«Hay unos sedimentos que van de Bikinis al interior de la bahía y no hay una barrera»

¿Cómo se está moviendo la arena hoy en día en esa franja que va de Bikinis a la rampa que se usó para el Mundial? «Hay una serie de corrientes y oleajes que están arrastrando el sedimento. Lo están llevando desde la zona de Bikinis al interior de la bahía. Cuando se ha construido el primer espigón de La Magdalena, lo que se hace es generar una zona de abrigo que permite que haya un poco más de arena frente al balneario. Pero claro, al no tener el segundo espigón previsto para retener esa arena que viaja en esa dirección, la arena sigue viajando y acaba donde ha acabado, en la rampa. Algo totalmente esperable», resumió.

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Álvaro Machín

La rampa hace, de hecho, de pequeño freno, aunque la experta –que insistió en que no ha estudiado el caso concreto y, en consecuencia, optó por no ir más lejos en sus opiniones– no puso un tope hasta el que la arena pueda llegar. Antes, sí que le preguntaron por los efectos para esa zona de playas de las construcciones y rellenos que durante décadas se han hecho en la bahía. «La bahía se la tienen que imaginar como unos pulmones que respiran. La boca es la canal, el espacio que queda entre el morro del Puntal y las playas que hay en frente. Es el espacio por el que entra el 'aire' (agua). Esos pulmones eran muy grandes antes. Entraba muchísima agua por esa boca que se llenaba en cada ciclo de marea. Sube el nivel de marea, entra agua. Baja, sale agua. Como el volumen era muy grande, cuando salía agua, limpiaba la boca», empezó explicando. «¿Qué ha pasado cuando hemos rellenado? Que los pulmones son más pequeños y el soplido, más débil. Ya no tiene esa capacidad de movilizar los sedimentos que tenía antes. Eso significa que la boca se cierra, que el morro del Puntal se acerca a Santander».

Como «la arena que hay en el sistema es la que hay», prosiguió, «para acercar el morro a Santander, el Puntal se estrecha». Y eso tiene importantes efectos en «el Puntal, Somo, Loredo...». «En las playas del otro lado de la bahía no tiene tanto efecto porque el chorro de agua ya se arrimaba a toda la zona rocosa que hay ahí y ya limpiaba esas playas. Es decir, que en condiciones naturales ahí no habría playas. Cuando vemos que hay playas es porque son artificiales, porque se aportó arena. De forma natural en esa zona no debería haber tanta arena como nos gustaría».

Preguntada por la gestión necesaria en esta zona optó –nunca mejor dicho– por no 'mojarse'. Pero sí recuperó las características que había explicado previamente sobre los líderes. Que deben contar con un planteamiento estratégico que entienda bien las raíces y trascender en sus propósitos, que sepan «navegar por el estrés» y alejarse de extremismos ante las amenazas, que cuenten con un «estilo constructivo» y practiquen una «escucha generativa» y que tengan claro que será necesaria una «solución colectiva» –haciendo hincapié en el aspecto inclusivo–. Y más en un entorno, el de Santander, en el que «hay infinidad de intereses encontrados y diferentes disciplinas implicadas».