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Hay noticias que funcionan como esporas: se esparcen sin control y sus consecuencias germinan donde menos se desea. El 'mastergate' es una noticia espora. Mientras unos hablan de montaje y otros de escándalo, el desprestigio se está contagiando y ahora ningún título está a ... salvo de sospecha. Tras descubrir firmas falsificadas por profesores o méritos obtenidos sin apenas ir a clase, la noticia ha sido como lanzar un escupitajo sobre la institución universitaria: no sólo menoscaba la legitimidad de cada matrícula pagada o los créditos obtenidos, sino que atenta contra los cimientos de una sociedad que debe basar su desarrollo en el conocimiento. ¿Debe nuestra opinión actuar así, como una espora invasora que contagia sobre toda la comunidad la mala praxis de un grupo?
En Cantabria estamos viviendo un debate similar con la polémica que ha supuesto la implantación del MetroTus, un proyecto nacido en la Universidad de Cantabria (UC), en concreto de un grupo de trabajo, el de Transportes, que está recibiendo las críticas de los vecinos por no haber logrado mejorar sino poner peor la movilidad de Santander. Atribuyen a una especie de prebenda o a un jugoso contrato el hecho de que la UC esté detrás de este estudio. Sin restar legitimidad a la protesta, cabe preguntarse si el desprestigio es atribuíble al resto de la comunidad universitaria, ¿todos los grupos de trabajo merecen ahora desconfianza?
En las últimas semanas el rector Ángel Pazos ha defendido a la comunidad universitaria, pidiendo a erradicar actuaciones como las del máster «siendo implacables con ciertas actuaciones» y apoyando por otra parte el buen hacer de los investigadores de la UC. También ha tenido que actuar el director del Instituto de Hidráulica Ambiental (IH), Raúl Medina, después de que en una carta al director publicada por este periódico se acusara al IH de haber permitido «el espanto» de los diques de La Magdalena, firmando un proyecto que coincidiera «con el de quien les paga, como ha pasado con el MetroTus». La libertad de expresión es legítima, pero ¿es legítimo el desprestigio sin pruebas, dado que el IH no ha firmado dicho proyecto? Medina respondió al ataque invitando a la firmante de la carta a visitar el Instituto, como un elocuente gesto de que sólo el conocimiento es susceptible de lograr la verdad, y por tanto, el respeto legítimo.
Es natural a cualquier sociedad que el desprestigio se haga extensivo a un colectivo, pero la suspicacia ha irrumpido en el Campus de la UC como una invasión descontrolada y dañina. Sospechar de la universidad pone en duda la base sobre la que sostenemos no sólo el sistema educativo sino nuestra competitividad. Claro que hay comportamientos reprobables o planes fallidos, pero cuando otros departamentos ahora cuestionados por contagio sacan adelante ingeniosas tesis doctorales o proyectos de impacto internacional, ahí nadie sospecha; tampoco cuando lo logran en unas condiciones económicas a veces paupérrimas; nadie sospecha cuando toca anunciar que el IH ocupa el sexto lugar en excelencia científica del mundo, o que el IFCA trabaja directamente en el Bosón de Higgs, o que en la Escuela de Caminos hay un ingeniero con más de 500 publicaciones en prensa científica internacional y cuyos libros se estudian en Harvard. Ahí la calidad se da por supuesta, y sin embargo, ésta no se contagia, ¿será porque esa semilla requiere mucho más tiempo para crecer, a diferencia de las esporas? ¿Por qué no, antes de contagiar, pensamos en qué queremos sembrar en nuestra tierra?
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