![¿A qué huele el pasado?](https://s1.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/12/24/ecos-kigC-U2101053117373zIG-1200x840@RC.jpg)
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Odeuropa, el primer proyecto internacional de investigación de los aromas de la historia, desde el siglo XVI hasta nuestros días, acaba de presentar en Ámsterdam los resultados de su estudio. El objetivo de la red universitaria, financiada por el programa científico Horizon, es resaltar la ... riqueza sensorial del olfato y el papel que los olores tienen en nuestra experiencia vital. Y, de paso, contribuir a su reconocimiento como parte del patrimonio cultural. El registro elaborado por la Unesco sobre bienes culturales inmateriales en el mundo ya incluye el carnaval de blancos y negros, que se celebra desde el siglo XVI en el sur de Colombia, el toque de campanas en iglesias españolas y la temporada de pasto en los Alpes suizos.
«Los olores marcan nuestra experiencia del mundo, pero tenemos muy poca información sensorial sobre el pasado», explica la líder del proyecto, Inger Leemans, profesora de Historia Cultural en universidades holandesas. De ahí que se hayan «sumergido en colecciones digitales de patrimonio para descubrir los aromas clave de Europa y las historias que acarrean; y devolverlos a nuestras narices». Para ello, han utilizado técnicas de inteligencia artificial, adiestrando a ordenadores para que detecten y analicen objetos aromáticos e información olfativa en 50.000 imágenes históricas y 400.000 textos de los últimos cuatro siglos, escritos en siete idiomas. Un buscador digital es el resultado de esta parte del proyecto, que ha dado otros frutos. Entre ellos, la Enciclopedia de la Historia y Patrimonio del Olor, con artículos e imágenes , donde figura, por ejemplo, el relieve que los futuristas italianos, seguidores de Filippo Tomasso Marinetti, dieron al olfato en su arte.
El pasado año, el Museo del Prado ya colaboró con la Academia del Perfume y la compañía Puig para añadir a la contemplación de 'El Olfato', obra de Jan Brueghel El Viejo y de su amigo Rubens, las diez fragancias creadas por el perfumista Gregorio Sala inspirado por la abundancia de flores, árboles, animales y objetos aromáticos que los artistas incluyeron en esa estampa de la serie 'Los cinco sentidos'.
Odeuropa ha producido un manual gratuito para que museos o instituciones que gestionan patrimonio cultural conozcan las posibilidades de mejorar la exposición de sus colecciones, o iniciativas de artistas brasileñas y profesoras francesas de Antropología y Filosofía que dan a los aromas y al sentido del olfato un rol fundamental en su actividad.
Fundamental es también la tarea que desarrolla la argentina Cecilia Bembibre en el laboratorio del Instituto para el Patrimonio Sostenible, en la University College London. La experta trabaja en la preservación de olores, como el del incienso o el de un elegante automóvil de la reina Isabel II, de los que tienen muestras. Una actividad que requiere un amplio trabajo de campo, múltiples entrevistas y descomponer y reunir de nuevo la química de un olor.
«¿Cuánta información necesitamos sobre un aroma del pasado para crear una interpretación que sea percibida como auténtica?», lanza Bembibre sobre una cuestión fundamental de su tarea. «Hay olores que ya no tenemos, como el del pelo de Cleopatra. Tendríamos que recurrir a textos o a lo que sabemos de la perfumería egipcia, pero nuestro límite era el siglo XVII» , lamenta. Así, cuando no disponen de un envase con materia orgánica, se sumergen en la investigación histórica y entregan los datos acumulados a una empresa norteamericana, IFF, que elabora fragancias, interpretaciones que después son contrastadas con el público.
El olor es el resultado de una mezcla de compuestos químicos gaseosos que Bembibre separa con un cromatógrafo de gases y espectrógrafo de masas. «Pero lo fundamental –señala– es que los datos químicos se relacionen con la percepción humana. El valor de estos olores son las asociaciones y recuerdos, y el significado que tienen para la gente».
– ¿Cómo son los olores de su autobiografía?
– Tuve una infancia rural, en Entre Ríos, en el noroeste de Argentina. Mis recuerdos son el olor de la tierra, las vacas, ovejas, la cosecha de arroz, la flor de naranja, las mandarinas. A los 12 años regresamos a Buenos Aires y fue un choque sensorial. Olía a contaminación, pero me enamoré de la ciudad. Me mudé a Barcelona. Nunca había vivido al lado del mar. Aquellos olores salados. Y a petricor cuando se mojaba la piedra del Barrio Gótico. En Londres, el olor del metro. Olor a encierro, a comidas del mundo, a sudor y perfume, a gente que se mueve.
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