Francisco Iturrino, una calle marcada por los disturbios

«No, no es un lugar seguro», admitía ayer una mujer envuelta en una bata. «Y mire que hacía tiempo que no pasaba nada», añadía luego quitándose el barro de las zapatillas.

Cuando dice eso, que hacía tiempo que allí no pasaba nada, la señora se refiere a los dos años que han transcurrido desde el último incidente grave conocido. Sucedió en la Nochevieja de 2015, cuando un individuo armado con una pistola le pegó tres tiros a otro alcanzándole en un gemelo, en un muslo y en un brazo. «Soy un hijo de puta con clase, pero no la clase de hijo de puta que es él», declaró el condenado en el juicio.

Poco antes de esto, en 2013, otra pelea, esta entre hermanos, acabó con uno de ellos fallecido como consecuencia de las cuchilladas que el otro le asestó durante una discusión en plena calle, una en el estómago y otra a la altura de un pulmón.

Aunque si hay algo que los vecinos de la calle Francisco Iturrino no olvidan es el asesinato de la joven Elisa Calderón, a la que su excompañero sentimental descerrajó un tiro en la cabeza con un revólver del 38 en 2004. Madre de una niña de corta edad fruto de su relación con su agresor, que se dio a la fuga y fue capturado apenas unos días después, la mujer quedó herida de muerte sobre un gran charco de sangre que tiñó de rojo la acera del lugar en que habita la ansiedad de salir a la calle a dar un paseo. «Antes los niños salían a jugar». Ahora ya no. Ante el peligro, prefieren quedarse en casa.