El deterioro del Hotel Central, cerrado en 2015, obliga a instalar una malla contra los cascotes

Su estado llama la atención por varias causas. La primera, por tratarse de un edificio centenario de la ciudad que se salvó del incendio de 1941. Lo segundo, por su ubicación privilegiada en la calle Ataúlfo Argenta, una zona por donde, además de los vecinos del entorno, pasan también multitud de turistas. Su peligroso estado no es novedad, ya que en 2021 se valló todo su perímetro tras desprenderse parte de una cornisa. Pero los años pasan y la situación va a peor, razón por la que Onisan ha tenido que dar un paso en materia de seguridad. Aunque los planes para abrir una residencia de mayores están paralizados, la empresa sigue dándole vueltas al futuro del edificio, aunque prefieren no revelarlo hasta que sea definitivo.

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Ángela Casado

El objetivo de Onisan, empresa enfocada en prestar servicios gerontológicos, era renovar el edificio respetando su imagen original. Es decir, la estética exterior del inmueble sería la misma, pero totalmente rehabilitada debido a su mal estado, y los grandes cambios se desarrollarían en el interior para adaptarlo a las necesidades de una residencia de mayores, que contaría con 50 plazas y sería 100% sostenible. Onisan empezó los trámites para poder iniciar las obras en 2021, con la intención de inaugurarlo un año y medio después. Pero, cuando pasó ese tiempo, no solo no habían empezado las obras sino que aún no habían obtenido la licencia municipal necesaria. Con paciencia esperaron un año más, pero ya en septiembre de 2023 decidieron paralizar el proyecto hasta nuevo aviso.

El Hotel Central fue el primero que abrió en Santander, en 1929, y nació como un establecimiento moderno y de estilo europeo, lo que lo convirtió en una referencia en la ciudad y en él llegaron a alojarse personalidades como Antonio Machín y Carlos Gardel. Desde que cerró en enero de 2015, cuando los entonces propietarios del edificio, la familia Cubría Falla, lo pusieron a la venta en 5,5 millones de euros, no han parado de planificarse proyectos para el inmueble.

El primero que se perfiló fue pensado para dar continuidad al hotel, uniendo los bajos comerciales que habían quedado vacíos y que estaban a la venta. En los bajos se iba a situar la recepción del establecimiento. Pero se desestimó esta idea. Más tarde también se idearon varios apartamentos y, finalmente, se optó por darle un uso de residencia de mayores, ahora en el aire.