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«Las piernas por fuera y agárrate fuerte de las asas». Así comienza el viaje de una de las principales atracciones navideñas de Santander: el tobogán gigante, ubicado en la plaza Alfonso XIII. Diez segundos de emoción y algo de vértigo a bordo de un flotador con forma de 'dónut'. «¡Qué chulada!», «¡quiero repetir!» o «¿me puedo montar?» fueron algunas de las frases más escuchadas ayer en los alrededores de la instalación. Sin duda, la más solicitada de la capital.
Martina y Lucas, de nueve y seis años, se agarran fuerte la mano y se mueven de lado a lado en la cola del tobogán gigante. ¿Bailan? ¿Tienen frío? «Están nerviosísimos», confirma Marisa, su madre. «Llevan desde ayer dando la brasa con el tobogán». Y es que el jueves intentaron subirse, pero la cola era «inviable». En cinco minutos su espera se termina y los hermanos comienzan la subida a la atracción. Martina, sin problemas. A Lucas le cuesta más trabajo. El flotador es casi igual de alto que él y cuesta subirlo. Pero las ganas pueden y consigue llegar a lo más alto. Primero se tiró Martina, que para eso es la mayor, y después le tocó a Lucas que, sin ningún atisbo de miedo, se deslizó gritando de la emoción. «¿Podemos repetir?», preguntó el pequeño a sus padres. Toda una garantía de diversión.
Y diversión para todos porque «el tobogán está pensado para niños desde los cinco años hasta el límite que tú le quieras poner», como explicaron Patricia Ortiz y José Ángel Guerra, propietarios de la instalación. Funciona porque, a la pendiente que lleva la atracción, hay que sumar varias capas de deslizante. «Algunas pistas tienen más deslizante que otras. Así podemos controlar la velocidad y colocar a los usuarios por edad o por peso», explicaron. Por el momento, están «encantados» con la acogida del tobogán, que está siendo todo un éxito en apenas dos días de apertura. «La gente sale muy contenta y muchos nos dicen que van a repetir». El precio es de cuatro euros y permite tres viajes.
En la misma plaza se ubica el tradicional mercadillo navideño. Este año 63 puestos ofrecen una amplia variedad de bisutería y complementos artesanales. El mercadillo, instalado en el interior de una carpa, cuenta con un amplio belén y con dos enormes alas de ángel para fotografiarse posando con ellas. Eso hacían dos amigas, Elena y María. «He venido a comprar unas pulseras para el amigo invisible de la universidad y nos ha parecido gracioso hacernos una foto con las alas para pasársela a los compañeros de clase», relató Elena. Por su parte, María aprovechó también para comprar el regalo de Reyes de su madre, pero no lo quiso desvelar. «Es que mi madre compra el periódico todos los días», añadió.
Pero la oferta no termina ahí. Un clásico de la Navidad santanderina es la pista de hielo de la Porticada. Vicente patina de la mano de su hija y su sobrina, mientras su mujer y su hermano le fotografían desde la grada. «Este vídeo vale oro. Se lo voy a pasar a sus amigos para que se rían un poco», decía su esposa. Y es que él es el menos habilidoso de las tres. «Lo reconozco», afirma mientras las dos pequeñas le sueltan la mano y siguen correteando por la pista.
En ese mismo espacio se ubican unas camas elásticas y un carrusel temático que imita una carrera de caballos, pensando en un público todavía más infantil. «A partir de cuatro años pueden montar solos y los más pequeños tienen que subir con sus padres», señala Mariela García desde la taquilla de la atracción.
Para muchos, con tanta variedad, no se puede dar abasto. Eso le pasa a Yolanda y su marido. Mientras ella vigila al pequeño de siete años saltando en la cama elástica su pareja aguanta al bebé, de tres, en el carrusel de los caballos. «Cuando hay bastante diferencia de edad se agradece que haya variedad de actividades en el mismo lugar porque si no los padres nos volvemos locos de un lado para otro», añadió.
A todo esto hay que sumar el carrusel ecológico de la calle Juan de Herrera, el tren safari de la Navidad de la calle Burgos, las camas elásticas de la plaza de la Catedral y un tren temático de Papa Noel en el Ayuntamiento. Además, la fachada del Consistorio albergará un espectáculo de luces hasta el 6 de enero a todas las horas en punto desde las 18.00 horas hasta las 21.00. Los días con mayor afluencia –viernes, sábados, festivos y víspera de fiestas– se añadirá otra sesión.
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Ana del Castillo
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