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El Ayuntamiento de Santander va a transformar algunos salones o habitaciones del Palacio de la Magdalena en despachos, que se ofertarán como lugar para teletrabajar desde Santander a aquellas personas, no residentes, que quieran experimentar cómo es vivir y trabajar en la ciudad. Allí ... contarán con conexión wifi, el mobiliario de oficina necesario y las vistas al mar por la ventana.
Como requisito, los solicitantes deberán estar alojados en alguno de los establecimientos hoteleros adscritos al bono turístico, una campaña de descuentos del 30% para los turistas. La concejala de Turismo, Miriam Díaz, explicó ayer que teletrabajar desde el Palacio de la Magdalena «servirá de gancho para todos los que quieran experimentar cómo es vivir en Santander, no de turismo o vacaciones, sino entre semana, una ciudad que te permite cerrar el ordenador y dar un paseo por la playa, por la senda costera o acudir a una exposición, y con un descuento a través de los bonos».
Los interesados deben registrarse en santanderbonoturistico.com y pueden adscribirse los centros de coworking que quieran sumarse a la iniciativa.
Santiago Navarro Director agencia de publicidad
Santiago Navarro y su mujer, Valentina, se mudaron de Madrid a Santander hace ahora justo un año. Siempre han veraneado en Liérganes y cada año les costaba más despedirse de Cantabria hasta las siguientes vacaciones. Llevaban cuatro años dándole vueltas a la posibilidad de quedarse a vivir en la región y, finalmente, el pasado mes de septiembre, dieron el paso adelante y lo hicieron realidad.
Con dos hijos pequeños, Luisa y Germán, consideran que ahora tienen más calidad de vida. «Madrid se había convertido en una ciudad hostil, muy masificada. Nuestra vida tenía muchas limitaciones por los atascos que se forman y las distancias tan largas», considera Navarro. «Nos tiraba mucho la gastronomía, la gente y el paisaje, la montaña y el mar tan a mano», justifica.
La pandemia no les hizo tomar la decisión, pero sí ha facilitado el trabajo a distancia. «En mi empresa ya teletrabajábamos varios días a la semana, pero con la pandemia se intensificó aún más y muchos de nuestros clientes, como Mahou o Línea Directa, prefieren mantener teleconferencias en lugar de reuniones presenciales porque se gana tiempo», explica Santiago Navarro, que es socio director de The Boom Company, una agencia de publicidad de servicios plenos, diseño, web, marketing y eventos. Esta familia asegura haber ganado tiempo con el cambio: «He retomado el deporte, para lo que no tenía tiempo ni con quién jugar porque cada amigo vive en una punta», ejemplifica Navarro.
Otro de los aspectos que les gusta de vivir en una ciudad más pequeña «es la familiaridad, aquí no eres un número, especialmente lo notamos en el trato en el hospital». Encuentran tantas ventajas a vivir en Santander que convencieron a sus respectivos padres para que hicieran lo mismo y también se han trasladado.
Geraldine Delecroix - Abogada de empresa
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Geraldine Delecroix, de nacionalidad francesa, está casada con un madrileño, nieto de santanderinos, Ignacio Martínez-Peñalver. El matrimonio y sus tres hijos han pasado de ser solo veraneantes, a establecer su residencia en la capital cántabra, donde han podido mantener sus respectivos puestos de trabajo gracias a la implantación del teletrabajo a raíz de la pandemia.
«Vivir en una ciudad con mar y olas era el sueño de mi marido, que es un surfero del alma. Siempre habíamos pensado que Santander era una buena opción porque, además, tenemos familia», explica Geraldine, abogada de empresa, que desarrollaba una labor totalmente presencial antes del confinamiento.
«Pensé que por preguntar no perdía nada, así que los dos consultamos en nuestros respectivos trabajos si había alguna posibilidad de mudarnos y teletrabajar de forma permanente, y nos dieron el visto bueno», continúa.
Desde el mes de mayo del año pasado, justo después del confinamiento, esta familia se instaló en Santander. «El cambio es abismal. He pasado de tardar 45 minutos en llegar al colegio de mis hijos, a poder llevarles dando un paseo», destaca Delecroix. Considera «un privilegio» la tranquilidad con la que se vive en esta ciudad más pequeña: «En Madrid todo es más complicado y aquí hay más calidad de vida, disfruto más de los momentos y los colegios son más pequeños y familiares».
Otra ventaja es «que la gente se conoce y te ayuda mucho, al ponerte en contacto unos con otros», destaca.
No todo es beneficio. Reconoce que «la luz de Madrid es única» y que el clima cántabro «es lo más difícil de llevar, con la lluvia y los pocos días de calor en verano», lamenta. «Aunque los niños se adaptan a todo perfectamente», apunta.
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