Piden 35 años para los implicados en la muerte de un anciano en Santander

El juicio, con jurado popular, se celebrará en cinco sesiones previstas entre los días 13 y 19 que empezarán hoy, martes, con el interrogatorio de los tres acusados y la declaración de la pareja de la víctima.

Mañana, miércoles, testificarán los agentes de la Policía Nacional y de la Ertzaintza que participaron en las investigaciones, así como los vecinos de la pareja, los vecinos del local del que era propietario el hombre fallecido, los familiares de los acusados y un amigo de la víctima; el jueves será el turno de las periciales de los médicos forenses; el viernes se fijarán las conclusiones y el lunes tendrá lugar la deliberación del veredicto por parte del jurado.

Los acusados son dos hermanos residentes en el País Vasco (Paulino y Ricardo G.L.) y un vecino de Santander (Juan C.C.S.), detenidos de forma escalonada casi veinte meses después del suceso -en septiembre de 2018-, después de que la Policía difundiera una llamada telefónica realizada por el primero de ellos al día siguiente de los hechos desde una cabina de Vitoria alertando a Cruz Roja de Madrid de que una persona precisaba auxilio en la capital cántabra.

La identificación de su voz precipitó su detención y, tras ella, la de los otros dos implicados en este suceso.

Para cada uno de ellos, la Fiscalía y la acusación particular, ejercida por la viuda de la víctima, piden 35 años de cárcel por asesinato, dos robos con violencia y detención ilegal.

De acuerdo con el escritodel ministerio fiscal, los tres acusados sabían que la víctima tenía en su casa una caja de caudales de gran tamaño, así como varios inmuebles en venta, y se pusieron de acuerdo para cometer un robo en su domicilio.

El día 4 de febrero de 2017, los dos hermanos entraron al garaje que la víctima tenía en la santanderina calle Beato de Liébana con gorros negros y guantes para que el hombre les entregara las llaves de la caja fuerte y de su domicilio.

La resistencia que este opuso llevó a los sospechosos a golpearlo, reducirlo y atarle manos y pies. «Con la finalidad de acabar con su vida o aceptando este resultado dada la violencia empleada, le metieron un trozo de tela de gran tamaño en la boca, lo cubrieron con cinta adhesiva y encima le colocaron un bufanda a modo de mordaza tapando boca y fosas nasales», dice en su escrito la Fiscalía.

Después le envolvieron la cabeza en plástico transparente, colocándolo boca abajo, sin ninguna posibilidad de respiración ni movimiento, «dejándole ya fallecido o moribundo».

A continuación se dirigieron al domicilio de la víctima en la cercana calle Alcázar de Toledo, donde abordaron a su mujer por la espalda y la llevaron a la fuerza a una de las habitaciones mientras registraban toda la casa buscando las llaves de la caja fuerte, llevando en todo momento la cara tapada con pasamontañas y guantes en las manos.

Tras revolver el piso y encontrar las llaves de la caja fuerte, la abrieron, cogieron las joyas que había en su interior y emprendieron la huida.