, no tienen duda alguna. En la primera petición que hicieron al Consistorio -que reconoció la existencia de estas comunicaciones- denunciaron que se estaban acometiendo reformas «con licencia de obra menor», lo que no se «correspondía a la construcción que se estaba ejecutando», por lo que el 2 de junio se reclamó una inspección y la paralización.
En la segunda ocasión, el 5 de julio, los ahora desalojados volvieron a pedir que se suspendiera la obra del local de hostelería «porque se está interviniendo en la estructura del edificio, sin proyecto adecuado y sin técnico competente (el profesional que firma el proyecto es un perito industrial) que han generado daños estructurales a la fachada del edificio, lo que está debilitando la estabilidad del bloque».
Esta solicitud se acompañaba del informe de un arquitecto experto en peritajes que recomendaba la suspensión de la construcción «para evitar males mayores en la edificación, ya que actualmente peligra su estabilidad, su habitabilidad y la integridad de los viandantes».
Y, finalmente, hace sólo tres días se hizo llegar una tercera reclamación al Servicio de Obras municipal pidiendo que «cumpliera su obligación de controlar con carácter previo la concesión de la licencia de obra, obligación que ha sido incumplida en este caso». Pero todas las demandas cayeron en saco roto, tanto las oficiales por escrito como las numerosas ocasiones en que llamaron a la Policía Local «en un intento de hacer una presión extra», contaron uno tras otro gran parte de los evacuados.
Según César Díaz, los servicios municipales llegaron a enviar a Dos Imanes Producciones, la empresa que había pedido el permiso, una orden de paralización. El motivo: se estaban realizando obras de relevancia muy superiores a las permitidas por una autorización de obra menor. El concejal no pudo asegurar que esa orden llegara a ser efectiva -el «no» de los vecinos es rotundo-, pero sí que en ese mismo momento se estaba tramitando la nueva licencia que ayer ya estaba en poder de los responsables de la empresa Tainsa, directores del proyecto. En cualquier caso, tocar un muro de carga, como parece que fue la causa del derrumbe, no se contemplaba en ningún caso.
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