El teléfono móvil sobresalta al alba a las autoridades

«Pues estaba afeitándome», recuerda el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que se enteró del suceso a las ocho menos veinte de la mañana.

«Me llamó José Luis (Gochicoa), que salía para allá en ese momento. Le pregunté: '¿Pero es importante?' Y me dijo: 'Es un derrumbe entero'. Así que imagínese lo que pensé. Un derrumbe allí, a esa hora del día, con tanta gente saliendo de casa. Luego supe que había sido antes, sobre las seis y veinte o seis y media, y eso ya me tranquilizó un poco, pero, vamos, que a mí la angustia me ha durado hasta las nueve y media que se han descartado víctimas. Es que, figúrese: esto pasa a otra hora y podríamos estar hablando de una catástrofe como no hemos conocido en Cantabria», afirma Revilla, para quien lo más eficaz ahora es «averiguar lo que ha fallado y poner todos los medios para que no vuelva a suceder».

En esa tarea, el Gobierno regional «colaborará con el Ayuntamiento de Santander en todo lo que sea», dejó claro el presidente cántabro, que, entre cientos de ellas, atendió una llamada del presidente Sánchez «interesándose por lo que había pasado y poniéndose a nuestra disposición para lo que sea».

Justo una hora antes de que a él le sonara su teléfono, a las siete menos veinte, las 06.37 exactamente, dos mensajes de 'whatsapp' sobresaltaban a la consejera de Presidencia, Paula Fernández Viaña, que todavía estaba en casa.

«Me entraron dos mensajes a un grupo de Emergencias. Dos mensajes cortos, casi en clave, en los que todavía no se especificaban claramente las dimensiones del suceso», explica Fernández Viaña, que, rápidamente, puso rumbo a Santander. «Me fui derecha a Nueva Montaña para acompañar a nuestro consejero (José Luis Gochicoa) y a la alcaldesa (Gema Igual)».

Ante una estampa «desoladora», «lo primero que me vino a la cabeza fue la posibilidad de que hubiera alguien allí adentro». Esa era, dice, «mi única preocupación».

Descartados los daños personales, la consejera respiró aliviada: «Así como otras veces hemos tenido que lamentarnos, esta vez tenemos que felicitarnos y tan pronto como sea posible concentrarnos en la segunda parte», que es, recordó. «garantizar a todos los vecinos que no corren peligro».

Como Revilla y Fernández Viaña, la alcaldesa, Gema Igual, también estaba en casa a la hora del suceso. «A mí me llamó directamente Geni –la presidenta de la asociación de vecinos– y justo cuando hablaba con ella me llamó la Policía Local». Puesta al corriente de la situación, Igual, que tenía comprometida su asistencia a la junta nacional del PP, canceló su viaje previsto a Madrid y se fue derecha a Nueva Montaña. «Ese viaje de casa al aparcamiento lo hice pensando en la posibilidad de que hubiera víctimas mortales», de manera que, nada más llegar, «metí un coche de la Policía Local, cogí un megáfono y empecé a pedir a los vecinos que hicieran una criba para saber quien faltaba».

«Este es uno de esos días en los que ser alcaldesa es difícil», dijo Igual, que coincidió allí con el vicepresidente de Cantabria, Pablo Zuloaga, y el delegado del Gobierno, Eduardo Echevarría.

El primero acababa de dejar a su hijo Pablo en el colegio. «Me lo dijeron otros padres, lo confirmé con la web del periódico y salí para allá», resume Zuloaga, que nada más llegar se puso al tanto de la situación. «Por suerte no ha habido víctimas. Pero si esto sucede a otra hora...». Y al segundo le advirtió el jefe superior de Policía, Héctor Moreno. «Me llamó diciéndome que había habido un derrumbe y que estaban sus unidades desplazándose allí». Tan pronto colgó con él, Echevarría se desplazó a la zona cero para seguir el suceso a pie de parque.