Santander diseña el futuro de sus mercados para los próximos 40 años

El mercado de la Esperanza, detrás del Ayuntamiento, es el 'puro puro'. La planta baja está dedicada a la venta de pescado y marisco. La primera planta, a la carne, la fruta, el pan y los embutidos. También tiene un pequeño bar. Concentra su actividad por las mañanas, y hay tantos clientes que a veces es difícil caminar entre puesto y puesto. Allí no hay mostradores vacíos y suma más de 50 negocios en sus instalaciones. La diferencia con los otros dos mercados municipales de alimentación, el de México y el de Puertochico, es a día de hoy abismal. Tiene previsto renovar este año su planta baja. Sobre todo, las áreas reservadas para el uso de los comerciantes.

En concreto, se prevé que las obras de renovación se realicen en la primera mitad del año, aunque todavía no se han adjudicado. Las obras contarán con un presupuesto que ronda los 800.000 euros y se centrarán en reordenar la planta baja y generar nuevos espacios, como el puesto de control de los vigilantes municipales y la sala de reuniones de la Asociación de Comerciantes. También se renovará el aula de cocina, que se convertirá en un espacio versátil donde se podrán hacer demostraciones en grupo. Además, se arreglarán el almacén general de los comerciantes, sus aseos y vestuarios y los aseos generales del edificio.

Otro que va a someterse a obras es el mercado de México aunque, en su caso, la rehabilitación será integral y la dirigirá la empresa López Real 09, que explotará las instalaciones durante los próximos 40 años. En este caso, la gestión pasará a ser privada -será una concesión-, aunque el Ayuntamiento seguirá siendo el propietario de las instalaciones. Aunque las obras arrancarán en 2025, este año se diseñará el proyecto definitivo, que correrá a cargo de la ingeniería cántabra TransProjekt. Una vez finalicen las intervenciones, el resultado será diferente al de un mercado de abastos tradicional. Porque los doce puestos que existen actualmente, que se cambiarán de ubicación aunque seguirán dentro de estas instalaciones, convivirán con un supermercado, Mercadona.

En la plaza de México hay actualmente tres carnicerías, tres pescaderías, dos fruterías, una quesería, una charcutería, una tienda de delicatessen y una de salazón, que se colocarán en la planta de arriba del mercado con acceso directo al sótano, para las cargas y descargas. Mercadona se instalará en la planta inferior y una mitad de la superior, que estarán conectadas por una escalera mecánica. Las intervenciones también incluirán tareas de lavado de cara: sustitución de las actuales carpinterías, limpieza general de la fachada y reparación o sustitución de las zonas de chapa o acristaladas que se han caído o están deterioradas.

Donde menos optimismo hay es en el Mercado de Puertochico. Las obras arrancaron en 2016, pero han parado en tantas ocasiones que los comerciantes ya no tienen ninguna ilusión ni expectativa. La última parada se produjo antes de las fiestas de Navidad y por allí no ha vuelto a aparecer ningún obrero. De hecho, uno de los negocios allí ubicados ha bajado la persiana con el objetivo de no volver hasta que la situación se resuelva. Eso sí, ha colocado un cartel para advertir a sus clientes de la decisión y avisarles de la dirección donde podrán encontrar el comercio mientras duren las obras.

El plan para este mercado es hacer un 'híbrido'. Respetar los puestos que hay, que se trasladarán a la nueva zona -cuando esté renovada- y donde convivirán con locales de hostelería. Esta será la primera fase y, según el concejal del área, estaba previsto que se inaugurase a principios de este año. Sin embargo, los comerciantes no comparten esa opinión. Sobre todo, porque llevan más de un mes sin ver a nadie trabajando en las obras. Además, este mercado contará con una segunda fase de obras y el espacio resultante se destinará a ampliar la zona de gastronomía. El objetivo de transformar el mercado y destinarlo tanto a comercio como a gastronomía es 'unir' dos de las zonas de hostelería más importantes de la ciudad: Peña Herbosa y Tetuán. Con la afluencia de personas al área de restauración se potenciarán también los puestos de los comerciantes de toda la vida y viceversa.

El mercado municipal más distinto al resto es el del Este. Aquí hace décadas que no hay rastro de los típicos puestos de carnicería y pescadería de las plazas de abastos, aunque durante muchos años ha prevalecido el comercio -tanto de alimentación como cualquier otra cosa, como videojuegos o arte- sobre la hostería. Pero en los últimos años, este último sector gana terreno. Ahora hay, en total, doce negocios; de ellos, seis son bares o restauración, dos se dedican a la venta de alimentación, uno vende artesanía, otro videojuegos y otro flores, y el último local lo ocupa una oficina de turismo.

Este giro hacia la hostelería parte del Ayuntamiento que, a medida que las concesiones van llegando a su fin, está priorizando que sean negocios de este tipo los que los vuelvan a ocupar. Aunque la idea de dar espacio a este sector en un mercado estaba pensado para Puertochico, los retrasos en las obras han provocado que el del Este le adelante por la derecha en este planteamiento.

Aunque el mercado del Este hace décadas que no es de abastos, lo fue durante mucho tiempo. De hecho, los comerciantes estuvieron allí hasta 1986, momento en el que el Ayuntamiento quiso cambiar el tipo de negocios y les ofreció trasladarse al Mercado de México. No todos quisieron trasladarse hasta allí, sino que un pequeño grupo se unió y se trasladó a un local cercano, en la calle del Medio, para seguir en la misma zona y poder continuar cerca de su clientela. Desde entonces, el local donde trabajan es de gestión privada y, dentro del espacio, cada uno tiene su mostrador. Hay alguno vacío y la perspectiva no es buena. De momento, los que se han jubilado han dejado sus puestos vacíos y sin relevo a la vista.

Otro mercado de gestión privada es el de Cazoña. De grandes dimensiones, y que ha llegado a abarcar 78 negocios en su interior, actualmente apenas llega a cinco mostradores en funcionamiento. Allí había de todo en los 90: bares, peluquerías, tintorerías, farmacias y carnicerías... Ahora, el edificio está deteriorado, con pintadas y desconches en las paredes. La previsión de los que allí quedan no es muy esperanzadora y la mayoría cree que se vaciará a medida que, los pocos que quedan, se jubilen. Aunque han pedido ayuda al Ayuntamiento para rehabilitar el edificio, se trata de una infraestructura privada, por lo que su estado y reparación no es de responsabilidad municipal.