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La Universidad de Cantabria (UC) ultima la fabricación de nueve arrecifes artificiales que se instalarán, el mes que viene, en el entorno de la Isla de la Torre, frente a La Magdalena. Las estructuras se fabrican con una impresora 3D. Al frente de esta ... fase del proyecto 3DPARE -proyecto europeo con un presupuesto de 1,9 millones, financiado a través del programa 'Interreg Atlantic Area'- está el grupo de investigación de Tecnología de la Construcción (Giteco) que coordina el catedrático Daniel Castro.
Las estructuras se usarán para favorecer la biodiversidad de los ecosistemas marinos en enclaves que sufren degradación ambiental, como los portuarios. Una vez instaladas, se hará un seguimiento de su capacidad biorreceptiva (de adherir vida) de la que se encargará, previsiblemente, el IH-Cantabria. Los arrecifes son «un sustrato para que las especies vuelvan y repueblen esas zonas», indica Castro.
El proyecto europeo conecta Santander con otras tres ciudades europeas. De los laboratorios de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de la UC han salido ya otras 27 estructuras que se colocarán en el fondo marino de Caen (Francia), Bournemouth (Reino Unido) y Oporto (Portugal). En marzo se fondearán las 36 piezas de forma simultánea.
La fabricación en sí ha copado la segunda fase del proyecto. Ha sido un reto, ha supuesto «poner a punto una técnica -la impresión en 3D de morteros-, que no estaba desarrollada hasta ahora. Hemos tenido que adaptar la impresora porque con su diseño original no nos servía», explica Castro, y confía en que mejore su funcionalidad futura. «En la Universidad estamos para dar un paso más en el estado de la técnica».
Antes de producir los arrecifes, la UC los diseñó. Esa primera fase implicó la elección de los materiales más resistentes, duraderos, plásticos e 'imprimibles'. Se analizaron más de 150 muestras y en la elección final «hemos tenido en cuenta que el material tenga una huella de carbono baja», indica Castro. Tras la selección del material, los investigadores imprimieron y cortaron unos modelos, que testaron sumergiéndolas en el mar -Puertochico fue una de las localizaciones-. Luego, han procurado forma específicas a las estructuras. «Los diseños no son caprichosos sino específicos. Hemos trabajado con un grupo de biólogos marinos para definir el tamaño de los huecos y que, así, entren determinado tipo de peces, se adhieran mejor las algas.», explica Elena Blanco, investigadora del proyecto.
La tercera fase implicará el seguimiento de los arrecifes. Se hará «con biólogos marinos especializados que bucearán para tomar las muestras y observar el crecimiento, atracción de fauna y flora...», explica Castro. La meta es regenerar zonas biodegradadas, añade, «sobre todo, en zonas portuarias en las que la actividad industrial, la carga y descarga de graneles, ha degradado el fondo marino».
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