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El maltrato y las agresiones a menores, los abusos sexuales, la violencia vicaria o el acoso escolar son un drama que padecen decenas de miles de niños y adolescentes españoles, a muchos de los cuales acaban por condicionarles su vida. No existen cifras fiables ni ... sobre su alcance ni sobre sus características, pero si se sabe, por algunos indicadores y por los relatos de las propias víctimas, que, fundamentalmente, son agresiones que tienen como autores a familiares o a conocidos en la mayoría de las ocasiones y que están casi siempre sepultadas bajo un manto de silencio, pues se calcula que no se denuncian ni el 10% de los episodios.
Es la misma opacidad, invisibilización y normalización social que hasta hace pocos años lastraba en España la lucha contra la violencia de género. Por eso, el Ministerio de Infancia y Juventud quiera dar con los niños el mismo paso que está logrando avanzar contra esa otra lacra. Que todos los españoles interioricen que la violencia contra la infancia no es algo privado sino algo «inadmisible» y un delito y que, por lo tanto, todos tienen la obligación de acudir a denunciar ante la mera sospecha de que algún menor está siendo maltratado o agredido.
La campaña institucional, que durante dos semanas acogerán las televisiones, la prensa, las radios, las vallas o las redes sociales, tiene como objetivo justo este llamamiento a dar el paso y a implicarse, según explicó la ministra, Sira Rego. «Hay señales que podrían decir mucho. Escúchalas, actúa contra la la violencia hacia la infancia», es el lema central de estos carteles y anuncios.
El mensaje subraya que se trata de una obligación de toda la sociedad, pero va especialmente dirigido a quienes por su trabajo tienen una responsabilidad superior y una «obligación cualificada». Por eso los 'spots' toman como protagonistas a un profesor, a una entrenadora deportiva o al portero de un edificio -como podrían haber sido también monitores de tiempo libre o personal de centros de acogida- que ven como el menor tiene de repente comportamientos iracundos, o le avergüenza o le da miedo desnudarse o ducharse junto a otros, o realiza dibujos con colores oscuros o contenidos violentos y personajes tachados.
Todas ellas, aclara la campaña, son señales que nadie debería ignorar y que todos tenemos la obligación de comunicar a la dirección del colegio, a la Policía o la Fiscalía. No son las únicas cosas que deben levantar sospechas. También son síntomas a no ignorar, según los expertos, los cambios bruscos sin motivo aparentes, como dejar de comer, de dormir o de jugar; la somatización, con dolores frecuentes de cabeza o barriga; el miedo incontrolado cuando por ejemplo debe abrazar a un adulto; el silencio o mutismo permanente; la evitación de personas o lugares que nunca habían sido problemáticos, como gente con la que ya no quiere quedarse o como negarse a ir a los entrenamientos, por ejemplo. Otros posibles síntomas serían algo más evidentes, como el consumo de drogas o alcohol o las conductas sexualizadas en exceso; las autolesiones o el jugar con muñecos a maltratarlos o lesionarlos.
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