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GUILLERMO BALBONA
Domingo, 30 de julio 2017, 10:55
¿Dónde pueden concentrarse cerca de setenta cámaras conectadas a videograbadores que captan imágenes durante un mes; cuarenta puntos de acceso Wifi; setenta altavoces; un depósito de obra construido de hormigón con una capacidad de 200 m3, dividido en dos, para poder hacer mantenimiento de ... uno de ellos sin que la instalación quede desabastecida de agua de forma completa; 1.500 rociadores; aljibes y bombas de agua; un centro propio de transformación energético; ocho unidades de tratamiento de aire...?: en el Centro Botín.
El edificio de Renzo Piano, inaugurado hace poco más de un mes sobre el muelle de Albareda, recibe desde su apertura a miles de visitantes atraídos por la singularidad arquitectónica de ese doble volumen que se adentra en la bahía y permite, a través del pachinko, la disponibilidad de una plaza pública de pasarelas que propician otra perspectiva de la ciudad. Pero bajo esta nueva fachada urbana, tras los pliegues de los muros cortinas y vigas, en las entrañas de la compleja construcción que se edificó durante cinco años, se concentra una red de arterias que vehiculan decenas de sistemas de seguridad, control, detección, extinción o climatización, entre otras labores y funciones que garantizan el funcionamiento del Centro.
Extinción Depósito de obra construido de hormigón con una capacidad de 200 m3, dividido en dos, para poder hacer mantenimiento de uno de ellos sin que la instalación quede desabastecida de agua. Red húmeda para alimentar tanto las bocas de incendios como para 1.500 rociadores
Megafonía y Cámaras 15 zonas con tres puntos previstos para la emisión de avisos. Existen 62 altavoces en todo el edificio. Cuenta con 70 cámaras conectadas a cinco videograbadores.
Climatización Ocho Unidades de Tratamiento de Aire, dos depósitos de inercia (para frío y calor) de 4000 litros. Intercambiador de agua de mar (condensación y evaporador), y equipo de filtraje para la captación de agua.
Bajo las salas de exposiciones, superficie que vertebra esta infraestructura artística y cultural, el edificio se antoja una criatura supeditada a cuidados intensivos. Un paisaje invisible a los ojos del público, configurado por un entramado de artefactos e instalaciones que controla las constantes vitales del nuevo edificio santanderino.
Y en el epicentro, a modo de nudo arterial de la obra, el sótano conforma una superficie de ochocientos metros cuadrados, una gran parte de ellos ubicados bajo la zona pública conocida como El muelle, que constituye el corazón del Centro Botín.
Contribuir a la «sostenibilidad medioambiental» es uno de los objetivos prioritarios del Centro. Desde su concepción inicial y su fase de diseño, se contempló la incorporación de materiales y sistemas respetuosos con el medio ambiente. Factores como el emplazamiento sostenible, un uso eficiente del agua o diversos equipamientos que garanticen tanto el ahorro energético del edificio como el confort para sus ocupantes son parte de la identidad del proyecto. En el sótano de la gran obra se halla el denominado BMS, «el corazón del edificio, lo que hace funcionar todo». Desde el puesto central se controla, por ejemplo, la producción termofrigorífica, los sistemas de climatización y calefacción y los de ventilación. O la potencia demandada por el Centro «para poder encontrar ahorros y la integración con la central de incendios, que a su vez está intercomunicada con la central del túnel».
Como en todos los diseños del arquitecto genovés la integración del edificio en el entorno ha sido una de sus claves. Por ejemplo, el sistema de enfriadoras del Centro Botín está vinculado estrechamente a la concepción de Piano. La captación de agua marina permite que «toda la refrigeración de la maquinaria de producción de frío/calor se aborde gracias a una apertura que permite la entrada de agua marina al circuito de climatización. Una vez completado el proceso, el agua se devuelve al mar completamente limpia». La reducción del gasto energético, así como la supresión del uso de refrigerantes artificiales, cuya utilización es perjudicial para la fauna y la atmósfera de la bahía, son los principales beneficios de este sistema.
En este sentido, el Centro Botín opta a conseguir la Certificación LEED Plata, «distinción internacional que es sinónimo de excelencia en sostenibilidad». En el caso del aprovechamiento de la luz natural el Centro Botín registra un doble recurso: por un lado, gracias a los muros cortina y el lucernario, «se evita o minimiza la iluminación artificial para los espacios expositivos del volumen oeste y buena parte de las aulas del volumen Este», según apunta Ana Palencia, responsable de la gestión del proyecto.
Entre las estrategias implantadas en la obra de Piano destaca el ahorro de agua en torno al 30%, energético 25%, y el uso de materiales regionales y reciclados, 50% y 20%, respectivamente. El Centro Botín «está considerado como un museo, aun con todas sus posibles variaciones y salas multifuncionales, pero debido a su actividad principal la normativa lo incluye dentro de los centros de obligado cumplimiento en su instalación de un máximo Sistema de Seguridad», como revela el despliegue de personal y los sistema de detección.
En lo que concierne a la extinción, la instalación cuenta con una red húmeda que siempre contiene agua, para alimentar tanto las bocas de incendios como los rociadores y otros elementos de protección del edificio a excepción de las galerías de arte.
«En el caso de las salas expositivas, la instalación es seca, es decir, la red de rociadores se encuentra cargada con aire». Otro elemento importante es la existencia de «un grupo de presión de agua osmotizada para la limpieza de los muros cortina (fachadas) y otro para agua grises que permiten ahorrar agua en los inodoros ya que se utiliza agua de rechazo». El grupo de presión de incendios lo integran dos aljibes, que garantizan la seguridad ante un posible siniestro.
En el sótano, finalmente, se sitúa la sala de control de seguridad desde donde se visionan todas las cámaras del edificio, se gestiona el control de accesos del edificio y se encuentra la central de incendios.
Además se encuentran las cocinas de la cafetería/restaurante El Muelle, unos cien metros cuadrados a los que se accede de una escalera de caracol de 36 escalones.
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