Cantabria ConBici denuncia que «el carril bici desaparece por las fiestas»

«No tiene sentido. El carril desaparece por las fiestas, justo cuando debe usarse más. Las ferias y las casetas lo ocupan todo», protesta Roberto Ortiz, responsable de Cantabria ConBici, el colectivo que representa a los usuarios de bicicleta de Santander. Ellos han trasladado las protestas esta semana al Ayuntamiento de la ciudad, «que nos echa a las carreteras con lo peligroso que resulta». Precisamente en fiestas, cuando debe fomentarse que el usuario deje el coche en casa y se mueva de manera «más sostenible» por la ciudad, «nos hacen esto y ponen en peligro también al viandante, porque en Mesones puede haber atropellos», protestan.

Este hecho ha servido para reavivar antiguas protestas del colectivo: «No sabemos cómo pretende sacarse el coche de la ciudad si uno de los parking disuasorios como es el de El Sardinero se ocupa con eventos todo el verano. Tampoco sabemos nada del proyecto de aparcamiento disuasorio de La Marga debido a presumibles problemas políticos entre el PP y el PRC, que pagan los ciudadanos de Cantabria a cinco meses vista de la implantación de las Zonas de Bajas Emisiones, de cuyo proyecto tampoco se sabe nada», detalla Cantabria ConBici en un comunicado.

«Desde Cantabria ConBici, todos los años denunciamos estas actuaciones del Gobierno municipal de Gema Igual y César Díaz en temas de movilidad. Cuando en muchas ciudades del país progresan en aspectos relacionados con la movilidad sostenible, aquí no se avanza. Al contrario, se siguen cometiendo los mismos errores y no se progresa a pesar de los problemas de contaminación», detallan en el escrito.

El colectivo protesta por lo que considera una política «irresponsable» por parte del Consistorio. «Por un lado nos dicen que por el carril bici de El Sardinero transitan 500 bicicletas diarias y, por otro lado, tienen políticas como las de invadir el carril. ¿Qué sentido tiene? ¿Nos están vendiendo humo?», denuncia Ortiz.

El Diario Montañés se puso ayer en contacto con el Ayuntamiento santanderino, pero nadie quiso manifestarse sobre la problemática.