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susana zamora
Sábado, 2 de septiembre 2017, 08:52
La extraordinaria oferta de trabajo que la NASA publicó a mediados de julio acaba de cerrarse sin que por ahora se conozca el nombre del nuevo director de la Oficina de Protección Planetaria. ¿Su misión? Velar por que durante las expediciones espaciales no se ... contamine la galaxia con organismos terrestres y restos biológicos pero, sobre todo, proteger a la Tierra de contaminantes de otros mundos. El anuncio es real y fue publicado en el portal oficial de empleo del gobierno de EE UU. «La NASA se toma muy en serio este asunto, dadas las consecuencias que se derivarían si no se adoptasen las precauciones adecuadas», advierte a este periódico John Beckman, investigador del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Canarias. «Por el momento, no hay evidencias de vida extraterrestre y, por tanto, desconocemos si pudiera tener características similares a la nuestra. Pero si fuera así, ¿cómo podríamos distinguirla y estar seguros de que es vida extraterrestre y no es algún microbio dejado por el hombre en una misión espacial? Nos llevaríamos un gran chasco con la confusión», argumenta Beckman.
Es el mínimo de sueldo en dólares que cobrará el futuro director de la Oficina de Protección Planetaria. La NASA contempla un máximo de 187.000 dólares.
Este puesto se creó cuando el Tratado del Espacio Ultraterrestre (firmado por 129 naciones) estableció, en 1967, una serie de restricciones para evitar contaminar cualquier ecosistema exterior.
Aunque el salario de entre 124.000 y 187.000 dólares anuales resulta sobradamente atractivo, los candidatos han tenido que acreditar que son ciudadanos de EE UU, que tienen una titulación universitaria en Física, Ingeniería o Matemáticas y tienen sobrada experiencia en ese campo, y están dispuestos a viajar continuamente. El hermetismo de la NASA sobre la persona seleccionada es por ahora total, aunque este verano recibió una sorprendente solicitud, que finalmente tuvo que rechazar por no reunir, claramente, los requisitos. «Me llamo Jack Davis y me gustaría presentarme al puesto de director de protección planetaria. Puede que tenga nueve años, pero creo que encajaría en el puesto. Soy joven, así que puedo aprender a pensar como un alien». Es parte de la carta íntegra que la Agencia Espacial norteamericana colgó en Facebook este mes y que a día de hoy ha recibido más de 116.000 ‘Me gusta’ y ha sido compartido casi 34.000 veces. Tal respuesta le obligó a mostrar a sus seguidores la misiva que envió al pequeño Jack y en la que diplomáticamente le invitaba a seguir estudiando y a portarse bien en el colegio hasta verle en la NASA «un día de estos».
Desde que en 1957 la Unión Soviética pusiera en órbita el ‘Sputnik’, más de 4.900 lanzamientos han puesto en el espacio unos 18.000 objetos. Sólo un millar son satélites y artefactos operativos.
Esta agencia espacial tiene un equipo específico dedicado a controlar que no salga al espacio ninguna misión que no cumpla los requisitos de ultralimpieza. Y, en dirección contraria, ¿es posible traer del espacio exterior alguna bacteria que acabe infectando a la Tierra? Es una tema recurrente en las películas de ciencia ficción –como ‘Life’, donde un grupo de astronautas tiene que luchar contra una forma de vida desconocida tras haber tomado una muestra biológica en Marte– y para John Beckman nada es imposible en la ciencia, pero es bastante «improbable». «Con el conocimiento que se tiene actualmente de otros planetas, creemos que ninguno podría desarrollar organismos que pudieran llegar a la Tierra», explica Beckman.
La Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior auguró en ese año que si no se tomaban medidas para reducir la basura espacial, para mediados de siglo se producirán hasta 20 colisiones en un año.
Para este científico del CSIC, el hombre es el principal agente contaminante del cosmos, responsable de la basura espacial que no deja de crecer año tras año. Desde que en 1957 la Unión Soviética pusiera en órbita el ‘Sputnik’, más de 4.900 lanzamientos han llevado al espacio unos 18.000 objetos. De ellos, sólo un millar aproximadamente son satélites y naves operativas; el resto es chatarra. Viaja a velocidades orbitales de 56.000 kilómetros a la hora, de ahí el peligro que entraña para otros satélites. Algunos científicos temen que se produzca el llamado síndrome de Kessler, una teoría enunciada en los años 70 por un astrofísico de la Nasa que explica cómo colisiones provocadas por basura espacial generan nuevos fragmentos que, a su vez, crean una cadena de accidentes.
Al peligro que corren estos satélites (muchos de ellos de comunicaciones) se suman las consecuencias que para la Estación Espacial Internacional y los astronautas que desarrollan una misión en ella podría tener el impacto de estos desechos espaciales. No solo eso, también la Tierra está en peligro, ya que cada cierto tiempo las agencias espaciales emiten alertas advirtiendo de la reentrada de fragmentos, como los elementos de satélites que cayeron sobre Mula, Calasparra y Hellín (Albacete) entre noviembre de 2015 y marzo de 2016.
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