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Se llamaba Santiago Sánchez y tenía 53 años. Es posible que fuese navarro, aunque otros que tuvieron trato con él dicen que quizás naciese en La Rioja; al menos allí residen su hija y su nieta, con las que apenas mantenía contacto. Llevaba mucho tiempo viviendo en la calle y arrastraba un largo historial de adicciones, enfermedades y problemas mentales. En la madrugada del domingo 21 apareció muerto junto a las escaleras de la iglesia de Santa Lucía, donde dormía desde hacía un mes.
«Santiago era un viejo conocido de los servicios sociales», afirma Juan José Ibáñez, vicario parroquial de Santa Lucía, que orienta los pasos del periodista hacia la Cocina Económica y Hogar Belén, una casa de enfermos crónicos que depende de Cáritas y atiende a personas vulnerables sin otros apoyos. En la Cocina, sor Clara, la superiora, dice no tener un recuerdo claro de él: «No debía de ir últimamente», resume. En Hogar Belén, su responsable, Olga Martínez, explica que la ley de protección de datos le impide siquiera confirmar si era atendido allí, aunque reconoce que sí sabe del caso. «Es una historia muy desgraciada que confirma lo que ya sabemos: que las personas sin hogar no pasan de los sesenta años, y no hay recursos suficientes ni modo de que puedan tener otro sitio».
juan José Ibáñez- Vicario parroquial de Santa Lucía
Quien más detalles ofrece es alguien que tiene contacto con la gente de la calle, a la que presta ayuda, y que prefiere permanecer en el anonimato. Cuenta que las soluciones que le estaban ofreciendo las instituciones no cubrían el problema de la esquizofrenia que padecía. «Nos dijo que tuvo problemas y no indagamos mucho más. Creemos que, en su caso, primero vino la adicción y luego la calle. Las instituciones trataban su problema de adicción, pero no su problema mental. En los últimos tiempos tenía una promesa de ir al centro de rehabilitación de Pedrosa a recuperarse, pero nunca se cumplía. Le dieron fechas de ingreso que se iban retrasando y Santi, como toda la gente de la calle, acumulaba muchas frustraciones y promesas incumplidas: estaba muy deprimido y decía que no tenía ganas de seguir adelante».
La tarde anterior a su muerte, el padre Juan José avisó al 061 cuando comprobó el mal estado en que se encontraba. «Vino una ambulancia sin médico. Santiago tenía un ojo cerrado y el otro un poco abierto. Le preguntaron que si quería ir con ellos a Valdecilla y él, balbuceando, dijo que no quería moverse de allí. Me dijeron que como no quería ir con ellos, se iban. Y eso hicieron».
Olga Martínez- Coordinadora de Hogar Belén
Según Ana González, coordinadora del 061, la llamada de socorro se recibió a las 19.42 horas. «Se había enviado un soporte vital avanzado, pero se cambió el recurso a soporte vital básico. A las 19.53, el técnico llama indicando que no hacen el traslado a centro hospitalario porque el paciente se niega». González subraya que «desde el 061 no miramos los recursos económicos o la categoría social de la persona que llama, atendemos a todo el mundo», y que diez minutos después de recibir el aviso ya estaban allí. «Si la persona no quiere ser trasladada, no se puede hacer más».
Es probable que el recuerdo de Santiago Sánchez se hubiera esfumado en cuanto se retiraron sus pertenencias, poco más que unas bolsas y unas mantas, de no ser por Carmen Asín, una vecina de la zona, escandalizada por una tragedia que siente que se podría haber evitado, y así lo denunció a este periódico. «Esto sucede en un país desarrollado, en una ciudad turística con un nivel medio-alto. Las autoridades municipales y las eclesiásticas están advertidas de lo que ocurre y deben adoptar una solución a tan vergonzante situación. Los impuestos que pagamos han de ser administrados por las autoridades con arreglo a las prioridades y ¿hay mayor necesidad que asistir a un moribundo?», se pregunta Asín.
Ana González- Coordinadora del 061
El cadáver permanece en una cámara frigorífica en Valdecilla, a la espera de que se localice a algún familiar que se haga cargo de él y de su entierro. De no ser así, el juez autorizará al Ayuntamiento de Santander a darle sepultura benéfica, y Santiago Sánchez se convertirá para siempre en una sombra.
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