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Una celebración «improvisada» y más atípica que nunca. Así fue la fiesta –no anunciada– de El Carmen en el Barrio Pesquero de Santander. «Hemos tenido que engañar a la gente diciéndola que no íbamos a hacer nada para que no vinieran demasiadas personas», afirmaba antes de irse a casa Curro Zorrilla, presidente de la Cofradía de Pescadores de Santander. No hubo más actos que dos misas. Tras la segunda de ellas, los marineros sacaron a la Virgen a la calle para honrarla ante los fieles que allí se reunieron.
En la iglesia, se mantuvo un metro y medio entre todos los asistentes y se redujo el aforo a 105 personas que vestían mascarilla. Lleno. Junto al altar, la Virgen lucía carteles: «Ni tocar, ni besar», apuntaban. La misa, a pesar de reducida, fue emocionante. Y se entonaron todas las canciones tradicionales.
Al finalizar la eucaristia, una fila de a uno, dominada por el azul marino de las mascarillas y las camisas, salía del templo. «Esperaremos 20 minutos hasta que se despeje la puerta para sacarla. Cuanta menos gente haya, mejor», comentaba el cura del barrio, Sergio Llata, a El Diario Montañés. El público recibió fuera, con una Salve, a las costaleras y los cofrades. «Hoy marca un antes y un después en esta celebración. Hemos decidido unificarnos con las costaleras por primera vez en la historia. Así hemos hecho el saludo a la Virgen todos juntos. Quiero darle las gracias a ellas por habernos arropado como lo han hecho para que todo salga bien. A partir del año que viene haremos más cosas juntos», concluía el presidente de los pescadores de Santander. Los allí presentes pudieron gritarle a la Virgen el tradicional: «¡Guapa, guapa y guapa!».
Por otro lado, tuvieron que cancelar las tradicionales comidas masivas con las familias del resto de los marineros. «Y eso duele en una celebración tan familiar. Nos lo han prohibido, con las mascarillas y la distancia no ha podido ser así», comentaba Curro Zorrilla. Este año lo han conmemorado de manera más íntima en el comedor de casa.
«Lo hemos vivido con una intensidad muy grande. Ha sido muy triste», aseguraba Curro Zorrilla. «Todo lo que íbamos a hacer nos lo han roto», lamentaba. El dolor era evidente. «El barrio hoy llora a la Virgen, esperamos durante 364 días del año este momento. Es el día más importante para nosotros con mucha diferencia y nos pone muy tristes celebrarlo así», reconocía.
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