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Cuando hace poco más de un año Ana Botín desvelaba su intención de trasladar a Santander la Colección de arte de la entidad, caracterizada por su calidad y diversidad y lo ingente de sus fondos, afloraban las incógnitas sobre la definición de los espacios destinados a albergarla. En las últimas horas se ha conocido esa transformación prevista en el Proyecto Pereda, que implica una actuación integral en lo arquitectónico, museístico y urbanístico pero que elude el contenedor estereotipado. El Santander ha mantenido en secreto los pasos que junto con los técnicos del Ayuntamiento, y, en colaboración con el Gobierno regional, ha ido sumando hasta presentar una intervención en el histórico edificio del Paseo de Pereda en la que priman los usos públicos y se generan nuevos espacios.
El arco como eje estrella y funcional, los nuevos miradores abiertos a la ciudad y la bahía y la potencia y dimensiones de las galerías expositivas son las señas de identidad más visibles. Un proyecto que elude el concepto de mero museo y opta por decantarse por el centro cultural, multiusos y funcional donde la innovación y la tecnología puedan tener tanto protagonismo como lo cultural y artístico. Desde la zona cero del proyecto la hoja de ruta prevé que en caso de cumplirse los estudios, la tramitación y los plazos, hacia el verano de 2020 puedan comenzar las obras. El objetivo final es que en 2023 el nuevo centro pueda abrir sus puertas y unos meses antes el antiguo Mercantil muestre al público su nueva fisonomía y comience su actividad como oficina multiusos de la entidad financiera. Todo con un presupuesto conjunto oficial cifrado en más de sesenta millones de euros, aunque el tiempo y los imprevistos o necesidades inesperadas pueden incrementar la cifra.
Uno de los retos, nada baladí, estriba en nombrar a la nueva infraestructura cultural y polivalente. Según fuentes de la entidad, se trabaja ya desde hace semanas en dotar de un nombre al futuro espacio que supera, por un lado su concepción de museo y, por otro, pretende remarcar su vocación pública plural con usos y destinos diversificados.
El edificio del Paseo de Pereda, cuyos orígenes se remontan a 1795, fue adquirido por el banco en diferentes fases. Actualmente, es la sede institucional de la entidad financiera y, tras la reforma, se abrirá a la ciudad, con espacios culturales y diáfanos que refuerzan el legado histórico y patrimonial para convertirse, según la declaración de principios, en «un nuevo foco de atracción turística, que contribuirá al desarrollo económico y social y a la generación de empleo».
Más de mil obras –con pinturas de Rubens, El Greco, Van Dyck, Picasso, Chillida, Sorolla o Miró, entre otros, así como la mayor y mejor colección privada del mundo de José Gutiérrez Solana– se trasladarán de la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte, para ser exhibidas en la nueva sede, que mostrará, también, obras escultóricas y de artes decorativas, colecciones de tapices, cerámica, muebles y relojes, y una importante colección de billetes y monedas. Además, como anunció Ana Botín, habrá otras exposiciones temporales mediante acuerdos con colecciones privadas de países donde el banco está presente y museos internacionales de prestigio. No obstante, la tecnología será, junto con el arte, un punto central de este espacio y, por ende, del edificio de Hernán Cortés. El objetivo de la entidad es poner en marcha actividades formativas y culturales para todos los públicos y que los visitantes puedan disfrutar de las obras en distintos entornos. El tiempo, como ya sucediera con la experiencia reciente del Centro Botín, dictará sentencia sobre la mayor o menor integración urbana y conexión ciudadana del futuro espacio.
La esencia de lo arquitectonico
El llamado 'cirujano de los museos', el arquitecto David Chipperfiled, ha confesado que prefiere trabajar sobre un edificio como la histórica sede social del Banco Santander para otorgarle un planteamiento diferente, que actuar en una obra nueva. Los tres añadidos al inmueble ubicado en el Paseo de Pereda son, en realidad, las manifestaciones más visibles de su transformación: es decir, el arco, la nueva cubierta y su terraza y el pabellón mirador 'bellevue' que ofrecerá un espacio multiusos. El edificio que forma parte de la iconografía arquitectónica de Santander, ubicado en los números 9-12, se sitúa en un emplazamiento que se ha desarrollado en forma y función durante más de 200 años. Y destaca por haber evolucionado desde diferentes edificios residenciales a hotel, sucursal bancaria y, finalmente, sede del Santander.
