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En la farola artística de la plaza de Cañadío que un joven gamberro dañó en la juerga etílica de pasada Nochevieja ha quedado la huella: el fanal destrozado ha sido sustituido, pero por otro modelo parecido al que había, puesto que ya no hay idénticos para proceder a la reposición. El original quedó destrozado cuando el joven, al parecer de origen italiano, subió por el mástil de la farola y se colgó de un fanal cayendo a tierra.
No hubo heridos y las desalentadoras imágenes quedaron grabadas en decenas de teléfonos móviles y distribuidas por las redes sociales. La Policía Local sigue investigando para localizar al autor del 'atentado' y la empresa Elecnor ha sustituido el fanal destrozado. Solo que no existen ya del mismo modelo utilizado en las farolas de esa concurrida plaza, con corona dorada. Así que el fanal destruido ha sido sustituido por uno sencillo, de la misma colección que las coronas utilizadas en la sustitución del globo superior de la citada farola y su gemela de la misma plaza. Y del mismo modelo sencillo que se ha utilizado en la eliminación de los globos y coronas de la farolas de la zona de plaza junto a la iglesia de Santa Lucía, parroquia propietaria de una importante porción de esta plaza, como está marcado en las baldosas del suelo, delimitando espacio público municipal y privado de la iglesia, con las iniciales SL (Santa Lucía).
Con todo, el fanal nuevo no sustituye a uno de los originales de principios de siglo puesto que a la farola le fueron cambiados estos elementos en fecha que nadie, ni los vecinos más antiguos e ilustrados de la plaza, sabe decir.
Y los fanales que luce desde hace décadas la farola artística no son lo que tuvo cuando se instaló en su primer emplazamiento, el desaparecido puente de Vargas. Del puente pasaron a Cañadío, años después. Sin brazos.Es más, en el año 1986 -y lo atestigua una fotografía del veterano Manuel Bustamante- la farola aún no tenía brazos, solo un globo en su parte superior.
Más tarde sería 'engrandecida', con dos brazos con faroles y en la parte superior, un globo con corona, dentro de un óvalo, orlado de adornos. La foto de Bustamante corresponde a septiembre de 1986, en la salida desde la plaza de Cañadío del Circuito Montañés de Ciclismo. Entonces la plaza aún no era peatonal y las instalaciones de El Diario estaban en la calle de Moctezuma, junto a la célebre plaza.
La cuestión es que el gamberro no aparece, y reponer un fanal ha costado 500 euros, que pagará el seguro de Elecnor, empresa encargada de todo lo relacionado con el cambio de los fanales y farolas de Santander. También de reconvertir la luz amarilla en blanca, en todo el municipio, con resultados dispares que están siendo mejorados, como ya ha sucedido en el Paseo de Pereda y en el Paseo Marítimo.
Los destrozos causados por los gamberros en el mobiliario público arbolado son frecuentes. Y a él se ha unido en el último año el ataque sufrido por el segundo monumento más antiguo de Santander, el dedicado a Augusto González de Linares, que acaba de recuperar el brazo que le fue arrancado el otoño pasado. Una reparación que le ha costado al erario municipal 1.083 euros. La restauración ha sido realizada por la empresa Lydia Quevedo (GRAP SL Gestión y Restauración de Arte y patrimonio).
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