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En septiembre de 2017, un tramo de unos 25 metros del cantil del muelle 4 de Maliaño se vino abajo por el peso de un trailer y una máquina que acabaron en el mar. En diciembre de 2018, la Autoridad Portuaria de Santander ( ... APS) decidió cerrar la parte del Paseo Marítimo que hay junto a la Grúa de Piedra por las deficiencias de la estructura. Este pasado martes fue una franja de 130 metros de los tramos 5-6 de Maliaño la que se desplomó. Cada caso es distinto, pero las dudas sobre el estado de los muelles están sobre la mesa. Tomando como referencia la línea costera de la bahía entre el Barrio Pesquero y Puertochico, el Puerto define como «en mal estado» la situación de los muelles de Maliaño del 1 al 9 (suman 945 metros) y la del muelle de Maura (el de la zona de la Grúa de Piedra, con 55,60 metros). Sumando las dos, sale un kilómetro justo (exactamente, 1.000,6 metros). El resto está «en buen estado». Desde la institución aseguran que «todas las demoliciones o rehabilitaciones están programadas» y que el Plan de Mantenimiento Preventivo de la APS incluye a lo largo de este año las denominadas «inspecciones de inventario». «Por donde los ciudadanos de Santander pueden pasear los muelles son seguros», asegura Francisco Martín, presidente del Puerto.
La idea en estas páginas es hacer una radiografía del tramo más urbano. Sería la parte que incluye el «puerto histórico». De hecho, los muelles del área de Raos son de los años ochenta. «En muy buen estado», confirman desde la Autoridad Portuaria que, antes de nada, distingue entre tramos de muelle de bloques (que son macizos) y de pilotes, los que presentan más dificultades por su deterioro. En este segundo grupo, ya iniciando el repaso tramo por tramo, está toda la franja que comprende los muelles del 1 al 9 de Maliaño (para orientarse en su situación en la ciudad, el gráfico que acompaña esta página resulta muy útil).
Aquí es donde han ocurrido los dos sucesos más llamativos. El del trailer que acabó en el mar con un mordisco al cantil de 25 metros y el de los otros 130 que se vinieron abajo esta semana algo más adelante. Desde el Puerto establecen diferencias entre ambos hechos. El primero (tramo 1-4) se achaca a un transporte especial de 160 toneladas que no debía estar en ese punto. Sobrecarga. Aunque el muelle fuese nuevo, aseguran, el camión se hubiera caído. «El tramo 6 -por contra- era una estructura ya rota y colapsada, fuera de servicio». En general, sobre estos 945 metros que se encuentran en mal estado, la Autoridad Portuaria insiste en que son muelles que no están operativos, salvo para alguna operación «muy concreta y sin riesgo». La zona, que está en su totalidad dentro de las instalaciones portuarias (no se permite la entrada), está vallada. Son infraestructuras de pilotes de «los años cuarenta y cincuenta» con «métodos de cálculo distintos a los actuales y un déficit de construcción que, además, nunca han sido reparados». Rehabilitarlos ahora no es posible.
Francisco Martín, presidente de la Autoridad portuaria
MUELLES DE MALIAÑO
LAS ZONAS AFECTADAS
SIN TRÁNSITO
Francisco Martín
Y justo eso explica los planes previstos. La obra de demolición y reconstrucción de los tramos 1-4 ya está adjudicada y en marcha. Supondrá 19 millones de euros, tal y como explicó este periódico la pasada semana. A eso hay que sumar el proyecto que ya existía para demoler el 5-6 y que ahora, como se ha caído antes de su ejecución, ya no tiene sentido llevar adelante. Lo que harán será retirar lo que aún queda del 5 por seguridad y cambiar, en el futuro, ese proyecto de demolición por uno de reconstrucción.
Siguiendo en dirección al Sardinero, lo siguiente corresponde a los tramos 10-11 de los muelles de Maliaño (228 metros). Son de los años setenta y están «en buen estado». El muelle de Bloques (o del Almirante -107 metros-, la historia aquí juega un papel importante en cuanto a su denominación, pero se ha optado por utilizar los nombres que maneja el propio Puerto) es el que utiliza el ferri para atracar y se encuentra bien, según los informes que maneja la APS. Su propio nombre, de bloques, ya sirve para entender que no está entre los de riesgo. Fuera de la zona roja. Son instalaciones también de los años setenta, que se usan (este y el denominado de la Margen Norte) para las rutas de Brittany Ferries y cruceros, «tráficos limpios que no suponen ningún problema», según destaca el Puerto.
El recorrido prosigue por la línea de mar. Lo siguiente es el muelle de Albareda. También en buen estado, según aseguran desde la institución (está igualmente construido con bloques) y, en este caso, con una particularidad. Porque la franja, que cuenta con una longitud de 267 metros, está concesionada al Centro Botín, protagonista absoluto de esta parte del Paseo Marítimo, frente a los Jardines de Pereda. Se trata, además, del primer punto del repaso que está a disposición de los ciudadanos. Es decir, que está abierto al paso, sin restricciones, de santanderinos y visitantes.
Es, de hecho, una de las partes de la ciudad que más pisa cualquier paseante. Por eso, en diciembre de 2018 sorprendió especialmente que cerraran un espacio. El muelle de Maura. Y no era el primer susto en ese punto. En febrero de 2016 se vinieron abajo dos terceras partes de la estructura de la Grúa de Piedra. En ese momento aún estaba sin terminar el Centro Botín. De hecho, parte de lo que cayó de la máquina que Sheldon y Gerdtzen construyeron en 1896 fue a parar a una caseta de obra del centro de arte.
Ya con la Grúa rehabilitada y en su sitio llegó el cierre del espacio que hay a su lado. «Prohibido el paso por seguridad», pone desde entonces en unos carteles que ya forman parte del paisaje para delimitar 711 metros cuadrados con unas barandillas. El informe por el que se tomó la decisión de cerrar ya confirmaba que el muelle estaba «estructuralmente agotado y con su vida útil finalizada». Autoridad Portuaria y Ayuntamiento firmaron un convenio y ambos pagarán a medias la factura de la obra (1,5 millones). «El proyecto ya está y en los próximos días saldrá a licitación. Es inminente», aseguró ayer Francisco Martín. Será el Consistorio el que lo saque a licitación porque se rehabilita sólo para uso de paseo marítimo, no portuario. La obra supondrá acabar con la segunda zona en rojo del mapa portuario.
Hay un precedente. «Las fotos publicadas en El Diario Montañés el 14 de julio de 1993 daban miedo», escribió el periodista Juan Carlos Flores para explicar lo que se hizo en el muelle de Calderón. El que está, separado por los embarcaderos a ambos lados del Palacete, próximo al de Maura. «Los pilares habían perdido el hormigón, el hierro de su estructura estaba torcido y sufrían una acusada desviación de su posición vertical original. En algunos pilares sólo el armado de hormigón aparecía como sustento de la losa superior, por la que pasaban los ciudadanos». Como sostener un rascacielos con palillos. «El muelle de Calderón -resume la Autoridad Portuaria- está en buen estado, fue rehabilitado en los años noventa y desde entonces se utiliza como paseo, o en su caso para acoger embarcaciones históricas o eventos puntuales, nunca con fines de carga/descarga portuaria».
Lo último es Molnedo (Puertochico) y, más allá, Gamazo. La APS aclara que las «inspecciones de inventario» de este año servirán para conocer la exactitud de toda la información de la que ya disponen y el detalle del estado actual de las obras de atraque. «Combinarán la inspección a pie, en embarcación y por medios subacuáticos». Y a eso se sumarán otras inspecciones anuales de todos los muelles.
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