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Hay muchas teorías. Que si fueron a parar al jardín de un alto cargo del banco, a la casa de Mario Conde -presidente de Banesto a principios de los 90- o a un almacén donde cayeron en el olvido. Pero no hay ninguna certeza. ... El paradero de las águilas que coronaban los torreones del Banco Mercantil, que ahora pertenece al Santander y que formará parte del Espacio Pereda, es un misterio. De los dos tipos de águilas, de hecho. Ya que el edificio original estaba presidido por unas aves de piedra que más tarde se sustituyeron por otras de bronce. Ni las primeras ni las segundas se han vuelto a ver desde que desaparecieron de lo alto de este inmueble ubicado en la calle Hernán Cortés.
Las primeras, las de piedra, coronaron el banco desde su inauguración, en 1900, hasta pasados los 60. El desgaste de una de las estatuas provocó que una parte -se sospecha que un ala- cayera al suelo. Para evitar que volviera a pasar y que pudiera hacer daño a alguien, se retiraron las cuatro -a dónde, no se sabe- y se colocaron unas nuevas, esta vez de bronce para evitar roturas. Pero parece que este nuevo material tampoco daba mucha seguridad, ya que, como apunta el presidente del Centro de Estudios Montañeses, Francisco Gutiérrez, a mediados de los 70 se quitaron de allí y estuvieron unos años más en la azotea del edificio. «Después se las llevaron».
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Un comerciante de la Plaza del Este, cercana al edificio, apunta que una de las águilas de bronce apareció un día inclinada y que, por seguridad, se retiraron todas. Igual que pasó antes con las de piedra. «Después se arreglaron los torreones, pero las águilas nunca volvieron». Cuando comenzó la reforma actual del edificio, aprovechó para preguntar por ellas a un empleado del Banco Santander que se pasó por su tienda para comprobar que las obras no afectaban al negocio y trató de resolver así el misterio que le ha acompañado durante décadas. «Pero no supo decirme qué había sido de las estatuas».
Desde el Banco Santander no tienen noticia sobre las águilas porque cuando absorbieron a Banesto estas aves ya habían volado hace varias décadas. Tampoco lo saben en el Ayuntamiento.
Pero las águilas no son los únicos elementos desaparecidos del edificio. «La gente se acuerda de las águilas porque fue el último elemento en retirarse. Pero la fachada tenía frontones, jarrones, palmetas... Y todo se fue quitan-do por seguridad», apunta Gutiérrez, quien recuerda las palabras del arquitecto del edificio, Casimiro Pérez de la Riva, para justificar un diseño tan ornamentado: «Lo mismo que las catedrales son espléndidas para que los fieles entiendan la grandeza de la religión, los bancos tienen que ser espléndidos para que la gente sea consciente de la grandeza de la economía». ¿Qué pensaría hoy Pérez de la Riva al ver el edificio sin todas esas piezas?
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