El consumo adolescente de 'porno' aumenta el riesgo de fracaso escolar

El consumo habitual de pornografía por los adolescentes, un problema ya más que extendido se puede afirmar que generalizado, es un factor que reduce el rendimiento académico e intelectual de los menores y que aumenta sus posibilidades de fracaso escolar. Así lo certifican los expertos que han elaborado una guía específica para los colegios CEU, con la que persiguen que los padres sepan cómo detectar este grave problema, conozcan los múltiples riesgos y daños que causa a niños y jóvenes y dispongan de herramientas para tratar de frenar y encauzar este hábito pernicioso a tempranas edades.

El trabajo, dirigido por el psicólogo y sexólogo clínico Alejandro Villena, indica que el consumo precoz y abusivo del 'porno' es una fuente de daños para el desarrollo intelectual y emocional de los adolescentes y un freno a su rendimiento académico. Un riesgo que en España puede considerarse mayoritario, ya que la edad de inicio en estas imágenes y vídeos oscila entre los 9 y 11 años (con casos a los 8), el 80% de los adolescentes las ha consumido alguna vez y sobre la mitad de estos menores, en proporción muy superior en el caso de los varones, acceden de forma habitual a este producto para adultos.

La guía explica que la exposición precoz y frecuente a la pornografía impacta directamente en las funciones ejecutivas del cerebro, dañando la toma de decisiones y el control de los impulsos y del comportamiento. Pero es que además, también, causa alteraciones de la capacidad de atención y concentración, daña la memoria y merma la calidad del sueño.

Si estos perjuicios se mantienen en el tiempo, el resultado es una menor capacidad intelectual y un rendimiento escolar más bajo, pero también otros problemas presentes y futuros en las relaciones afectivas y sexuales. Los adolescentes que consumen pornografía con frecuencia, indican los expertos, tienden a la desconexión emocional en sus relaciones y a normalizar una visión distorsionada de la sexualidad. Las alertas se encienden cuando se constata que el 90% del 'porno' que ven estos chicos es duro, violento, explícito y machista. Este hecho aumenta el riesgo de que los consumidores habituales puedan involucrarse en conductas sexuales peligrosas -como las que incorporan drogas o alcohol y olvidan la prevención de infecciones- e incluso en actitudes violentas o delictivas hacia sus parejas.

El documento señala que las motivaciones por las que los niños y adolescentes inician el consumo de estos productos, a los que en siete de cada diez casos llegan de forma accidental a través de sus chat o redes sociales, son muy variadas. Aburrimiento, curiosidad, falta de conexión afectiva en sus relaciones personales, pero también como una vía para manejar emociones problemáticas como el estrés, el enfado o la tristeza.

Los expertos apuntan algunas señales que deberían encender las alarmas de los padres, algo muy útil si se tiene en cuenta que se ha constatado que el 90% de los progenitores ignoran los contenidos de adultos que visionan sus hijos. Algunos signos que combinados deberían causar alerta son cambios en el estado de ánimo, bajo rendimiento escolar, problemas de sueño, un lenguaje sexualizado y un uso excesivo del móvil

La campaña de sensibilización y educación lanzada por los centros CEU se produce en paralelo con otra oficial que tiene objetivos muy similares. «Vamos a hablar de pornografía», el proyecto lanzado este mes por el Ministerio de Igualdad, también pretende colocar el grave problema del consumo precoz y generalizado de pornografía en el centro del debate social y animar a que los padres y educadores vean que es un problema presente ya en casi todas las casas y den un paso adelante.

Se busca que dialoguen con sus hijos para tratar de encauzar este hábito pernicioso, con educación sexual y haciéndoles ver los riesgos, y sobre todo que actúen para alejarles del peligro del consumo problemático. Los expertos aconsejan conversar con los hijos en un ambiente de confianza y diálogo, escuchando y sin juzgar, y adaptando los mensajes a la edad y la madurez del adolescente.

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