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Hace apenas diez días la Fundación Botín, con motivo de la presentación de la Memoria correspondiente a 2018, aseguraba que la malla que envuelve el edificio diseñado por el arquitecto genovés Renzo Piano se mantendrá hasta lograr «una solución definitiva». Desde hace aproximadamente trece meses ... la envolvente del Centro Botín permanece cubierta por una red. La 'piel' de cerámica emergió en el proyecto de Piano –la construcción, no exenta de problemas, se prolongó durante cinco años–, como uno de los sellos estéticos destinados a reforzar la singularidad de su diseño. Pero desde los primeros meses (el edificio cumplió recientemente dos años de su apertura) las piezas nacaradas se han convertido en la piedra en el zapato de la institución santanderina. En su comparecencia de este mes el director general de la Fundación, Iñigo Sáenz de Miera, reiteraba que la red no afecta al Centro desde el punto de vista estético ni tampoco altera su actividad. Y aseguró que se están haciendo «todos los estudios del mundo» para que cuando se halle una solución sea la «definitiva y final».
Lo cierto es que ante los constantes trabajos de mantenimiento la Fundación se vio obligada a instalar el pasado año una «redecilla provisional» mientras se estudiaba la evolución de las piezas afectadas. El mantenimiento lógico del Centro se tradujo en una frecuente restitución de aquellas piezas que presentaban deficiencias. La envolvente de cerámica que cubre el edificio desde el vientre hasta el techo, inspirada en texturas del mundo natural, está integrada por piezas cerámicas circulares y curvas de 156 milímetros de diámetro que el arquitecto definió, en una entrevista concedida a este periódico en su estudio de Génova, como «algo semejante a las células de la piel humana».
En la «delicada envolvente» de la infraestructura, como siempre se la definió, comenzaron a detectarse los problemas apenas cuatro meses después de la inauguración del Centro. Decenas de piezas mal ajustadas o defectuosas fueron retiradas y restituidas. La mayor parte se ubicaban en la fachada principal del volumen Oeste –la que sostiene la pantalla–. A finales de 2017 un informe al que tuvo acceso este periódico denunciaba «el avance del deterioro de la cerámica en su cohesión mecánica» y advertía que se puede producir «el desprendimiento de forma impredecible». La Fundación Botín desmintió que existiera riesgo alguno y negó que se hubieran producido desprendimientos. Seis meses después comenzaba la instalación de la malla que ahora cubre el Centro.
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