![«Lo que hizo Julián Sánchez simboliza la tarea vocacional en días angustiosos»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202104/01/media/cortadas/63351777--1248x836.jpg)
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La única persona fallecida oficialmente durante el incendio de Santander del año 1941 fue un bombero que viajó desde Madrid para sofocarlo. Su colega Manuel González Zarzuelo, miembro del parque municipal de bomberos de la capital cántabra, ha escrito un documentado libro sobre él titulado ' ... Julián Sánchez García. Retrato de un olvidado' (Ed. Librucos). La autora del prólogo es Teresa Cobo, subdirectora de El Diario Montañés.
-¿Cómo nació la idea de esta obra?
-Es un proyecto personal, dormido durante bastante tiempo. Comienza en 2005, cuando se publica el libro 'Génesis e historia de los bomberos municipales de Santander', de Modesto González, en el que participé. Mi libro era entonces una idea sin concretar. Existían datos de todo tipo, pero no plenamente comprobados. Resultó fundamental para poder hacerlo la intervención de su familia. Por un lado, la hija de Julián, Goyita. Y por otro, su primo Teodoro. Sin la colaboración de ambos no hubiera podido escribir algo de tal rigor en el contenido, con tantas aportaciones informativas y gráficas.
-¿Quién fue Julián?
-Una persona que nació en Toro, Zamora, de infancia muy dura. Perdió a su madre con año y medio, por lo que debió enfrentarse desde bien pronto a los rigores propios de la vida, especialmente difícil en aquel tiempo. En el año del incendio de Santander se encontraba trabajando en el parque de bomberos de Madrid como bombero portalanzas.
-¿Por qué acudió a Santander?
-Porque sustituyó a alguien que no localizaban o que no podía venir. Lo cierto es que no estaba asignado en el grupo inicial. Será, por tanto, esa circunstancia la que decida que se desplace junto con sus compañeros. Arrancan de Madrid en las últimas horas del día 16 de febrero a bordo de un convoy integrado por cinco vehículos y veinticinco personas. El viaje fue tremendo, pues ni las carreteras de entonces ni los vehículos se parecían a los de hoy. Además, la época era de clima intenso, presidido por el frío e incluso por la nieve en múltiples tramos del trayecto. Llegaron a Santander en torno a las nueve y media de la mañana del día 17. Nada más entrar en la ciudad empezaron a trabajar.
-¿Cómo se produjo el accidente que acabó con su vida?
-A primera hora de la tarde del día 17 Julián sustituye a su compañero Mariano del Hoyo en la tarea que desarrollan en un edificio ubicado frente a la salida de nuestra actual calle Lealtad, en el cruce con Calvo Sotelo. De repente, el edificio que está detrás de Julián colapsa. Como consecuencia, sale proyectado escombro de todos los tamaños. Uno de los fragmentos le golpea en la parte izquierda de la espalda, derribándole. De inmediato le ayudan a levantarse y es trasladado con urgencia a la Casa de Socorro. Allí le derivarán a Valdecilla, donde se le diagnostica un fuerte traumatismo en la espalda y en la pierna izquierda. Poco después volverá a trabajar, aunque su jefe, viendo que no remiten los dolores, le ordena que descanse. De hecho, pasa la noche en la cabina de uno de los camiones. El día 19 será trasladado de nuevo a Valdecilla, donde queda ingresado con diagnóstico grave. Se avisa entonces a la familia y Gregoria, su esposa, viene a Santander para estar a su lado. A medida que avanzan las horas el empeoramiento de la salud de Julián es imparable. Se le realizan dos transfusiones de sangre, pero nada puede evitar la muerte, certificada a la una de la madrugada del día 28, textualmente, por neumonía traumática y hemorragia secundaria.
-¿Qué reacción produjo el suceso entre sus compañeros y la ciudadanía?
-Al conocerse la noticia se establece el velatorio en el parque de bomberos situado en el Río de la Pila. Están en él su mujer, sus colegas de Santander y San Sebastián y las autoridades civiles, militares y eclesiásticas. El día 1 de marzo llegan desde Madrid sus compañeros para hacerse cargo del féretro. Parte la comitiva desde el Río de la Pila hasta la estación del Norte para trasladarle a la capital de España en el tren correo. El pueblo santanderino le despide en medio de una profunda tristeza y del mismo modo será recibido por el pueblo madrileño. Se le enterró en el cementerio de la Almudena. En 2015 sus restos fueron trasladados al cementerio Sur, también de Madrid.
-¿Qué huella te gustaría que dejara el libro?
-El recuerdo de lo que sucedió. Me parece una injusticia que este hombre haya permanecido perdido en la memoria colectiva. Lo que hizo simboliza la tarea vocacional, de plena entrega, de numerosos profesionales que dieron lo mejor de sí, en días angustiosos y en condiciones de trabajo muy complicadas, para ayudar a los habitantes de Santander en aquellas circunstancias tan terribles.
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