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«Ni ejercicios, ni calentamiento previo. Me pongo el bañador, voy andando por la arena, entro al mar poco a poco hasta que te llega a la barriga, y en ese momento me persigno y ¡al agua!». Una rutina que Antonio Chao y la ... cuadrilla de amigos cumple cada día del año en los arenales de la Virgen del Mar y que este miércoles, por mucho que fuera el estreno de 2020, no iba a ser diferente. Y así lleva cuarenta años. «No es ninguna tradición por ser fecha señalada. Simplemente esto para nosotros es una rutina diaria, una costumbre, y si no lo haces te encuentras incómodo; es como que te faltara algo», apunta Chao.
Salvo en días de tempestades o por causa mayor, ninguno falta a la cita. Nadie. Se trata de un grupo heterogéneo, pero cumplidor, del que Chao es el más joven, con 64 años, y Antonio Pereiro, el mayor, con 82. También forma parte del grupo una mujer más joven, enfermera, que solo falla los días del turno matinal. Todos ellos coinciden en el aparcamiento de la Virgen del Mar entre las diez y media y las once de la mañana y minutos después se dan el chapuzón. Al contrario que otros grupos que, por costumbre o tradición, realizan algún deporte o actividad antes de meterse al agua -como hacen sus correligionarios de la agrupación deportiva Palas Cantabria, en la playa de El Camello, o la A. D. La Caracola, en la Concha, ambas de Santander, que juegan unas partidas de palas- la cuadrilla de la Virgen del Mar no sigue ningún ritual previo: «No calentamos ni nada de eso. Sólo el paseo desde donde tienes el coche hasta el agua».
Chao comenzó a ejercitar lo del baño diario -y siempre en la Virgen del Mar- hace cuarenta años. Al principio iba por la tarde y luego pasó a acudir por la mañana, horario que ha hecho costumbre. Igual que los otros integrantes de la cuadrilla con los que coincide «desde ni me acuerdo».
La temperatura del agua nunca les ha echado para atrás. Este día de Año Nuevo, por ejemplo, marcaba 13 grados y, aún así, tampoco les privó de dar unas cuantas brazadas y hacerse «algún largo». Es decir, este grupo no es de entrar y salir. Permanece en el agua «entre cinco y diez minutos». «¿Salir con frío? Para nada. ¡Sales como nuevo! Es una sensación... como si flotaras», sostiene. Por si eso fuera poco, Chao de propina nunca deja de pasarse por la ducha («El agua sale a diez grados», asegura) pues lleva mal lo de no quitarse el salitre de encima.
Una vez fuera del agua, el grupo departe un rato «hablando de cosucas» en alguno de los bancos de la zona, como ocurrió este miércoles, ya que la jornada meteorológica -13,3º, según Aemet en la zona- les permite esos lujos. O bien se citan habitualmente en Casa Miguel para cerrar la matinal «con un caldito y un blanco». Para Chao, y también para el resto, «el baño diario es un 'hobby'». En su caso, además, le sienta como si fuera un placebo: «Hace años, y toco madera, que no cojo ni un constipado».
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