Secciones
Servicios
Destacamos
Uno es el precursor de la tendencia 'high tech'. Pero en su evolución encontró y reivindicó la verdadera inspiración de sus obras no en la tecnología, sino en el bienestar del usuario, además de incorporar elementos naturales y formas orgánicas en sus proyectos. La luz, ... la integración en el espacio y las estructuras son sus referentes. Su objetivo es claro: «Conquistar el mundo a través de la utilización del uso del espacio para conseguir traer algo que la gente no espera y que no forme parte de la vida cotidiana». Lo dijo en la Casa Blanca durante su discurso tras recibir el premio: «Se usa la técnica para crear una emoción con su propio y específico lenguaje. Hecho de espacio, proporciones, luz y materiales. Para un arquitecto esto es como el sonido para los músicos o las palabras para los poetas».
El otro, «cirujano de los museos», está considerado un clásico de la modernidad, sólido, silencioso en apariencia y ajeno a las modas. Más de un centenar de edificios a lo largo de casi cuatro décadas siembran en todo el mundo su trayectoria, que abarca todo tipo de tipologías, residenciales, museísticas, académicas y urbanísticas. Minimalista, sin retóricas, sobrio y austero. «Los arquitectos podemos mitigar los efectos, pero las grandes decisiones son las de planear dónde construimos y cómo hacer comunidades. Debemos tener más cuidado y construir, no para hacer dinero, no por turismo, sino para los ciudadanos».
Noticia Relacionada
El primero es Renzo Piano. El segundo, David Chipperfield. A ambos une el interés por una arquitectura «sostenible, eficiente y responsable, para adecuarse siempre a los nuevos tiempos». La arquitectura de ambos se enfrenta, confronta, confluye y quedará reflejada en apenas 150 metros de ciudad: Santander. Y los dos son premios Pritzker, ese galardón que reconoce la cima de la excelencia en una especie de Nobel oficioso de la arquitectura. El Centro Botín de Renzo Piano, centro de arte y sede de la Fundación, es un edificio íntegramente de nueva concepción, cuyo desafío residió en su integración en ese límite de tierra y mar, de ciudad y bahía. En el caso de Chipperfield, su operación más invisible, pero no menos desafiante, es la de intervenir sin parecerlo en el Paseo Pereda. El ya bautizado por la entidad bancaria como Faro Santander, se reinventa sobre el inmueble histórico que mantiene sus fachadas y que, tras su vaciado, afronta ahora su configuración interna, entre museo, centro de ocio e innovación, con el objetivo de que sea «un lugar de encuentro».
Sobre el Centro Botín, edificado entre 2012 y 2017, más el anexo del nuevo túnel, fundamental en el proyecto, el arquitecto genovés subrayó: «Siempre dije que este edificio debía volar, pues ahora vuela más todavía. Mi proyecto quiere acoger a la gente, mezclar el arte y la vida». Chipperfield, que este mismo mes ha sido galardonado con el Pritzker, aborda proyectos en todo el mundo de carácter urbano, periférico o en entornos naturales. Sobre el Faro Santander, que concluirá sus obras en 2025, el arquitecto británico ligado a Galicia defiende la necesidad de «crear un lugar que mejore la experiencia de la vida cotidiana en la ciudad y aprovechando las oportunidades de su extraordinaria ubicación».
En otras capitales afloran grandes proyectos. Pero es difícil que la confluencia de dos visiones arquitectónicas y otras tantas maneras de hacer ciudad, fruto de dos arquitectos reconocidos con la distinción más prestigiosa, confluyan en apenas 150 metros de distancia. En realidad, en el caso de Santander la presencia de arquitectura con el sello del premio que otorga la Fundación estadounidense Hyatt podía cifrarse en tres nombres. Pero el polémico proyecto de Rafael Moneo, destinado a la nueva sede del Gobierno de Cantabria, nunca tuvo visos de llegar a plasmarse.
Concepto: «Su dominio de la tecnología es el de un verdadero virtuoso, pero nunca permite que lo domine. Profundamente imbuido de un sentido de los materiales y la sensación intuitiva de un artesano sobre lo que puede hacer, su arquitectura encarna un humanismo raro». Construye lugares para las gentes. Es considerado un artesano tecnológico. Respeta el uso de materiales locales con la más avanzada tecnología. Integra los edificios en el entorno y está comprometido con la sostenibilidad. Atiende a los detalles y la luz natural. Ejemplifica cómo las enormes superficies pueden mantener su delicadeza.
«La apuesta de Chipperfield es por una arquitectura cívica, sobria pero también innovadora, que siempre ha llevado a cabo con austeridad, evitando movimientos innecesarios y alejándose de tendencias y modas». Sutil pero poderoso, tenue pero elegante, demuestra su reverencia por la historia y la cultura. Declara que cada edficio debe definir sus ambiciones y los criterios que intenta satisfacer. Ajeno a iconografías, revela interés por descubrir el espíritu de cada lugar. Un trazo limpio de referencias innecesarias. Líneas afanosas por alcanzar un sentido atemporal.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.