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Un kilómetro y medio separa la manzana de edificios con más ingresos de la que menos renta percibe en Santander. Es apenas un paseo caminando, unos 15 minutos si el paso es tranquilo, pero esconde una brecha evidente: la de la renta. Entre la zona ... alrededor de la calle Trasmiera de la capital y la sección más próxima a la Península de la Magdalena hay un kilómetro y medio pero más de 50.000 euros de diferencia al año en ingresos en los hogares.
La brecha cada vez es más grande, porque la manzana de edificios con mayor renta tiene mejores ingresos cada año. Así lo dejan ver los datos del Atlas de la Renta, publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que señalan que quienes residen en torno a la Península de la Magdalena han visto sus ingresos crecer, en solo cinco años, un 32,5%. En 2015 la media de renta neta por hogar en esta zona de la capital fue de 54.821 euros. En 2020, con los últimos datos publicados, creció hasta los 72.645: cerca de 20.000 euros más. Pero cruzando apenas tres calles de la ciudad, en la manzana con menos ingresos, en el mismo periodo, la renta neta ha crecido tan solo un 8,6%, lo que se traduce en unos 1.600 euros más al año. Allí la renta neta media es de 20.836 euros al año.
Una diferencia que también se traslada al pasear por sus calles. Una es de las zonas más turísticas o, al menos, transitada por quienes se acercan al Palacio de la Magdalena a pie, con aceras amplias, edificios con mucha luz y separación entre ellos, grandes balcones y jardines que los circundan. No hay comercios, tan solo restaurantes y algún chiringuito alrededor.
La otra refleja la vida cotidiana de quienes habitan en ella: ropa colgada en tendederos sostenidos en las ventanas, porque raro es el edificio que tiene una terraza o un balcón, construcciones sombrías, porque los portales colindantes tapan los rayos que se cuelan a determinadas horas del día, aceras estrechas y, eso sí, con locales de pequeños negocios familiares en cada bajera. Un reflejo que parte de las cifras económicas y va hacia el día a día y que es «obvia en las diferencias que hay en la construcción» y en cómo se configuran los barrios, como señala Adolfo Cosme Fernández Puente, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria.
Aunque un vistazo al mapa global de Santander también nos revela una realidad: las zonas periféricas son las que más han prosperado en los últimos años y las situadas en el interior de la ciudad, en especial la zona Centro y Cuatro Caminos, son las que más atrás se han quedado en la mejora de salarios e, incluso, algunas de ellas han sufrido retrocesos en su nivel de renta, como en la zona cercana a La Pereda, donde la renta neta por hogar ha retrocedido un 3,3% en el último lustro. El crecimiento y decrecimiento de las rentas por hogar en los últimos años se debe, según Fernández Puente a que «ha habido una mayor caída de las rentas del trabajo frente a las del capital, algo que lleva a un incremento de la desigualdad» y, para el experto, «es factible» que la mayor parte de las rentas de zonas más pudientes provengan del capital y no tanto del trabajo.
Por su parte, David Cantarero, profesor titular de la Universidad de Cantabria atribuye la crecida a «que ha habido un ahorro embalsamado» entre las rentas altas, y lo que ha hecho ha aumentado no solo la desigualdad «que ya existía» sino «la polarización».
Los nuevos barrios de Peñacastillo y la zona sur del Barrio Pesquero son dos zonas donde la llegada de nuevo vecindario también ha repercutido en la composición de las rentas, ya que el Atlas de la Renta, elaborado por el INE, aborda todo tipo de ingresos, desde los que provienen por salarios, hasta por prestaciones y pensiones de jubilación. También analiza los casos más extremos por la parte baja: aquellas personas que se sitúan con ingresos anuales en riesgo de pobreza, y aquí la ciudad destaca puesto que, de manera generalizada, estas cifras han mejorado, aunque en la capital aún queda un 21% de la población con ingresos inferiores a 10.000 euros anuales.
Un crecimiento que, además de haberse visto impulsado por el aumento en los salarios medios en todos los distritos de la ciudad, también ha crecido gracias a las mejoras en prestaciones por desempleo,que han pasado de unos 200 euros al mes a superar los 600 de media en buena parte de la capital y que tiene su explicación en la intervención de lo público, ya que «hay una mayor asistencia del Estado cuando peor están las cosas» como, por ejemplo, cuando incrementa el desempleo o hay determinadas contingencias. Un reflejo que, en cifras macroeconómicas, puede verse en la Contabilidad Nacional, «donde, en pandemia, se observó cómo el impacto en las cifras era muy inferior en el sector público que en el resto», porque suele funcionar con una misión «contracíclica».
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