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antonio corbillón
Lunes, 14 de agosto 2017, 07:23
'Despacito’. El título parece una metáfora que consuma la conquista del ‘reggaeton’ latino de los santuarios musicales. También de las pistas de baile, las verbenas, la radiofórmula y su versión moderna: las listas de Spotify. El tema de Luis Fonsi y Daddy Yankee los ... ha invadido todos. Número 1 en 90 países, docenas de discos de diamante y platino (nueve en España). Cada día, el vídeo de ‘Despacito’ se descarga más de 600.000 veces. Ya es el mayor éxito de YouTube de la historia. La canción se ha colado y pegado por todas partes. Como el ‘perreo’, ese ‘meneíto’, oleaje sensual que imanta los cuerpos de él y de ella al bailar.
José Luis Salvatierra. Editor de ‘Ocio Latino’
Desde los tiempos de ‘La Bamba’ (años 50) o ‘La Macarena’ (primeros 90), ningún sonido latino se atrevía a competir de tú a tú en las listas de éxitos del mercado anglosajón. En breve se cumplirán 30 años desde que, en 1988, el fundador de New Creation Records, Michael Ellis, acuñó en Nueva York la palabra ‘reggaeton’ para definir el ‘Big Spanish Reggae Movement’. Ellis supo reunir los sonidos ‘afro’ que llegaban desde el Canal de Panamá y se empapaban del ‘reggae’ jamaicano antes de desembarcar en los barrios más humildes de Puerto Rico. «Fue un movimiento de unidad para que todos los latinos de hoy puedan tener una identidad», explica su hijo y biógrafo K. Ellis.
Ahora tiene que pagar el precio por este asalto en toda regla. El primer ‘peaje’ es la negación de sus letras y sus vídeos promocionales, para muchos abiertamente explícitos y machistas. ‘Despacito’ tuvo un precedente mucho más agresivo el pasado año con ‘Cuatro babys’, el ‘bombazo’ del colombiano Maluma, que relata el exceso de testosterona de un macho del ‘reggaeton’ para cumplimentar a sus cuatro hembras entregadas.
Aquel tema recogió miles de firmas de rechazo en Internet para que fuera prohibida por sexista. Pero la veda se ha abierto de par en par con Luis Fonsi. El Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) incluyó su tema en su lista de las 200 canciones que no deberían pincharse este verano. Tras el revuelo, desde Emakunde trataron de matizar su campaña. «Ningún estilo es sexista, ningún género musical alienta la violencia contra la mujer». Pero detrás ha llegado una cascada de ‘portazos’ similares. El Ayuntamiento de Bellreguard (Valencia) ha prohibido canciones con letras machistas en sus fiestas, que empiezan este jueves. El Cabildo de Tenerife ha retirado la subvención al concierto de Maluma en septiembre. Hasta el Gobierno de Malasia ha prohibido que suenen letras ‘reggaetonas’ en el país para no molestar a la mayoría islamista.
renzzo Marcelo Productor. músico y cineasta latino
En el debate abierto hay un consenso general. «Hay machismo en cualquier género: el rock, el pop, hasta en el folk, no digamos el flamenco», resume la investigadora en igualdad de género y musicóloga Laura Viñuela.
Un simple repaso a la historia de la música popular le da la razón. Jimmy Hendrix triunfó con ‘Hey Joe’ en la que cantaba: «Voy a dispararle a mi mujer/ Tú sabes que la descubrí saliendo con otro hombre». Loquillo sigue cantando ‘La mataré’: «Por favor, sólo quiero matarla/ A punta de navaja/ Besándola una vez más». Los Ilegales convirtieron en himno ‘Eres una puta’... Nadie reclamó que se les hiciera oídos sordos. Tampoco a Mecano, cuyas letras «estaban llenas de clamorosas faltas gramaticales», compara José Luis Salvatierra, uno de los responsables de ‘Ocio Latino’, publicación de referencia de su cultura en España.
Los latinos han sabido utilizar los sonidos populares para reflejar y ser críticos con sus realidades. En México, los ‘narcocorridos’ han servido como forma de denuncia de una violencia contra la que no puede el Estado. En Colombia, el vallenato introdujo en sus letras temas que no estaban en la agenda política como el machismo, la homofobia o el narcotráfico.
