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Hay jóvenes que desde edades muy tempranas se causan lesiones a sí mismos, como cortes en el antebrazo o el interior de los muslos. «No tienen intención de acabar con sus vidas, pero lo hacen por inmadurez ante sus conflictos», explica Hilario Blasco-Fontecilla, investigador ... de la Universidad Internacional de La Rioja y uno de los autores del 'Manual de Oxford sobre autolesiones no suicidas', de reciente publicación. «Estas personas buscan manejar así los conflictos, porque el ser humano tolera mejor el dolor físico que el emocional. Ellos descubren que cortándose se les pasa ese malestar».
Las 'autolesiones no-suicidas', como se conoce a este comportamiento en términos clínicos, son más frecuentes en chicas entre los 10 y 16 años, según el estudio de Blasco-Fontecilla. «Hay unas tres mujeres por cada hombre que se hace una autolesión. Sin embargo, en los chicos son de mayor gravedad. Mientras más edad, las lesiones aumentan en frecuencia e intensidad. Puede ser cuestión de semanas. A partir de los 12 años se produce una aceleración, y se debe intervenir con contundencia, porque pueden llegar a desarrollar una conducta de autolesiones repetitiva. Y cuando deja de ayudarle a controlar las emociones, llega el intento de suicidio».
El impulso de rajarse la carne sigue una «secuencia típica», prosigue Blasco-Fontecilla. «Un adolescente con un conflicto menor se hace unos cortes superficiales en los antebrazos. Tres meses después vuelve a hacerse otros más profundos. Hasta que termina con todo el cuerpo marcado de heridas superficiales. Pero cuando se les va de las manos se provocan lesiones graves como cercenarse una arteria».
Una línea de investigación actual tiende a relacionar las 'autolesiones no suicidas' con comportamientos adictivos (dentro de lo que se conoce como adicciones sin sustancia, tales como las apuestas o el uso excesivo de pantallas).
Aunque considerada una tesis «controvertida», el artículo 'Escalera al cielo: la autolesión no suicida como adicción' defiende que las autolesiones pueden ser explicadas bajo el «paraguas adictivo» y complementarse con la búsqueda de nuevas experiencias y de regular las emociones. «Las autolesiones no suicidas precipitan una dinámica en la que se busca algo más fuerte. No se puede minimizar su alcance, pero tampoco reforzarlo con una sobreprotección al menor, aunque la situación genere mucha angustia», mantiene Blasco-Fontecilla, que también es director médico del Centro de Bienestar Emocional Emooti.
–¿Cómo se previenen las autolesiones no suicidas en jóvenes?
–Hay que intentar que los chavales maduren emocionalmente con mecanismos alternativos sanos, como los deportes u otras actividades reales que facilitan una socialización normal. También con un buen ambiente familiar y una buena comunicación.
–¿Qué hacer una vez que un adolescente empieza a cortarse?
–Evitar que llegue a una dinámica de adicción suicida. Hablar de esas heridas en un entorno de confianza, sin banalizar. Como es un tema que a los chavales les da vergüenza tratar con los padres, se debe buscar un psiquiatra o un psicólogo. Hay que actuar, porque cada vez lo van usando más sistemáticamente, y llega un momento que ni siquiera cortándose tienen ese alivio.
–¿Hacerse daño genera adicción?
–Se empieza por una autolesión y, si no se corrige, hay una siguiente. Nuestro cuerpo reacciona liberando un tipo de endorfina para aliviar el daño, que tiene los efectos del cannabinoide. Con cada corte las suelta y el cuerpo se va acostumbrando. Luego encuentra una serie de mecanismos psicológicos que refuerzan ese comportamiento, como el apoyo y las visitas que recibe luego de cada episodio.
–¿Qué les impulsa a autolesionarse?
–El 'horror vacui', una sensación crónica de vacío. Es el factor más importante: no saben hacia dónde va su vida. No es desesperanza, sino aburrimiento, no verle sentido a la vida, no saber qué hace aquí.
–No son suicidas, pero terminan en Urgencias. ¿Corren peligro sus vidas?
–Aunque no busquen una intencionalidad suicida, las lesiones pueden ser suficientemente graves como para matarse. En estos casos no es fácil diferenciar las motivaciones.
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