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Pilar gonzález Ruiz, ana del castillo, Álvaro Machín y María de las Cuevas
Santander
Jueves, 1 de febrero 2018, 07:53
Después de meses de dudas, reticencias y expectativas, a las siete y cuarto de esta mañana salía el primer autobús del MetroTUS del intercambiador de El Sardinero con tres viajeros habituales y, curiosamente, con la alcaldesa de Santander, Gema Igual. «Siempre me levanto a ... esta hora. Que quede claro que no os había avisado. Cojo este autobús porque vivo aquí al lado», dice.
Llueve y el día se plantea gris y con tráfico en la ciudad. El reloj marca las 7.20 horas y, de momento, no se han producido incidencias, pero Gema Igual se cura en salud: «Los primeros días somos conscientes de que va a haber fallos». Y el primero no tarda en llegar. A las 8.50 se avería uno de los vehículos a la altura del Instituto Las Llamas. En concreto, el de la línea central. La puerta de atrás no se cierra y los pasajeros tienen que bajar y esperar. Otros optan por ir andando. Como la avería parece grave, los técnicos deciden reemplazarlo con otro. Es la segunda vez que hacen esta operación hoy: antes de salir del garaje, a uno de ellos no le funcionó el letrero. A las 9.10, ya con el vehículo de repuesto, la línea se pone en marcha de nuevo hacia el centro de la ciudad.
La aplicación móvil con los horarios y las rutas no ha funcionado, mientras que los tótems informativos de Valdecilla, como estaba previsto, aún siguen plastificados, aunque a primera hora un técnico activaba uno de ellos. Los de El Sardinero sí que funcionan. De todos modos, el Ayuntamiento ha puesto en marcha una red informativa para que nadie se pierda estos primeros días. En los intercambiadores hay expertos de la Universidad de Cantabria (UC), encargados del diseño de las nuevas líneas, para que los viajeros puedan resolver sus dudas. «Muchos se sabían las líneas y ahora cualquier mínimo cambio hay que volver a estudiarlo, por eso somos conocedores de que habrá un periodo de quejas y adaptación», continúa la alcaldesa de Santander.
En la línea central, la más novedosa de todas, se acumulan la mayoría de dudas. Prácticamente todos los viajeros preguntan al conductor hacia dónde va el autobús. No tienen claras las conexiones ni las paradas. Incluso, uno de ellas tiene que bajarse a toda prisa porque pensaba que se detenía en Reina Victoria. «¿No para aquí?», preguntan desde el fondo del vehículo otro grupo de mujeres al ver que no se detiene en Casimiro Sainz.
A medida que avanza la mañana se acumulan más quejas. Cuenta Amelia, una pasajera habitual de la línea 3 del TUS, que hoy ha salido media hora antes de su casa, en previsión de los cambios, y que ha llegado a su trabajo doce minutos tarde. «El de las 8.40 no ha pasado y nos hemos amontonado viajeros de dos frecuencias en la parada. Ha sido un caos tremendo. Mucha gente no ha pagado en señal de protesta y, dentro, han empezado a gritar: ¡'El servicio público mal dado no se paga!'».
Tirando de sarcasmo y a voz en grito también se quejaba una usuaria en la línea central: «Bájese en Correos, que igual no le para. O dele al timbre. A saber... Igual le para en Portugal... Estoy hasta los cuernos. Estamos arreglados hoy. Y mañana y pasado».
Las dudas y reparos no aparecen solo entre los usuarios. Algunos conductores de los autobuses no saben exactamente en qué punto del intercambiador deben parar y, en algunos casos, la máquina que ellos llevan se ha saltado alguna parada. Además, lamentan que no haya policías municipales para que los conductores respeten el carril único.
