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La Asamblea Contra Viento y Marea ha organizado para este sábado, 21 de agosto, una concentración-manifestación en Santander para exigir la anulación de todos los permisos de parques eólicos en Cantabria. No es la primera movilización que se convoca contra estos proyectos: ha habido ... protestas en varios pueblos y, en junio, Reinosa acogió una concentración de unas 600 personas que pidieron que el desarrollo sostenible en Cantabria se haga de otra manera.
Según ha explicado en un comunicado este colectivo, está previsto que a Santander lleguen por tren habitantes afectados por polígonos eólicos de muy distintos los puntos de la región. Llegarán tanto de la zona oriental como de la occidental, de la cuenca del Miera, Trasmiera y territorios aledaños y de zonas como Campoo, Valdeolea, Valdeprado, Aguayo, así como valles de Iguña, Toranzo, Luena, Pas, Carriedo, entre otros.
A partir de las 11.00 todos ellos se concentrarán en la plaza de las Estaciones de Santander para, posteriormente, hacer un recorrido por el centro de la capital.
Algunos de los manifestantes irán ataviados con trajes tradicionales de sus respectivas comarcas, llegarán con sus maletas y enseres «escenificando el despoblamiento que traería consigo el desarrollo de esta industria eólica», que, según la Asamblea, «pretende ocupar la práctica totalidad de los cordales de estas comarcas».
Este colectivo insiste en que este despoblamiento es «un efecto más constatado en los lugares donde ya se han implantado polígonos eólicos». Ha insistido en que los parques provocan impactos en el paisaje, pérdida de vegetación, erosión del suelo, contaminación de acuíferos y afección grave en turberas y en el patrimonio.
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También traen consigo, según ha indicado en un comunicado, una «grave afectación» sobre la actividad económica de estos territorios. «El turismo que decae hasta su práctica extinción, servicios y negocios que desaparecen al menguar sus destinatarios, sector primario limitado y cambios de uso del suelo, no genera empleo en la comarca, etc..», ha apuntado el colectivo.
Según su denuncia, disminuye también el bienestar y calidad de vida tanto de los vecinos como de los residentes vacacionales a raíz, por ejemplo, del ruido de rotores y unas aspas de unos decibelios «muchas veces superiores a lo considerado aceptable» o a luces intermitentes de señalización de estos molinos gigantes de hasta 200 metros.
La implantación de estos polígonos supone una pérdida de los valores patrimoniales de casas, fincas o cabañas, que cifra entre un 10-50% según su proximidad a polígonos. Además, supone una «privatización de espacios públicos», ha indicado.
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