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Calculen todas las personas que caben en un autobús municipal el mejor día de playa del verano. Apretados y hasta estrujados. Porque eran los vecinos y también las pancartas. Es la mejor manera de hacerse una idea sobre la forma en la que protestaron ... ayer en Peñacastillo contra el MetroTUS. Desde dentro, a bordo de la línea 3. Llenándolo. Empezaron en Ojaiz y se fueron sumando. Parada a parada hasta que en el vehículo ya no entraba nadie más. Iba tan lento con el trajín que, al rato, ya llevaba detrás al siguiente, en el que se subieron los que ya no cabían en el primero. Así que la protesta llegó al intercambiador con dos autobuses llenos. «El transbordo en Valdecilla es una pesadilla». Eso, entre otras cosas, cantaron al bajarse.
«Desde la Alcaldía es como si habláramos con una pared. Pedimos una maldita y dichosa solución y volver a como estábamos el 31 de enero. Hablan de cerrazón nuestra, pero todo el mundo reconoce que esto ha sido un error y está en contra. ¿A qué se debe este empecinamiento? Sólo ellos se oponen a cambiarlo», reclamaba en el inicio de la ruta Carmen Castillo, de la Plataforma Transporte Santander. Y ese discurso estaba, de muchas formas distintas, recogido en las pancartas que llevaban los participantes. Las hojas con el 'No al MetroTUS' que se fueron repartiendo tenían escrito en el reverso el estribillo de la canción de Chema Puente. 'Al centro de Santander queremos ir de un tirón. No queremos sube y baja en ningún transbordador'. Y había otros muchos mensajes. 'No al Metrobús, queremos nuestro autobús', 'en Santander no había atascos, ahora el centro es un asco', 'autobús a todas horas, eso son mejoras', 'siete millones de gasto y el MetroTUS es un asco'...
Muchas de las protestas iban dirigidas directamente a la alcaldesa. Que si dimisión, que si 'reacciona porque metrobluf no funciona' y hasta que 'la alcaldía se gana día a día'. Ojaiz, Camarreal... Cuando el autobús llegó a La Peña ya costó meter a los que estaban esperando entre vecinos que, además, agitaban bolsas de basura de color azul al paso del vehículo (por todo el recorrido hay muchas colgadas en puertas y ventanas). Los Llanos, El Empalme, Campogiro... Hasta el conductor tuvo que bajarse un momento. «Vamos a dividirnos en los dos autobuses, que viene otro detrás y aquí ya no entra nadie», gritó uno de los organizadores. Y, así, hasta Valdecilla.
Unas 150 personas ocuparon entonces el intercambiador. Silbatos, gritos y mensajes en alto. «Devolvednos el autobús que nos habéis quitado». Estuvieron unos minutos en esa mano y, después, cruzaron la calle hasta la marquesina del otro lado. «Cuando se ponga en verde pasamos despacio». Lo hicieron lento y eso detuvo a los coches que esperaban unos instantes, pero los propios organizadores insistieron a los que pretendían volver a pasar otra vez para entorpecer el tráfico en que no era el día para eso. «Esto es una protesta pacífica» (y lo fue, en todo momento).
«Esto es para que la gente se haga una idea de lo que puede pasar en verano», comentaba un miembro de la Plataforma teniendo el cuenta que el autobús tardó mucho más de lo previsto en llegar al final de la ruta. De eso hablaron hasta que llegó el 3 y volvieron a su barrio.
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