Continúa lloviendo en Santander con fuerza y los viajeros que esperan en el intercambiador de El Sardinero lo pasan mal. La parada tiene el techo muy alto y el agua y el viento entran sin problema dentro. «Sopla el 'gallego' y esperar al autobús ha sido duro y más para la gente mayor», dice una viajera en la Avenida Cantabria, donde hay más gente esperando al autobús. «¿Por aquí cuándo pasa?», se preguntan. No lo tienen muy claro. Continúan las dudas y algunos -a pesar de la lluvia- barajan la posibilidad de ir andando hasta el intercambiador: «Madre mía, qué ajetreo. Esto parece Nueva York y nosotros somos un pueblucho». Lo mismo, pero dicho de otra manera, se escuchó en El Sardinero: «Esto está muy bien para Madrid, pero en Santander, ¿qué necesidad?».
La alcaldesa de Santander, Gema Igual, que fue una de las primeras en utilizar el nuevo servicio de transporte urbano en la ciudad a primera hora del día, se acercó a media mañana al intercambiador de Valdecilla para gestionar en persona el funcionamiento y las incidencias del servicio.
Como nota positiva, el carril único está dando sus primeros resultados desde primera hora. La vía exclusiva para autobuses, taxis y motos está permitiendo a los autobuses cubrir la distancia entre los dos intercambiadores, el de Valdecilla y El Sardinero, en 14 minutos. A excepción de un par de vehículos de reparto a primera hora, los conductores están respetando el paso del MetroTUS.
Hasta hace una semana, muchos santanderinos no han sabido por dónde transcurrirán exactamente todos los carriles reservados a los autobuses por el centro de la ciudad. Y no lo sabían porque una buena parte del trayecto estaba aún sin pintar. Los operarios han marcado estos últimas días la parte del trazado que faltaba. Básicamente, dirección Cuatro Caminos, el tramo que va desde el Banco Santander hasta la intersección con la calle Puente (frente a la Catedral). Y, en sentido inverso (hacia Puertochico), el tramo que va desde Isabel II hasta Correos. Verlo sobre el suelo llevó ayer a muchos a darse cuenta de un detalle importante. Para conducir desde el arco de la entidad financiera hasta pocos metros antes del Ayuntamiento sólo hay un carril disponible para los vehículos que no sean autobuses, taxis o motos. Es la zona del centro de la ciudad que más se ha estrechado.
Los ciudadanos también se acostumbrarán a unos nuevos inquilinos del paisaje urbano: cinco autobuses articulados recién salidos del horno son la imagen del cambio del sistema público de transporte. Tres de ellos ya atraviesan desde hoy la capital sin descanso durante 16 horas diarias, con el refuerzo de un cuarto para momentos puntuales (el quinto queda para sustituciones si hay averías). Exteriormente, siguen siendo azules, aunque dan una cara algo más limpia, con más blanco y una línea verde fosforito que les atraviesa.
Los vehículos han sido diseñados por Mercedes Benz y transportarán 149 pasajeros al tiempo (casi el doble que uno de ahora). Lo harán casi sin esfuerzo (para eso se les ha dotado de 380 cv de potencia), consumiendo poco más de lo que traga ahora un autobús convencional y contaminando lo que marca la Unión Europea.
A las 7.29 horas acaba el primer viaje. Llega el primero de ellos al intercambiador de Valdecilla. El cronómetro marca 14 minutos. Una media que se ha mantenido durante las primeras horas de la mañana en este mismo trayecto. Así fue el viaje inaugural desde El Sardinero:
«Soy el primer viajero del MetroTus. Me subí al autobús de las 7.08 en el intercambiador de Valdecilla, pero aquí viene mi queja: tardó diez minutos en salir porque el cartel luminoso de la parte superior del vehículo no funcionaba y no mostraba el destino», explica este vecino de Santander y viajero habitual del transporte urbano de la ciudad. Prefiere no desvelar su identidad. Lo que sí quiere añadir es que «el autobús es muy bonito, muy limpio y está bastante bien, aunque el reloj que marca la hora en su interior está desfasado en cinco horas».
Y una cosa más. «Es normal que hoy haya problemas. A la larga creo que este nuevo servicio mejorará el transporte en la ciudad. He tardado 14-15 minutos hasta El Sardinero».
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