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Hay quien se queda mirando al suelo con gesto de extrañeza y trata de leer lo que allí pone en rojo: «Mantén distancia». Otros, vista al frente y como siempre. Sin embargo sí que entre unos y otros se apañan para no arremolinarse ... mientras el semáforo se pone en verde para los peatones antes de cruzar la carretera. Desde hace un par de días, el Ayuntamiento de Santander ha comenzado a señalizar los pasos de cebra de la ciudad, especialmente los de la zona cercana al Consistorio, aunque la intención es ampliarlo hasta Puertochico y Valdecilla.
«Está muy bien. Es una buena idea. Lo que hace falta es que hagan caso y que no se le olvide a la gente en cuatro días». José Luis Gutiérrez Cobo suspira cuando habla. Tiene 62 años y no había visto «nada igual». Lleva viviendo en el centro de Santander, en la calle Cisneros, «toda la vida», y se mostraba un tanto resignado. «Ahora sí, pero a partir mañana -por hoy- que podemos pasear todos juntos... ya veremos». Ayer era la segunda jornada en la que las indicaciones acompañaban las líneas blancas de algunos pasos de cebra en la capital y las opiniones se disparaban.
«No me había dado cuenta», reconocía María José de Llanos, que aprovechaba la ocasión para dar ideas. «Donde hace falta esto es en los pasos pequeños, los de la calle Cervantes, por ejemplo, donde se juntan las colas de las tiendas y los que pasan. Allí sí que hay que hacer algo». Por su parte, una patrulla de la Policía de Movilidad que vigilaba la jornada festiva se mostraba optimista. «La gente lo respeta. Se la ve responsable».
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A Luis García Díaz, que vive cerca de la calle Cuesta del Hospital y que paseaba con sus dos hijas, las señalizaciones le parecían «una idea más que nos ayudará a concienciarnos». No tiene duda de que «la respetaremos mientras nos dure el susto», sin embargo ya se verá «cuando nos relajemos». Y cita un ejemplo: «Hay veces que no nos damos cuenta de lo vulnerables que somos. No está mal que nos lo recuerden constantemente».
A Mendel Figueroale resulta «insuficiente» y señala el interior del autobús que se detiene en la parada, justo al lado del paso de cebra: «Ahí, dentro del autocar, es donde está el peligro. Todos juntos ahí no pueden ir». Antonio Cabrero, por su parte, alude que «no estaría mal que habilitasen una acera para un sentido y la otra para el otro». Todo son ideas.
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