17%
De la población de Estados Unidos es latina. Ya son la mayor minoría tras superar al colectivo afroamericano. En España apenas son el 2,6% de la población (1,2 millones), pero su música conquista premios latinos y mercados europeos y anglosajones.
¿Música para tontos?
El desarrollador de ‘software’ Virgil Griffith cruzó hace tres años la música que escuchaban los estudiantes con sus notas de acceso a las universidades norteamericanas. Sacó la conclusión de que los chicos que escuchaban a U2, Norah Jones, Radiohead o Led Zeppelin «son más listos» que los que prefieren a Beyoncé o los ritmos latinos como el ‘reggaeton’. Tal vez por argumentos así, la Secretaría de las Mujeres del Gobierno de Coahuila (México) estudia expulsar este género de las escuelas de educación básica.
Todos se apuntan
Nicolás Maduro utilizó ‘Despacito’ para ponerle banda sonora a su ‘autogolpe’ de hace dos semanas. Lo hizo a pesar de las protestas de Luis Fonsi. En la última peregrinación al Rocío (Huelva) fue prohibida por las hermandades.
Mujeres ‘reggaetonas’
Menos, pero las hay como Ivy Queen, de marcado feminismo. E incluso grupos como Chocolate Remix de temática abiertamente lésbica.
«Hay más de racismo que de machismo. Se está demonizando a los latinos con el argumento de que vienen a pervertir a nuestros jóvenes», zanja Viñuela, que sigue encontrando demasiada ñoñería colectiva frente a su «presentación visible y explícita de lo sexual».
En la misma línea se pronuncia el productor, músico y director de cine latino Renzzo Marcelo Zambrano, que estrenó hace unos meses ‘Urban Street’, la traslación de las bandas de ‘latin kings’ a las calles de L’Hospitalet de Llobregat. Tiene claro que «no existe el machismo o el sexismo en la música porque el único problema es la interpretación que se haga».
Director de Renzhow Productions, este empresario ecuatoriano representa la consolidación de un lenguaje propio que ha llegado para quedarse. Hace 15 años, este sonido se extendió en paralelo a la llegada a España de cientos de miles de latinos. La crisis posterior barrió al 30% pero aún quedan 1,2 millones, una masa crítica suficiente para garantizar oyentes.
Y sus hijos, que ya son segunda generación, ven en la cruda materialidad de sus letras el ‘diccionario’ que explica su rebeldía y su vida en las calles españolas. Sin medias tintas. «Muchas personas ven lo que quieren ver y venden lo que los demás quieren comprar. Ahí se combina una fórmula peligrosa de ritmo y sensualidad para vender sexo, poder y dominio ficticio», reflexiona Renzzo Marcelo.
Casi nadie reparaba en la fusión latina hace una década cuando estaba encerrada en sus locales de salsa. «Esas sí que eran letras crudas», recuerda Salvatierra, que cita a músicos como Don Omar o los inicios de Daddy Yankee (cómplice hoy de Luis Fonsi). Eran textos aún más rasposos envueltos en sonido ‘metralleta’, muy políticos y que reflejaban su costosa adaptación a los barrios españoles.
«‘Despacito’ ha abierto una etapa de observación con lupa porque muchos ven peligrar su negocio (musical). No tiene nada más allá», remacha el editor de ‘Ocio Latino’. Los expertos ven aquí la clave de la invasión de esta ‘batidora’ que es el ‘reggaeton’, capaz de mezclarlo todo en su coctelera y lograr que «lo cante cualquiera, no importa la calidad vocal o musical, ni que no sepa actuar. Las letras fáciles y a ras de suelo conquistan a todos».
Bajo ese microscopio, sí hay una brecha para la crítica directa. En sus vídeos, este machacón ritmo latino muestra a hombres musculados de estética NBA y mujeres trofeo, siempre en segundo plano. «Es su punto débil –reconoce Laura Viñuela–. El videoclip de ‘Despacito’ parece una fiesta o un anuncio de Benneton. Pero transmite los estereotipos más cutres de la mujer con curvas y objeto. Eso sí me parece peligroso».
Ahora que este género es ‘sospechoso’, su futuro pasa por «desbravarlo, quitarle rebeldía». Y el espejo llega otra vez de EE UU. En Miami triunfa el ‘cubaton’, versión lúdica, apolítica y juvenil de la colonia caribeña que ya no quiere saber nada de viejos conflictos.
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