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El espacio es más grande que la península de La Magdalena. En total son treinta hectáreas, de las cuales sólo diez se abrieron a los vecinos hace seis años, en 2017, como un parque municipal por el que poder pasear. Desde ese momento, la ... finca de La Remonta, en el barrio santanderino de Campogiro, cuenta con un camino peatonal y otro para bicicletas. Un espacio verde y cuidado que muchos viandantes utilizan cada mañana para caminar. No obstante, en la zona más alta de la propiedad -un punto algo lejano, pero visible desde esos nuevos caminos- pueden intuirse una serie de edificios que lucen un aspecto bastante diferente al resto del parque. Más bien abandonado. Y pueden verse si uno se fija bien y sin necesidad de acercarse demasiado. Porque en la distancia ya parecen edificios en ruinas. Y vaya si lo están.
Para llegar basta con cruzar una valla -que está abierta- y seguir el camino que guía hasta ese punto. Aunque no es una senda reformada, está lo suficientemente marcada como para avanzar y acceder sin problemas. Y seguirla es como cambiar de escenario. En ese punto empieza un panorama donde predominan los techos y marcos de puertas caídos, las paredes destrozadas y llenas de pintadas, polvo, cristales... El estado es tal que apenas es posible intuir a qué se destinó en su momento cada estancia de los diferentes inmuebles. Lo cierto es que se adivinan sobre todo los cuartos de baño, pero por los restos de las duchas, las bazas y los pocos azulejos que se mantienen enteros a pesar del tiempo. También hay algún cartel que da pistas, como uno en el que todavía puede leerse la palabra 'cocina'. Una estancia presidida por una enorme campana extractora.
También hay caballerizas. Y, repartidas por el suelo, varias botellas y latas. Esos restos son más recientes. Posiblemente de grupos que aprovechan el olvido de ese espacio para reunirse allí y hacer botellón. La finca de La Remonta es propiedad del Ministerio de Defensa desde 1919 y antes finca del conde de Campogiro. Desde 2017 los ciudadanos pueden pasear por un camino de 900 metros de longitud fruto de un acuerdo alcanzado con el Ministerio de Defensa en 2015 y una inversión municipal de 500.000 euros.
Pero desde entonces no se han dado más pasos. La propiedad es, precisamente, uno de esos temas que ha enfrentado en varias ocasiones al Ayuntamiento de Santander con el Gobierno central. «Queremos destinar este espacio a un gran parque urbano de uso público», indica el concejal de Fomento, César Díaz. Y, además, dotar a esa zona de otros equipamientos «aprovechando las edificaciones militares en desuso que existen en el interior de la finca». Unas edificaciones que son propiedad de Defensa y que están «completamente abandonadas», resume el edil. El estado actual de las infraestructuras supone, para el portavoz del equipo municipal, un «incumplimiento» de las obligaciones que tiene el Ministerio, como propietarios de las mismas, «de mantenerlas en condiciones adecuadas de seguridad, salubridad y ornato público».
Si el acuerdo no llega pronto, el deterioro de los inmuebles podría hacer imposible rehabilitarlos y dejar como única salida la demolición. El problema es el precio de venta de La Remonta. El Ministerio pedía nueve millones de euros al Ayuntamiento, mientras el PP municipal exigía una cesión gratuita. Entre uno y otro, el concejal de Urbanismo, Javier Ceruti (Cs), apuntó a un precio intermedio, en torno a 4,5 millones, ya que fue el marcado por un tasador oficial contratado por el Consistorio. Ante la falta de acuerdo, en noviembre del año pasado, Defensa propuso al Ayuntamiento iniciar las actuaciones expropiatorias para que sea el Jurado Provincial de Expropiación quien marque el precio de la finca.
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