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Un paseo desde Los Peligros hasta la Segunda del Sardinero, además de arena y mar, deja ver unos cuantos inmuebles a pie de playa. Siete, en concreto. Y la mayoría no está en las mejores condiciones. Por ejemplo, La Horadada está medio desmontada y ... el Rema, lleno de grafitis, espera convertirse en un centro de surf -si no lo derriban antes, claro-. Pero no todo es negativo a lo largo de este paseo. Tres 'y medio' (el Maremondo comparte espacio con locales vacíos) de estos edificios gozan de buena salud. En concreto, los que se dedican a la hostelería.
Es un paseo de poco más de tres kilómetros de largo en los que se recorren siete playas: Los Peligros, La Magdalena, Bikinis, El Camello, La Concha, La Primera y La Segunda de El Sardinero. Siete playas con siete edificios.
El primero con el que se cruza cualquier paseante que inicie el camino desde la zona más cercana al centro de la ciudad es La Horadada. No se ve según se empieza a recorrer Los Peligros, ya que está localizado tras un saliente del paseo de Reina Victoria -la calle que discurre sobre la playa-, pero, en apenas unos minutos de paseo, aparece.
La Horadada está llena de pintadas y humedades y ya no tiene ventanas. Produce una imagen de abandono que resta encanto a la playa. Pero es cuestión de meses que desaparezca. Las intervenciones para derribar este inmueble y alisar el terreno como si nunca hubiera existido ya han comenzado y la previsión es que terminen en marzo. El objetivo de estas obras es que, donde hoy está el edificio, haya arena y se integre con el resto de la playa. La última concesión, dedicada a la hostelería, terminó en 2010 y, desde ese año, la Demarcación de Costas inició los trámites para derribarlo. Como la decisión se fue demorando por cuestiones administrativas, el empresario que lo explotaba estuvo casi ocho años más gestionándolo hasta que, al saber que la ejecución estaba cada vez más cerca, decidió trasladar su actividad al cercano Balneario de La Magdalena.
Y ese es, concretamente, el siguiente edificio que aparece en este paseo de playa en playa. Uno de los pocos que está en buen estado y con un funcionamiento ininterrumpido. Este inmueble, explotado principalmente como hostelería, tiene una amplia terraza que suele estar bastante concurrida. Además, el edificio abarca otras actividades: está compartido con un puesto sanitario de Cruz Roja -que funciona durante los meses de verano- y con el club náutico Horadada, que ofrece cursos de vela, windsurf, paddle surf y piragüismo.
Aunque no se puede llegar hasta ella desde la playa de La Magdalena, es muy visible. Se trata de la Escuela Cántabra de Vela, localizada en la Isla de la Torre. No se aprecia con detalle el estado del inmueble, ya que lo separan casi 300 metros de la costa, pero es un inmueble que sólo se utiliza en los meses más cálidos del año. Aunque su actividad menguó bastante durante el 2020 -a consecuencia del covid-, registró un aumento notable de interesados durante este año. De hecho, desde la entidad explican que el edificio se ha pintado recientemente -es una concesión de la Autoridad Portuaria- y que esperan un incremento de socios en 2022. Su situación en medio del mar condiciona su funcionamiento, que arranca en torno a mayo.
El siguiente edificio localizado a pie de playa, pasando de largo El Camello, está entre las playas La Concha y la Primera de El Sardinero. Se trata del Balneario de La Concha, en funcionamiento todo el año. Este negocio dedicado a la hostelería tiene diferentes espacios: una amplia terraza chillout, un restaurante, una taberna y una zona 'Street food' que mezcla la comida exótica con la cántabra. Esta última zona fue durante muchos años un pub -bajo el nombre Buenas Noches Santander-, pero ahora combina esa actividad con la gastronomía y ha cambiado el nombre por sus siglas: BNS.
A menos de 200 metros está el siguiente inmueble, dividido en varios espacios y no todos en funcionamiento. Mientras el restaurante Maremondo, en la parte de arriba, es uno de los establecimientos hosteleros más concurridos de la zona y está coronado por una escultura de Roberto Orallo, que también atrae a muchos visitantes, la zona de abajo del edificio, conocida como 'los bajos del Rhin', está semi abandonada. Los primeros locales -los más cercanos a la zona de La Concha-, llevan bastantes años cerrados, con las ventanas cubiertas y las paredes con grafitis. Aunque cada cierto tiempo se pintan de blanco, los grafitis no tardan en volver a aparecer. La otra mitad de los locales sí está en uso. Hay unos baños públicos, un negocio de alquiler de sillas, tumbonas y sombrillas, una escuela de surf, un centro de salvamento y otro restaurante, el Miramar. Esta situación ha sido denunciada en varias ocasiones por la oposición del Ayuntamiento, a pesar de que el inmueble pertenece a la Demarcación de Costas que, a su vez, permite su explotación a través de concesiones.
Una vez pasados los Jardines de Piquío, ya en La Segunda de El Sardinero, está el edificio a pie de playa más polémico de Santander: el Rema. Este inmueble, que durante muchos años se dedicó también a la hostelería, lleva años sumido en la decadencia. Cerrado a cal y canto, lleno de pintadas y en mal estado, se debate entre una segunda vida y el derrumbe. Desde el Ayuntamiento han pedido a Costas en más de una ocasión que les cedan el edificio para rehabilitarlo y abrir en él un centro de surf. Sin embargo, desde la Demarcación siempre encuentran 'pegas' en la documentación que presentan desde la Administración local y amenazan con seguir adelante con el derribo, una intervención que ha salido a licitación en más de una ocasión. Actualmente, ambas administraciones están pendientes de una reunión que les permita aclarar la situación y decidir cuál es el futuro de este antiguo chiringuito.
Este paseo de playa en playa termina con el que ahora es el edificio más prestigioso. Lo es porque acoge el reconocimiento más importante del mundo de la gastronomía: una estrella Michelin. El Serbal, que anteriormente estaba ubicado en Tetuán, se trasladó a El Sardinero -al edificio del antiguo Cormorán- el pasado mes de julio. Con la mudanza perdió su estrella, aquella que poseía desde 2003, ya que un cambio de localización obliga a efectuar una nueva evaluación. Pero, aunque han pasado cinco meses sin ella, hace dos semanas la recuperaron y, ahora, han elevado el valor de este inmueble, dedicado desde hace décadas a la hostelería pero que hasta ahora no había sido reconocido con ningún galardón.
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