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Johan Samuel Yarleque y su familia no se lo pensaron dos veces cuando la explosión y las llamas los despertaron en medio de la ... noche. Sabían que, si no se tiraban por la ventana, no sobrevivirían. Se lanzaron desde una segunda planta, conscientes de que saldrían heridos pero de que era su única oportunidad de vivir. Afortunadamente –dentro de la gravedad de la situación–, fue así. Todos han pasado por el hospital y, de hecho, Johan y su madre siguen ingresados. Pero los cinco están vivos y recuperándose día a día de sus lesiones: «Lo material se puede recuperar, la vida es más importante y por eso nos tiramos».
Son seis en la unidad familiar, aunque uno de ellos –la cuñada de Johan– no estaba en casa en el momento de la explosión. Al tirarse, el sobrino de Johan se fracturó la mano y el brazo izquierdos –«y aún tiene pesadillas»–; su mujer se fisuró varias costillas y la cadera; su hija se cortó la cara y le van a poner un corset porque se dañó la espalda; su madre se rompió los dos talones y él, Johan, se reventó tres vértebras (L2, L3 y L4) y tiene astillada la L3, que «quedó machacada», y que tendrán que operarle dentro de dos semanas: «He perdido sensibilidad desde el glúteo al pie de la pierna derecha porque me está tocando el nervio», lamenta. Han pasado por la UCI, por cuidados intermedios y ya recibieron todos el alta menos Johan y su madre, que están en planta. El resto, como no tienen una casa a la que volver, se están quedando en casas de amigos y familiares a la espera de encontrar un nuevo alojamiento.
Y justo esa es una de sus principales preocupaciones. «El piso donde se queda mi familia ahora, con amigos, no tiene ascensor y mi mujer se muere de dolor cada vez que tiene que ir por las escaleras. Y no le queda otra porque tiene que hacer mil trámites: volver a sacar el DNI, ir al banco... No tenemos ninguna documentación, lo perdimos todo en el incendio y ella se está ocupando como puede de volver a sacar los documentos». A eso se suma otro problema: él no va a poder subir al piso de sus amigos. «Saldré del hospital en silla de ruedas y ya me ha dicho el médico que necesito quedarme en un alojamiento que sea accesible y que tenga ascensor». Aunque sus amigos y familiares están ayudándoles a buscar piso, «no es fácil encontrarlo en dos días».
Johan Samuel Yarleque
Vecino afectado
Johan Samuel Yarleque
Vecino afectado
Por eso, piden ayuda al Ayuntamiento. «Me he puesto en contacto con la Unidad de Trabajo Social (UTS) de Cazoña, que es la que me corresponde, para pedirles que me ayuden a encontrar un piso rápido al que poder trasladarnos, porque lleva tiempo encontrarlo. No tenemos problemas económicos, pagaremos el alquiler sin problema, pero necesitamos que nos ayuden a encontrarlo rápido y que cumpla con estas condiciones», insiste Johan. Y sí, el tiempo apremia para él, ya que están a punto de darle el alta y, tal y como está, no puede ir a ningún piso con escaleras. «Me querían dar el alta hoy –por ayer–, pero he tenido que rogar que me dejen quedarme hasta el lunes para resolver la situación. De momento, el Ayuntamiento no nos da orientación a pesar de decir que están dispuestos a ayudar a los vecinos en lo que necesiten. Insisto, no queremos nada gratis, sino que nos ayuden a buscar alojamiento porque ellos tienen más facilidades». La única solución que le ofrecen en la UTS es el centro de acogida Princesa Letizia, que no considera «adecuado para una familia». «Sólo queremos empezar una nueva vida en un nuevo piso y dejar esta pesadilla atrás lo antes posible».
Además, de momento no han podido hacer uso de las ayudas municipales –una de 500 euros y otra de 600– porque están a nombre de Johan. Como sigue hospitalizado, su cuñada –la única ilesa de la familia– trató de cobrar la primera ayuda mientras el resto de la familia seguía en el hospital, pero no ha podido. «Tendré que ir yo cuando salga».
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Ana del Castillo
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