La presencia «física» de «la fortaleza»
Ya era uno de los símbolos urbanísticos de la ciudad. Pero cuando en 2023, según el plazo estimado, el Proyecto Pereda (y su prolongación en Hernán Cortés) sea una realidad, el arco asumirá galones de icono de la intervención. Nada más desvelarse los detalles del proyecto las redes sociales polemizaban con la actuación en el arco. El edificio se identifica por esta singularidad, que ahora generará un puente sobre la Calle Marcelino Sanz de Sautuola, a la vez que forma «una puerta urbana entre la ciudad y el frente marítimo». Chipperfield parte que el arco era un separador y ahora será un conector. En definitiva la solución arquitectónica radica en que el arco unirá las dos partes del edificio y establecerá la nueva espina central del conjunto; se conserva como una puerta urbana y se reforzará su presencia como la nueva entrada al edificio.
La gelería de arte, el corazón del centro
La intervención anunciada prioriza lo público como espacio primordial para la ciudad. El inmueble del Paseo de Pereda se transforma para ser capaz de albergar eventos y constituirse en un punto de encuentro para el ocio. Servicios que incluyen una sala de multiusos, café, librería y terraza pública. Pero este proyecto, como recordó la presidenta del Banco, Ana Botín, tuvo su origen en la necesidad de potenciar la proyección mediática de la Colección de arte privada de la entidad. El anuncio lo dejó claro hace poco más de un año. De Boadilla del Monte a Santander. Fondos de la Colección como exhibición permanente y muestras temporales. Las tres galerías son el núcleo esencial: las plantas contarán con espacios de doble altura en la segunda de cada ala, y está previsto incrementar la altura libre de la cuarta incorporando lucernarios centrales en las salas.
Los miradores, protagonistas
La intervención concebida por Cruz y Ortiz arquitectos en el antiguo edificio del Banco Mercantil, en Hernán Cortés, también contempla la inclusión de espacios polivalentes. Pero, al igual que en el inmueble del Paseo de Pereda, entre las actuaciones singulares destaca la planta del ático que acogerá un espacio mirador. La terraza panorámica es también uno de los elementos característicos del proyecto para el edificio de Hernán Cortés diseñado por los autores del Risjksmuseum en Holanda. La voluntad de hacer un edificio lo más abierto posible se ha trasladado también al interior, con un patio central que se abre desde arriba a abajo, incluso hasta el sótano. En ese concepto de servicios la planta baja acogerá una oficina comercial mientras que las superiores se destinarán a oficinas administrativas.
Un punto de reunión ciudadana
El arte, el ocio y la atracción urbana como espacio de encuentro. El Proyecto Pereda de una manera integral no fija su atractivo y funcionalidad en un solo factor y espacio. Los multiusos, los espacios polivalentes y el eje común del futuro edificio evitan centrarse en el concepto de museo. La reflexión de David Chipperfield expresada en la presentación del proyecto es clara: El edificio del Santander será un punto de reunión. El arquitecto, que el pasado año inauguró su intervención en la Royal Academy, considera que «la arquitectura no debe ser expresión egoísta del genio». Del proyecto Pereda destaca que lo importante es que esta fortaleza que posee unas privilegiadas vistas a la bahía se transforme «en una casa abierta para cumplir su nueva función»: un espacio dinámico para el arte, la cultura y el ocio.
Transparencia y verticalidad
Aunque la joya de la corona es el Proyecto Pereda, la intervención prevista y esbozada ya en el edificio de Hernán Cortés se antoja importante e igual de ambiciosa. En su actuación Cruz y Ortiz han destacado un nuevo destino más unitario y la modificación de la previa división horizontal para reforzar la verticalidad que permite el patio. El inmueble, que históricamente ha sufrido muy diferentes vicisitudes y reformas, ha mantenido la claridad de su estructura de pilares de fundición. Tras dieciocho meses de obras, quedará unido verticalmente por un atrio que se prolongará hacia abajo con la planta de semisótano y hacia arriba, a través del resto de plantas, hasta ese nuevo espacio multifuncional. Pero lo característico de este edificio menos conocido será, junto a su funcionalidad y uso público siempre en torno al patio, su transparencia máxima y claridad.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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