Los ingleses dejan huella en Santander
Unos 3.000 aficionados de los equipos finalistas de la Europa League que irán a Bilbao hacen escala en Cantabria | La presencia se palpa en el aeropuerto, en las terrazas, en las reservas de hoteles y también en algunas peleas
Mark Yuse paseaba con dos amigos a primera hora por Reina Victoria. Tres tipos de unos sesenta años. Ingleses y 'Spurs' de toda la vida. ... Tanto, que el hombre lleva tatuado en una pierna el escudo del Tottenham Hotspur. «He visto todos los partidos desde el 75», contaba con orgullo mientras uno de sus colegas le pegaba un trago a una lata de cerveza. Él, que viajó con su mujer, cogió un avión en Londres con dirección a Barcelona y, desde allí, otro para Santander. Fue previsor y se la jugó. Antes de las semifinales, ya había pagado todo (se arriesgó a perderlo, pero evitó los sablazos del último momento). Total: algo más de 1.400 euros. Tampoco estaría mal la cuenta al final del día de los once chavales del Manchester United que a media mañana estaban sentados en una mesa llena de vasos de la Plaza de Pombo. ¿Una foto? Al rato, tras vaciar las mochilas, cantaban y posaban con banderas y camisetas del club. «Llegamos ayer y nos quedamos aquí hasta el viernes». La final de la Europa League en Bilbao de hoy entre los dos equipos ingleses deja huella en Cantabria y, especialmente, en Santander. Huella en todos los sentidos. Por un despliegue sin precedentes en el aeropuerto, por el impacto en la hostelería y en la economía local, por el ambiente en la ciudad... Y también por el temor, claro, a que algunos decidan arruinar la fiesta. Como los protagonistas de un par de peleas en dos establecimientos –fueron los mismos en dos bares distintos–. Una provocación entre seguidores acabó con «sillas volando», aunque sin heridos de consideración ni detenciones.
Mientras Yuse y sus colegas andaban de paseo y los seguidores que llegaron en forma de goteo desde el fin de semana se desperezaban en los hoteles, en la Delegación de Gobierno se celebraba una última reunión de coordinación. Policía Nacional, Guardia Civil, 112, Policías Locales, Aena... Allí repasaron algunas de las cifras que ya adelantó El Diario Montañés. La estimación de que serían unos 3.000 aficionados, que sólo en Santander se calculaban 1.000 reservas hoteleras, que se reforzaba la seguridad, la vigilancia del tráfico... «Un dispositivo ya en activo desde el pasado fin de semana y hasta el próximo que tiene como punto clave la jornada del partido», matizó la delegada del Gobierno, Eugenia Gómez de Diego.
1.000 reservas
hoteleras en Santander, según cálculos de la Delegación de Gobierno
En el aeropuerto, sin ir más lejos, era evidente el aumento de la presencia policial ante la llegada de un vuelo de Londres. Por supuesto, completo. «Luego, cada uno que ocupe otros puestos, pero de entrada es bueno que, nada más llegar, nos vean», explicaba un mando de la Guardia Civil a una cuadrilla de agentes. «Va a ser una movida...», se escuchaba en un corrillo de taxistas a la espera del vuelo. Cerca de ellos estaba Tin, con su nombre en la espalda de una camiseta del Tottenham con el número cincuenta. «Vivo en Sestao y vengo a buscar a mi hermano y a mi sobrino, que vienen a ver el partido».

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Los aficionados se mezclaban en el pasaje con los viajeros habituales. «Han salido cantando del avión y estaban pidiendo 'gin tonics' antes de despegar», contaba una pasajera española. La terminal se llenó de las típicas estampas en estos casos. Tipos con polos, camisetas, gorros de fútbol... Unos con chanclas como si fueran a Benidorm, otro que se cambió de ropa en plena terminal y acabó en traje de baño... Venían de Londres, así que casi todos 'spurs', aunque un seguidor del Manchester United se atrevió a sacar una camiseta y a cantar mientras esperaba para alquilar un coche. Piques.
Venían en los vuelos del Reino Unido, pero también en el resto de aviones procedentes de otros destinos. De hecho, en el de Roma, a primera hora, se produjo uno de los incidentes del día. Un pasajero bebido y molesto, seguidor del United, tuvo que ser sacado del avión por varios agentes después de que se presentara una denuncia.
