Secciones
Servicios
Destacamos
El Paseo de Menéndez Pelayo está en auge. Así lo reflejan hoteles que han abierto en los últimos años, las imponentes casonas reconvertidas en viviendas de lujo y los inmuebles a la venta por sumas millonarias. De algo menos de un kilómetro de longitud, esta ... calle de Santander, que se caracteriza por sus imponentes plátanos y edificios, llama la atención de los constructores e inversores. Además de los hoteles inaugurados recientemente, en la actualidad se está construyendo una promoción de viviendas cerca de la rotonda del Alto Miranda, se está reconvirtiendo una casona en pisos de lujo –en el número 79– y está a la venta otro edificio histórico por más de un millón de euros.
Uno de los principales reclamos de Menéndez Pelayo es que, a pesar de estar al lado del centro, no es especialmente ruidosa. Atributo atractivo para vecinos y turistas que hace que los constructores se interesen por la zona y edifiquen allí viviendas y hoteles. Por ejemplo, el hotel El Balcón de la Bahía abrió en 2019 y, gracias a la buena acogida, pudo ampliar sus instalaciones, adquiriendo el edificio de al lado, tres años después. En la acera de en frente, Royal Suite Santander también abrió en 2022 –actualmente, aunque sigue abierto, está en venta–. Ambos alojamientos tienen mucho en común: son casonas históricas reconvertidas en pequeños hoteles, de pocas habitaciones, pero con una cuidada decoración y servicios. Otras casonas, habituales en esta zona de la ciudad y de más de un siglo de antigüedad, se reconvierten en otro tipo de vivienda que nada tienen que ver con lo que fueron antaño: pasan de ser unifamiliares a dividirse en varios pisos. Es el caso de Villa Conchita, inmueble en el que Sidecán acaba de empezar las obras tras muchos años de retraso para conseguir la licencia, para transformarlo en seis viviendas: cuatro pisos y dos dúplex. Además, hay otra casona en venta por 1,2 millones de euros al otro lado de la rotonda del Alto Miranda, al inicio de Joaquín Costa. Aunque técnicamente no está en Menéndez Pelayo, la separan 50 metros del paseo.
Menéndez Pelayo, a principios del siglo XX, estaba lleno de casonas que, cuando Juan Hormaechea fue alcalde, protegió bajo la denominación 'punto negro'. Los edificios marcados bajo ese calificativo no podían tirarse y su fachada debía respetarse. Como recuerda Teresa Gutiérrez, vecina de la zona, no siempre ha sido así. Muchas, con el paso de las décadas, quedaron «en ruinas», por lo que en esas parcelas se pudieron levantar posteriormente otros edificios –los bloques de pisos que hay a lo largo del paseo–. Y otras fueron modificadas más allá de lo que permitía la ley. «Por ejemplo, yo solo podía cambiar las ventanas de madera por otras del mismo material, pero en otras se han puesto de PVC». Hay más transformaciones, como miradores más modernos que los originales o llamativas vidrieras que 'chocan' con la estética original. «Es cierto que hacía años que no había movimiento de obras en la calle y, desde la pandemia en adelante, se ha construido bastante», reconoce esta vecina.
La calle no siempre tuvo la misma denominación. Urbanizada en el siglo XIX, en 1848 se bautizó bajo el nombre La Concepción por la ermita dedicada a la Inmaculada Concepción, situada en Miranda. Tres décadas después, se la calificó de paseo porque cada vez más gente la utilizaba para desplazarse a pie hasta El Sardinero. El nombre actual, Paseo de Menéndez Pelayo, se impuso en 1903, cuando todavía vivía el escritor, filólogo e historiador, como homenaje a su trayectoria. A finales del siglo XIX empezó a circular por esta calle el tranvía de Miranda, que salía de la calle del Martillo, y poco después, a principios del siglo XX, se plantaron los plátanos que hoy en día forman la característica bóveda que recorre la calle.
Casonas con una nueva vida
A pesar de que han pasado más de cien años desde que esta calle se urbanizó por primera vez, muchas casonas aún resisten. No de la misma forma, cuando en cada una vivía una única familia –quedan un par de este caso–, pero sí de otras. El hotel Balcón de la Bahía, del grupo Sercotel, es un ejemplo. Se abrió en una de estas edificaciones hace algo más de cuatro años como negocio familiar, respetando su estructura pero con algunas modificaciones como el mirador, que ahora luce de color negro en contraste con el resto del edificio, de un tono gris claro.
Como explica su copropietario, Jorge Gutiérrez, las buenas cifras que registró el hotel desde el principio, superando el 90% de ocupación entre junio y octubre, demuestran que la calle tiene tirón. Este éxito les permitió en apenas un par de años adquirir la edificación vecina para ampliar sus instalaciones. Tiene claro que si esta zona de Santander está de moda es porque «es muy segura, está al lado del centro pero es muy tranquila. Tienes ambiente a un paso, pero vienes aquí y duermes sin ruido. Los clientes están muy contentos con eso». También destaca su historia, pues es «una de las pocas calles céntricas que sobrevivió al incendio de 1941». Otra de las cualidades que el empresario considera que tiene Menéndez Pelayo es que es más fácil aparcar en este paseo que «en el centro, centro», una cuestión en la que no coinciden todos los vecinos, quienes destacan que, incluso cuando encuentran aparcamiento, muchas veces es difícil meter el coche porque las plazas suelen ubicarse entre los árboles y muchas son más estrechas que los vehículos. No es problema para el hotel, que cuenta con parking privado.
Villa Conchita es otro ejemplo de reconversión. Las obras para transformar esta mansión en seis viviendas de lujo arrancaron la semana pasada después de que la casa estuviera 22 años cerrada a cal y canto. La reforma, ideada por el estudio Pereda Arquitectos, corre a cargo de Sidecán y cuenta con una inversión privada de casi 3,9 millones de euros. La idea es que las obras estén terminadas en dos años. A pesar de que los trabajos de transformación son «significativos», la fachada se respetará como marca la ley. Tienen previsto abrir más ventanales, ya que una parte de los que existieron cuando se construyó la villa se encuentran actualmente tapiados. La palmera que presidía la casa se ha retirado y la empresa está pendiente de rediseñar el jardín. Además, se llevará a cabo una gran excavación para construir garajes subterráneos que cubran las necesidades de las viviendas que albergará la emblemática villa.
Noticia relacionada
Candela Gordovil
La otra construcción en marcha en esta calle nada tiene que ver con la reconversión de casonas: es de obra nueva y se localiza en una parcela que había libre al final del paseo, haciendo esquina con General Dávila. Este nuevo edificio, cuyas obras están a cargo de Rotedama y que cuenta con una inversión de 4,5 millones de euros, tendrá once viviendas, garajes y trasteros.
Desde el Ayuntamiento también destacan el crecimiento de esta zona de la ciudad. «En los últimos años, Menéndez Pelayo resurge con nuevos negocios, además de actividades inmobiliarias de rehabilitación y promoción desde la iniciativa privada», apunta el concejal de Urbanismo, Fomento, Movilidad Sostenible y Vivienda, Agustín Navarro. «Desde esta Concejalía no queda más que agradecer esas iniciativas económicas que surgen en el centro de la ciudad y demuestran que el mismo tiene mucha vida, contra las opiniones de que solo se favorece el crecimiento expansivo sin tener interés en actuaciones de consolidación del centro urbano».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.