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Calle de Juan de Herrera, la arteria comercial más viva del centro de la ciudad, donde hay obra en cuatro locales. María Gil
Las nuevas aperturas comerciales en el centro apuntan a una mejoría del sector

Las nuevas aperturas comerciales en el centro apuntan a una mejoría del sector

La llegada del verano anima a inaugurar diferentes negocios aunque los comerciantes veteranos de la zona hablan de «espejismo»

Domingo, 3 de junio 2018, 08:23

El centro comercial de Santander vive cierta ebullición de obras para nuevos establecimientos que parecen apuntar a un repunte del sector. Se centran estas obras en la principal calle comercial, como es Juan de Herrera, donde aún hay locales libres. En cambio, en El Ensanche las aperturas son mayoritariamente de nuevos negocios de hostelería, un sector tan saturado que al tiempo que abren bares cierran otros, hay tres locales de hostelería en reforma y han cerrado siete. Pero la apertura de nuevos locales para comercio no significa el fin de la crisis, sino «un espejismo». Lo dice el presidente de laAsociación de Comerciantes del Centro de Santander, el veterano especialista en perfumes Javier Güezmes.

Pero en Juan de Herrera hay cuatro locales en obra. El más grande, más de 600 metros, está en la planta baja del edificio Pérez del Molino.Aquí la marca Sfera (El Corte Inglés) está en la primera fase de obras para instalar una gran tienda en pleno centro. Al lado, en el resto de esa gran planta comercial, está a punto de abrir un nuevo espacio de Perfumerías Avenida. Y en la esquina de Juan de Herrera con Isabel II, en el local que ocupóRamiroDíaz se instala, Movistar.La compañía telefónica cierra en esta operación el local del Paseo de Pereda. Una estrategia para ganar en visibilidad y atraer más clientes con atención personal cara a cara.

Las claves

  • El comercio Sigue la tendencia de acumulación en el centro y huida desde los barrios, que se desertizan

  • Visión pesimista Los comerciantes creen que las aperturas forman parte de un espejismo y las ventas no remontan

  • Situación Aún hay locales vacíos en las principales calles comerciales del centro, con rentas muy altas

También en Juan de Herrera, en el local situado en el bajo de la Iglesia de La Anunciación se instala la joyería Marisa y a pocos metros vuelve a abrir un bar. Es de la cadena Más Q Menos, especializada en jamón y tapas. Sin duda contribuirá a dar ambiente a la calle que, desde hace meses, está privada de cafetería y terraza que aporten vida. En esta calle solo quedan dos locales libres, uno que ocupó Movistar y el que hasta hace poco era Mar de Escocia, negocio trasladado a los arcos frente al Mercado del Este.

Recién inaugurada en la Avenida de Calvo Sotelo está la tienda de confección infantil Pili Carrera y en el tramo peatonal de Lealtad se ha instalado confección de mujer Pilar Prieto, aunque cerca ha cerrado Celio. En esta calle hay tres locales vacíos, dos de ellos en el tramo entre el Coliseum y Juan de Herrera y otro en el tramo peatonal. Hay más nuevas tiendas en la zona, como confecciones Fusher, en Rualasal, y anuncia apertura la zapatería Bertta, en Isabel II esquina Emilio Pino.

Aún hay muchos locales cerrados en calles tradicionales

Hay muchos locales vacíos en el centro. En Rualasal, seis; en Calvo Sotelo, dos; en Cádiz, 6; en Isabel II, tres; en Emilio Pino, uno; en Atilano Rodríguez, seis; en las bocas del Pasaje de Peña, cinco... Y cierran tiendas que han sido importantes, comoCasa, en Calderón de la Barca, ya con la persiana echada. Detrás está la calle de Cádiz que, en teoría es peatonal, pero en la que siempre hay aparcados coches y camiones de reparto y la circulación para el transeúnte se ha vuelto muy peligrosa.

En Casimiro Sainz abre dentro de pocos días Angelique, confección para mujer, de Ángela Arozamena. Se traslada desde Cuatro Caminos a Puertochico, junto al restaurante La Bombi, en busca de una clientela más activa. Por esta zona pasa gente noche y día y espera más venta que en su actual ubicación. A tres metros está siendo reformado un bar, últimamente denominado Pienso en tí y, antes, Los escudos. Están cerrados en la calle de Ataúlfo Argenta el Hotel Ignacia y parte de sus bajos comerciales, y todo el gran local que ocupó la Fundación Botín, propiedad de esa institución y de una rentista particular.

Es habitual, dicen los comerciantes veteranos de la zona, «que en esta zona abran y cierren locales de manera continua en los últimos quince años. Ya nada es como fue en el pasado, todo ha cambiado mucho». Pero eso demuestra que «el centro está vivo». Güezmes, cuyo padre ya trabajaba en el sector de perfumerías en la calle de San Francisco, explica que «no hay que caer en el espejismo de que la crisis está remontando porque abran nuevos negocios. No están aumentando las ventas y quien diga lo contrario, miente. En Santander, el consumo no remonta, la economía es un desastre porque los que están al frente no saben dar soluciones y la clase media ha desaparecido. Santander y Cantabria tardarán mucho en recobrar la situación económica de la que disfrutábamos antes de la crisis. No se crea empleo y el trabajo para jóvenes está muy mal pagado y todo eso repercute en el consumo». Y remata: «No hay que dejarse cegar por el espejismo de los locales que abren, hay que ver cuántos están cerrados. Las ventas casi no dan para vivir y el pequeño comercio sigue destruyéndose por las cadenas y las grandes superficies».

Locales muy caros

Tiene razón Güezmes cuando dice que hay numerosos locales vacíos en el centro y en especial en San Francisco, la calle que fue hace treinta años el epicentro del comercio local. Hoy permanecen cerrados nada menos que seis locales y otro dedicado a la venta de prendas de piel anuncia cierre. En algunos locales aún permanece el nombre de la tienda veterana que desapareció con la crisis, como Arikka, Marblan o la joyería Zafiro. «No es de extrañar que los locales permanezcan vacíos», dice un emprendedor que ha intentado alquilar en esta calle. «Me han pedido 4.500 euros de renta al mes por un mini local. Eso no hay quien lo aguante», explica.

La palma se la lleva la joyería Salamanca, cuyo local está en venta. Dicen los vecinos cercanos que «los propietarios piden 4 millones de euros, por eso no lo venden». La joyería cerró hace tres años. La fundó Urbano Salamanca, natural de Palencia. Se instaló en Santander en el año 1936, en un local en la calle San Francisco. El incendio le obligó a trasladarse al barracón número 6 de los Jardines de Pereda. En 1950 abrió en la esquina de Isabel II con Calvo Sotelo. La fachada clásica de mármol del establecimiento recuerda otra época del comercio local.

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