![Los vecinos del edificio desalojado en San Matías tendrán que hacerse cargo de la rehabilitación](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202205/10/media/cortadas/EDIFICIO%20RUINAS%20SAN%20MATIAS01-kb0F-U17045312424UxG-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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La fachada del número 3 de la travesía San Matías empeora por momentos. De ayer a hoy, la pared está más abombada y ya no encaja ni la puerta del portal. Los vecinos del edificio colindante tienen miedo, «no tanto por los daños materiales ... que pueda causar, sino por los humanos». Como explica Sócrates, por allí pasan a diario niños que van y vuelven del colegio. «Los adultos sabemos lo que pasa y cruzamos con cuidado, pero los niños van mirando el móvil, con auriculares... Puede pasarles cualquier cosa», lamenta este vecino, quien apunta que la mala situación viene de años atrás. Desde el Ayuntamiento ya advirtieron el mes pasado a la comunidad que debían apuntalar y rehabilitar con urgencia el edificio. Al no hacerlo, ayer los desalojaron por el grave peligro al que estaban expuestos.
El Consistorio ordenó ayer el apuntalamiento de la planta baja, después de que los inquilinos lo vaciasen, ya que lo utilizaban como almacén. Sin embargo, es responsabilidad de los propios vecinos apuntalar el resto del edificio y garantizar su estabilidad. Si no lo hacen ellos, será el Ayuntamiento quien tenga que realizar una ejecución subsidiaria y remitirles los gastos. Los cinco afectados, de dos unidades familiares distintas, viven ahora en casas de familiares y amigos tras rechazar el alojamiento en el centro de acogida Princesa Letizia.
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Sócrates y Juan Bosco, los vecinos que residen justo al lado del número 3, temen que la situación se alargue. No es para menos, pues viven desde hace años la decadencia del inmueble. En concreto, Sócrates lleva 17 años viviendo allí y vio cómo derribaban el inmueble que estaba justo al otro lado del afectado. «Son edificios viejos, apoyados unos en otros, y el Ayuntamiento no lo estabilizó bien cuando tiró el de al lado, falta una estructura metálica que garantice su estabilidad».
Sabe bien de lo que habla porque se dedica a la construcción. «También se está inclinando porque estas casas antiguas no tienen cimientos y había gente que aparcaba en el solar vacío, haciendo presión y afectando al resto de edificios. Me ofrecí a arreglarlo con hormigón, pero el Ayuntamiento no me dio permiso porque es un solar privado, aunque nadie se haga cargo de él». Acumula quejas y denuncias, aunque nunca ha conseguido nada. Bosco, por su parte, lleva apenas un año viviendo allí, en el que ha visto la degradación del inmueble día a día. «Sólo espero que nos avisen si nos tenemos que ir o que mover los coches, que están justo delante de la fachada estropeada», apunta.
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