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Pese a la expectación que se ha creado con la llegada del PSOE al Gobierno de España -un partido que, en Santander y Cantabria, comparte la preocupación por los espigones que se están levantando en La Magdalena y Los Peligros- lo cierto es que ... la construcción sigue adelante con normalidad y cumpliendo los plazos. Tragsa, la empresa pública que lleva adelante el proyecto de estabilización de las tres playas, continúa haciendo acopio de materiales: la previsión inicial es retomar el proyecto cuando acabe el mes de septiembre.
Fuentes a las que tuvo acceso este periódico confirmaron que se ha comprado una red que actúa de muro contra la turbidez del agua durante la cimentación y también que se han gastado recientemente 643.538 euros (IVA incluido) en suministros de escollera «como grava, arena, piedras machacadas y agregados» que se han adquirido a la UTE Candesa-La Verde-Hormisa-Quinsa. Todas estas empresas tienen su sede en Cantabria.
Las fuentes señalaron que la previsión era paralizar la obra en junio (para que se pudieran utilizar los arenales toda la temporada estival, como así está siendo) para volver al trabajo a finales del mes que viene. Pero, de momento, Tragsa no tiene la notificación preceptiva. El proyecto se reiniciará por la punta de San Martín, donde termina el aparcamiento de la playa de Los Peligros.
En este punto está previsto construir un dique que no tendrá tanto impacto visual como el ya levantado junto al balneario de La Magdalena, puesto que en el segundo un gran porcentaje irá sumergido. En esta esquina del arenal, justo al acabar la zona de parking, está previsto construir una zona de solarium escalonada y un pequeño parque.
Tampoco la plataforma 'Salvar La Magdalena', que lleva meses clamando contra el «atentado paisajístico» que supone la obra, ceja en su empeño por paralizarla. Para este domingo ha convocado la undécima concentración en su contra. La primera tuvo lugar el 4 de marzo y, desde entonces, el colectivo ha emplazado a movilizarse -hasta que llegó el verano- más o menos cada dos semanas. En la playa se han celebrado nueve y otra más en la plaza de Pombo. También se han recogido firmas en contra de los muros.
Este domingo, aprovechando que se espera «una bajamar excepcional», se quiere hacer un «sonoro paseo» por la orilla de la mar con pito y tamboril y portando globos y pancartas, además de las camisetas reivindicativas diseñadas para dar visibilidad a la iniciativa.
Por el momento, las tres denuncias que se presentaron a la Fiscalía Superior de Cantabria con el objetivo de paralizar las obras acabaron sin resultados positivos para los denunciantes. Primero se denunció un posible delito medioambiental, luego la existencia de restos arqueológicos que se verían dañados con los espigones y, finalmente, se investigaron posibles irregularidades en las infografías con que se informó a la ciudad del proyecto.
Aunque estos reveses no desaniman a los miembros más visibles de la plataforma -de la que forman parte la asociación ecologista ARCA, el Grupo Alceda de defensa del patrimonio y Ecologistas en Acción- que están seguros de que aún quedan cartuchos que quemar por la vía jurídica, como señalaron en una de las últimas citas de protesta.
El colectivo fue recibido hace casi un mes por el delegado del Gobierno Pablo Zuloaga, quien se comprometió a trasladar sus reivindicaciones a Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica pues -según aseguró- comparte las inquietudes de los ciudadanos que rechazan la construcción. También Pedro Casares, portavoz local del PSOE, se ha pronunciado contra este proyecto y ha afirmado que hará cuanto esté a su alcance para echarlo abajo.
La construcción de los dos controvertidos espigones no ha dejado de saltar obstáculos desde que se planificó. La obra en sí se inició el 24 de enero, pero iba precedida de varios años de tramitación administrativa en el Ministerio de Medio Ambiente dirigido por la popular Isabel García Tejerina, firme defensora de esta solución, que fue propuesta por el Ayuntamiento de Santander cuando era alcalde Íñigo de la Serna. Su sucesora, Gema Igual, es la que ha tenido que hacer frente a todas las protestas en los últimos meses.
Y aunque el proyecto viene de muy atrás, no fue tomado en consideración por los santanderinos hasta que no tomaron conciencia de la dimensión del gran espigón que se ha construido a la altura del balneario de La Magdalena, que distorsiona el paisaje conocido de esa zona de la bahía en las últimas décadas. El Ministerio de Medio Ambiente dio luz verde al estudio de impacto ambiental de los espigones en febrero de 2016 y, acto seguido sacó el proyecto de construcción a licitación. Pocas semanas después, el Gobierno de Miguel Ángel Revilla recurrió el plan porque le faltaban garantías sobre su repercusión en el entorno natural de la bahía donde hay dos Lugares de Interés Comunitario (LIC) que el Ejecutivo autonómico está obligado por la Unión Europea a proteger.
La negativa del bipartito PRC-PSOE a que se ejecutara la obra llegó, incluso, a la Audiencia Nacional. Sin embargo, pasados unos meses, el Ejecutivo cántabro retiró el recurso judicial que había interpuesto contra el Ministerio y se dio vía libre a la obra que ya había sido adjudicada a una empresa valenciana que, finalmente, visto el lío político, renunció a llevarla a cabo.
De esta forma fue la empresa pública Tragsa la que se hizo con el proyecto. Tragsa es el instrumento al que acude la Administración central siempre que el desarrollo de un proyecto se le complica.
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