Más de una hora de inundación en El Sardinero

Y es que Santander ha sido uno de los puntos de España donde más lluvia ha caído hoy (Castro Urdiales también está en este ranking, que ofrece datos hasta las 17.00 horas de hoy). En la capital, según la Aemet, se han recogido más de 43 litros por metro cuadrado, muy por encima de los 32 registrados en Castro, los casi 34 que han recogido en el Aeropuerto Seve Ballesteros o los 34 de Bárcena de Cicero, los puntos que más precipitaciones han sufrido este jueves en Cantabria.

En la capital de Cantabria también se han registrado grandes bolsas de agua en Las Llamas y el barrio de Tetuán. Desde el Ayuntamiento han explicado que lo ocurrido no ha sido «nada grave» y han señalado que, fundamentalmente, las acumulaciones de agua se han debido a que había muchas hojas de los árboles que han taponado las alcantarillas y han impedido el desagüe del agua de lluvia. Por su parte, el Centro de Atención a Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria coordinó entre las 07.00 horas y las 19.00 horas de hoy un total de 22 incidencias derivadas de 43 llamadas que tenían que ver con las intensas lluvias caídas en el litoral. Desde el inicio de los fenómenos meteorológicos adversos, han sido 70 las llamadas recibidas y 29 las incidencias gestionadas.

Los incidentes se corresponden en su práctica totalidad con acumulaciones de agua en la calzada e inundación de locales. La nieve, de momento, no ha provocado situaciones de emergencia. Desde el Gobierno se ha advertido que los avisos amarillos por lluvia y nieve continúan activos hasta el final del día de hoy.

En El Sardinero, al mediodía, la imagen ha sido llamativa y, sobre todo, ha pasado factura a los negocios del entorno. «Tengo a quince clientes que no pueden salir», contó al mediodía Paloma Marcos, directora general del Maremondo, mientras observaba con impotencia cómo los escasos coches que intentaban pasar por delante de su negocio generaban olas que metían el agua dentro del establecimiento. «Hemos llamado a los servicios de emergencia, pero deben de estar desbordados», señaló pasadas las dos de la tarde. Algunos minutos después de hacer este comentario aparecieron los bomberos para intentar limpiar las alcantarillas obstruídas con hojas de los árboles.

Fernando Burgués, del bar Caribe, en La Cañía, señaló su «indignación» con lo ocurrido: la lluvia le inundó la cocina, lo que supone pérdida de género y máquinas estropeadas. El hostelero no hacía más que preguntarse «¿para qué sirve el tanque de tormentas? No hay derecho a que pase esto», en referencia a la gran obra acometida en el subsuelo de la zona durante meses que, se suponía que iba a servir para que estos problemas no se generasen. Su negocio ha sido uno de los más afectados. Justo al lado, en La Cañía, Valentín Calvo aprovechaba la tregua que ha concedido la lluvia para tomar algo en una de las mesas de la terraza. Calvo no es un vecino, es el quiosquero de la Plaza Italia que vio como la lluvia inundaba su negocio. «Yo creo que no ha llovido tanto como para que ocurra esto», señaló. Tampoco sabía cuándo podría acceder al quiosco y si habrá perdido dinero y cupones. «Está todo colgado...», lamentó.

La sensación entre el resto de establecimientos afectados por la lluvia era similar. «No entiendo nada, así no se puede trabajar», añadió María Ángeles, del restaurante Costa 43. En su cocina ya entró agua ayer por la tarde. Una situación que hoy terminó de rematarse. «Llevamos una hora achicando agua». A las lluvias hubo que sumar, encima, que la calle estaba llena de hojas debido al otoño, lo que complicaba el paso del agua.

A los contratiempos sufridos por los negocios del entorno, hubo que añadir que un coche se quedó parado en medio de la balsa, sin poder moverse. El responsable de la gasolinera cercana contó que el conductor salió del vehículo para pedir ayuda y el coche vehículo se quedó allí, obstaculizando el tráfico. En el momento álgido de la balsa de agua, solo los autobuses pudieron avanzar y lo hacían con dificultades. Marcos calculó que cubre «hasta la rodilla» y temía que la cosa fuera a más. Más adelante, la situación era similar. Entre el Parque de Mesones y el aparcamiento del Racing una gran masa de agua cubría toda la calle y no se podía pasar.

La Policía de Santander, por su parte, colocó un vehículo a cada lado de la balsa para cortar el tráfico y la circulación quedó prohibida hasta que no se eliminó el agua acumulada, pasadas las 15.00 horas.

Y en otra zona en la que estos problemas suceden a menudo, como la subida de Mataleñas, hoy se vivieron imágenes mucho peores que otras veces, con la curva inundada y algún coche atrapado en medio del agua.

Las críticas de los concejales de la oposición llegaron en cuanto conocieron la magnitud de la inundación. Daniel Fernández, portavoz del PSOE, censuró tanto el coste de la reforma de la Plaza de Italia y el tanque de tormentas como la inutilidad de la obra, que según denunció en una red social, se hizo evidente en un episodio como el de este jueves. A sus ojos, el responsable de esta reforma, César Díaz, tendrá que dar explicaciones a los santanderinos.

Por su parte, el concejal de Unidas por Santander, Miguel Saro, tampoco tardó en pedir explicaciones a los responsables municipales por medio de un tuit en el que afirmó que, solo un año después de la obra acometida, los santanderinos «no nos merecemos esto». El edil ha expresado su preocupación por el «pobre resultado» que, a su juicio, han demostrado las obras realizadas en el tanque de tormentas y la mejora de la infraestructura del desagüe y drenaje de la Plaza de Italia, que con la «primera tormenta del otoño» se ha vuelto a inundar pese a que las obras, finalizadas en diciembre de 2020 «se vendieron» como una solución a este problema, además de los vertidos al mar.

Saro ha recordado que «en teoría» la actuación iba a evitar estos desbordamientos e inundaciones y ha considerado que se trata de una «perspectiva ingenieril bastante poco útil» y que «no redunda en una mejora de la calidad de vida de los vecinos de Santander« que usan esa zona «como una de las favoritas para pasear o hacer deporte». «La duda que nos asola cada vez que ocurre algo así es para quién trabaja el Ayuntamiento, para los vecinos o para las constructoras», ha añadido, ya que la obra costó 800.000 euros y sirvió también para justificar la reforma de la Plaza de Italia, en la que se siguió la política de «más hormigón y más hormigón» .