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Los cuatro monolitos de la escultura de José Cobo filtraban la luz y la sombra de un mediodía de otoño que parecía casi verano. Simbolismo e historia por un lado, y perspectivas y diálogos entre formas y materiales por otro. Entre ambos, reminiscencias de las ... teclas de un piano. Santander contiene desde este lunes el nombre impreso en mármol de su Concurso. Y el certamen internacional ha llevado durante medio siglo el nombre de Santander por el mundo. Ahora, memoria, homenaje y representación han quedado fijados en Gamazo a través del conjunto escultórico del artista santanderino, en una obra conmemorativa del 50 Aniversario del Concurso de Piano que, a su vez, ensalza la figura de su creadora y promotora Paloma O'Shea. En agosto el certamen celebraba con éxito su vigésima edición y esas cinco décadas de historia. En la entrega de premios del Concurso, ya dentro de la programación del FIS, la presidenta de la Fundación Albéniz anunciaba por sorpresa su adiós y dejaba abierta la incógnita sobre el futuro del certamen santanderino.
Este lunes, ante la escultura que preside la nueva conexión urbanizada, a modo de paseo y plaza, entre el Palacio de Festivales y las Naves de Enaire, O'Shea ratificó lo anunciado: «Con la celebración del 50 aniversario, tras una edición inmejorable, el Concurso de Piano ha cerrado su ciclo». Tras agradecer al Gobierno de Cantabria este reconocimiento, hizo hincapié en que «la cultura y la educación constituyen el alimento clave del futuro». En el acto de Gamazo los representantes institucionales no hicieron mención alguna a la posible continuidad del certamen pianístico. La cita inaugural de la obra escultórica encargada a Cobo por Vicepresidencia/Cultura, congregó a cerca de doscientas personas, en su mayoría representantes de la vida política y cultural, entre ellos el vicepresidente del Gobierno y consejero Pablo Zuloaga, la alcaldesa de Santander, Gema Igual, y la directora de Acción Cultural, Gema Agudo.
Paloma O'Shea, mecenas, fundadora de buena parte de las iniciativas educativas que han propiciado la divulgación y la potenciación de la música en España, confesó sentirse «abrumada». Además de agradecer el homenaje al Concurso, alabó el concepto y la creación de Cobo, que «ha sabido dar cuerpo elegantemente a algo tan etéreo como la música». En un breve discurso, reclamó a las «instituciones públicas, a las empresas cántabras y a todos los amigos de la música de esta tierra que presten a la cultura y a los jóvenes el mismo apoyo y afecto que recibió siempre el Concurso». O'Shea, a quien nunca le ha gustado que oficialmente el certamen santanderino llevara su nombre, subrayó «la magia del piano».
Zuloaga agradeció a O'Shea su «empuje y dedicación, junto al equipo humano de la Fundación Albéniz, que hace más grande la cultura de España y hacerlo, además, desde Santander con el Concurso». En la ceremonia se evocaron los orígenes de este concurso cuando apenas había oferta cultural en Cantabria y se ensalzó la trayectoria de un referente al que se han ido sumando instituciones y entidades, con el esfuerzo de O'Shea, «hasta llegar a ser un concurso referencia en el ámbito internacional».
En su intervención, Zuloaga lo definió como «una historia de éxito que nos hace sentir orgullo a todos los cántabros y nos hace trabajar sabiendo la responsabilidad que tenemos de velar y cuidar la cultura». El vicepresidente calificó de «extraordinaria» la escultura que «humaniza un espacio que apenas se pisaba antes y que refuerza la imagen potente y poderosa del Palacio de Festivales que tantas horas de cultura, de música y de piano ha ofrecido». Por su parte, Gema Igual destacó «el gran imperio musical y de patrocinio que ha consolidado Paloma O'Shea a través de estos años, colocando a Santander en el panorama mundial».
Como ya expresara en una entrevista con El Diario Montañés, José Cobo explicó que los monolitos ya expuestos en Gamazo, como en todas las culturas, recuerdan un gran hito.
El artista ha buscado el concepto de «tecla que activa una acción, enlazando con el Concurso de Piano que durante estos años ha cambiado la vida de cientos de músicos». A ese concepto añadió «diversas inclinaciones para que la luz incidiera en ángulos diferentes» y jugó con las escalas y diálogos con el Palacio de Festivales.
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