Por la ciudad y en el hotel
Con una mañana espectacular de sol en Santander –que más querían ellos–, era de esperar actividad en los cañeros y en las terrazas. Y sí, había gente, aunque por la mañana, más que la típica escena de una plaza invadida, eran grupos en distintas zonas. «Vamos a estar aquí de martes a viernes. Nos quedamos en Santander en un hotel al lado de las Estaciones y este miércoles vamos a Bilbao al partido y luego volvemos», comentaban en un grupo en una terraza de Calderón de la Barca. Del United, como los que presumían allí al lado de otro tatuaje en el gemelo con el escudo. Un padre y un hijo con la camiseta de Garnacho se hacían un selfie ante el Centro Botín. Y así, desperdigados, se veían grupos a la hora del aperitivo por el Paseo de Pereda, por Pombo, por Castelar, por Hernán Cortés... Todos bien hidratados con jarras de cerveza.
Con todo, durante la jornada –y a la espera de lo que pasara durante la noche, al cierre de esta edición–, el grupo más numeroso 'desembarcó' en el Hotel Santemar, en el Sardinero. Tres autobuses completos. Llegaron cerca de las dos de la tarde y se encontraron con un dispositivo especial en recepción para hacer el registro y varias barras en el exterior para que se sintieran a gusto. Entre este grupo –del Tottenham–, otro que venía por la tarde –del Manchester United– y los que habían venido por libre, en el establecimiento contaban con más de doscientas habitaciones ocupadas por ingleses. «Lo llevamos planificando desde hace un año y, de hecho, varios equipos que se quedaron por el camino han tenido reservas que se fueron cayendo», explicaba el director, Francisco Agudo, pendiente de todo.
La tarde y las peleas
A las cinco estaba prevista la llegada del primer chárter de los muchos que aterrizarán en Cantabria. Un vuelo especial organizado expresamente para asistir al partido. Era, precisamente, el que traía al segundo grupo del Santemar –el del United–. Llegaron con retraso al Seve Ballesteros. Casi a las siete. Y de allí, al hotel en autobuses. Salieron muy formalitos del avión –alguno comentaba que eran aficionados de los que tenían las entradas más caras y palcos en el estadio–. Nada que ver, en lo de formales, con los que montaron el follón más destacado en las primeras horas de estancia de los seguidores en la ciudad. Fue el lunes, a eso de las siete y cuarto. En el Siboney, en Castelar. «Padre e hijo, ambos del Tottenham, estaban dentro del bar y varios seguidores del United entraron provocando. Acto seguido, el padre se levantó y comenzó el enfrentamiento», contaban desde el establecimiento. «Sillas volando por los aires, no sabíamos donde meternos». El vídeo que publicó este martes la web de El Diario Montañés dio la vuelta al mundo.
Poco después, «a mucho tardar una hora», algunos testigos vieron a los mismos protagonistas montando otra pelea en el Tribeca, en Hernán Cortés, algo que confirmaron en el establecimiento, según informó el periodista Kevin Barquín. «Ya sabemos las consecuencias que tiene el consumo de alcohol», comentaba por la mañana la delegada del Gobierno al hilo de las preguntas sobre posibles incidentes. Carmen Martínez Ruiz, la jefa superior de Policía de Cantabria, reconoció en el mismo acto que se había producido «alguna incidencia mínima» que se había resuelto «con presencia policial». Y definió lo sucedido como lo que puede pasar «en una zona de ocio durante un fin de semana».
El temor estaba, claro, en que no se repitieran escenas así con el paso del día, el aumento de seguidores por la ciudad y las horas acumuladas de 'levantamiento de jarra' en las terrazas. Por la tarde, como era de esperar, los grupos eran algo más grandes, estaban más concentrados en varios puntos y esa estampa tan típica de otras finales futbolísticas de seguidores ingleses tostándose al sol sin camisetas y pidiendo cervezas era más palpable. Y quedaba la noche...
Todo, a la espera de un miércoles en el que, durante el día, no se verá en Cantabria a tantos aficionados. Los que lleguen en chárter irán directos en autobús a Bilbao. Y a los que están en los hoteles les llevarán también a la capital vizcaína desde primera hora. Se calcula que allí, entre los que tienen entrada y los que no, se juntarán unos 80.000. Y una parte de ellos sí que regresará a Cantabria, pero tras el partido. Bien para regresar directamente a su país desde el aeropuerto, bien para meterse a la cama aquí con sabor de boca dulce o agrio. Eso dependerá de lo que pase en el partido. Porque esto, al fin y al cabo, es fútbol.
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